Talavante explotó en Zaragoza. Reventó de torear en dos tardes de ambición
madura que pretendió subrayar su estatus y su caché. Fue contra él mismo y sus
fantasmas la batalla de Alejandro, al que le brota el toreo o se difumina en el
intento. Fue contra su propia sombra, pero también contra su rival de hoy, una
némesis osada y con formidable descaro que le ha puesto una bomba en la
poltrona. A él y a todos los que se han ganado mandar en esto del toro.
Una bomba en las poltronas que se llama López Simón. Una manguera
a presión para limpiar las desidias que acumulan tardes sin alma. Bien pudo
irse sin ella la de Talavante de hoy, porque antes de salir el quinto vio cómo
se iban al corral los dos que traía bajo el brazo, exprimió la enorme clase del
de El Pilar sin ayudarlo en la muleta, recortó el viaje ya corto del negro
sobrero de El Puerto y se le hubiera hecho de noche de no ser porque el rival
tiene que ganar los espolones. Tiene orgullo Talavante y una historia con
Alberto entre sustituciones y brindis que convergía hoy en Zaragoza a cara de
perro y sin perdonar un quite. Porque es figurón del toreo y tiene sangre en
las venas.
La poltrona de Talavante saltó por los aires con el quinto, uno
negro y esmirriado de Domingo Hernández que tuvo clase, boyantía y entrega para
que hiciera el toreo. Por eso se encajó Alejandro en las verónicas del saludo.
Por eso desnudó el cuerpo por delante y sacó por detrás, seguro, una arrucina
suicida que embarcaba al de Domingo en la pañosa. Por eso le ofreció el trapo
en la distancia y se enterró en el piso para embraguetarse con su llegada. Por
eso irguió la figura, desmayó la muñeca, desató a los perros del pecho y
vámonos, que nos vamos. Y con esa bomba ganó el toreo. Lo de menos es el listo
que midió la estocada en el lomo del funo y no en el pitonazo en el pecho que
pudo herir a Alejandro después de matar o morir. Le estallaba la poltrona y el
rival aún no ha alcanzado su altura.
O eso piensa una figura del que lleva todo un año pisando el sitio
del cobro para cobrar en papel lo que lleva entregando en cuero. Pero le vale a
Simón el medio y se pone con el malo porque quiere reventar la poltrona que han
ganado los que mandan y pica el orgullo del grande para demostrar que lo es. Y
cuando el grande lo demuestra gana el chico y gana él.
Torea aplastado Simón, con los frentes entregados, con el sitio
conquistado a fuerza de confiar y con el valor de pisarlo para que lo respeten
los toros o se lo lleve la trampa. Con Simón no hay medias tintas porque tiene
prisa por apretar el botón y reventar un sistema en el que ya sale rentable.
Sale con su verdad a cuestas Alberto y se empeña en torear al que le viene por
dentro, al que se le para debajo, al que le niega arrancadas y al que le
gazapea la quietud. Todas esas «virtudes” tuvieron los de Vellosino, que sí lucieron
nobleza para respetar al valiente. Por eso pudo cortar tres orejas y media con
tres toros de ovación. Ya llegará el sitio de la espada. Porque no es la última
bomba que pone López Simón.
Esta la puso en Zaragoza para que casi 9.000 almas vibraran,
protestaran, gritaran, rugieran, se cabrearan y sintieran en las entretelas el
fondo de una tarde que encerró una historia mayor. Tendrá su continuidad la
pelea con los que gobiernan los carteles, porque ya es rentable Simón para el
que organiza el festejo, pero tendrán que aguantar la bomba los que gobiernan
el cartel. Y eso es bueno para el toreo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de
toros de La Misericordia, Zaragoza. Séptima de la Feria del Pilar. Corrida de
toros.
Toros de Garcigrande
y Vellosino, con dos sobreros, uno de El Pilar que hizo primero bis y otro de El Puerto de San Lorenzo, tercero bis. Devuelto el inválido primero; de gran clase y fuelle muy a menos el primero bis; de buen aire y media entrega el segundo; devuelto por descoordinado el tercero; informal y áspero el tercero bis; pasador de medio gas el cuarto; repetidor y codicioso el buen quinto, de escasa presencia; noblón pero gazapón y sin empleo el sexto.
Alejandro
Talavante (azul rey y oro): palmas, silencio y oreja que no recoge, con fuerte petición de la segunda y dos vueltas al ruedo.
Alberto
López Simón (grana y oro): oreja, ovación y vuelta tras petición.
FOTOGALERÍA: TOROS ZARAGOZA