LA CRÓNICA DE ZARAGOZA

En busca de la emoción


miércoles 14 octubre, 2015

Varea firma una faena rotunda, Ginés otra de macizo valor para cortar una oreja cada uno, mientras saludaba Valadez una ovación con una gran novillada de Los Maños

Varea firma una faena rotunda, Ginés otra de macizo valor para cortar una oreja cada uno, mientras saludaba Valadez una ovación con una gran novillada de Los Maños

Cuando uno cría santacolomas en su casa, con la que está cayendo
en el toreo en general y en este encaste en particular, tiene sólo dos
opciones: echarlos al ruedo y esperar a que le canten virtudes los que sólo ven
lo que quieren ver, o ponerle vida y alma a buscar la emoción que llega, la
humillación que se entrega, la transmisión que humilla y la clase que
transmite. Ese segundo caso es, en definitiva, la bravura que pretende
cualquier ganadero que entienda que el toro, para que funcione, tiene que embestir,
no sólo pegar bocaos.

Lo sabe José Marcuello, un tipo que puso su afición y su
patrimonio al servicio del toreo cogiendo un poco de Buendía, otra pizca de
Mayoral y pasándolo por el tamiz de su entendimiento y su forma de entender la
fiesta. El resultado es la búsqueda de la emoción, del empeño en que en el
ruedo pasen cosas continuamente, pero partiendo siempre de una premisa: que el
toro embista. Un indulto el pasado año y cinco novillos de seis embistiendo
este en Zaragoza hacen que Marcuello esté en el camino correcto. La bravura de
Los Maños, que exige como el que más de su encaste, tiene siempre un componente
de nobleza. Y embiste con emoción.

Así lo hizo el cárdeno segundo, precioso de estampa, humillado en
el saludo inspirado de Varea interpretando la verónica. Fue hoy la del
levantino la mejor versión posible de esta temporada en la que los altibajos no
le han privado del reconocimiento y la esperanza del aficionado cabal. Fue
profundo el cárdeno en la muleta y lo fue también Varea para romperse en
derechazos de mano baja siempre a más. Hasta que llegó la serie de series, a
punto de tocar a muerte, cuando olvidó el torero la técnica de sobrevivir y se
entregó a la apuesta de tal vez morir. Cinco muletazos arrastrando trapo, cinco
embestidas arrastrando el morro, metiendo riñón, pidiendo más tele, más
resuello, más vida para no caer muerto. Fue el momento de Varea, uno más en
Zaragoza, que recibió mucho más que ese segundo despojo que le negó el palco.
Para qué decir nada más de él…

También a Ginés Marín le negaron la mayor, con la humillación
añadida de sacar el pañuelo azul. No es que no mereciera tal premio el enrazado
quinto que empujó en petos y telas, no. Es que la entrega de Ginés y su jugarse
el cuero entre pitones con el toro empujando a más no mereció tan mezquina
suerte. Cierto que quizá debió ofrecer distancia en lugar de hincarse de
hinojos en un inicio de espacio escaso para afianzar al animal. Cierto que lo
acusó el toro y su boyante viaje ya no lo fue tanto una vez pasado por el poder
de Ginés. Pero nadie puede negarle al extremeño que su tremendo parón a un toro
que le husmeó la talega no está al alcance más que de un puñado de elegidos. Pero
el que ocupa el palco y los que le aplauden la racanería saben mejor –sin duda-
lo que es jugarse la vida.

Nadie le niega a Valadez que se la jugase en su presentación zaragozana,
pero su tremendo valor vino teñido de una bisoñez que es inexperiencia con este
encierro, aunque pudiera ser frescura con otro menos exigente. El mexicano se
entregó al toreo, trazó con el pecho acompañador y el brazo largo para dar
dimensión, pero se quedó corto en imponerse primero a la exigencia que nunca
perdieron sus dos buenos novillos de Los Maños. Cierto que tuvieron correa,
cierto que sacaron carbón, pero no lo es menos que arrancaron por abajo y
obedecieron la tela hasta donde los mandó ésta, ni un centímetro más allá. Fue
buena la impresión de Leo, pero será mejor cuando le veamos con más rodaje.

Existió la emoción en Zaragoza de la mano de Marcuello. Emoción de
la que embiste y pone a prueba las muletas. Emoción de ver un toro arrancarse largo
para llegar de verdad en la suerte de varas, sin engaños corretones que mienten
al llegar al penco. Llegó la emoción que busca Marcuello, al que hoy el
aficionado le debe poner una vela en el altar de la bravura. Y agradecerle mil
veces su trabajo y su pasión.

FICHA DEL FESTEJO

Plaza de toros de La Misericordia, Zaragoza.
Cuarta de la Feria del Pilar. Novillada con picadores. Media entrada en el tendido.

Seis novillos de Los
Maños
, bien presentados y muy en el tipo de su procedencia. Enrazado y codicioso el bravo primero, con entrega y transmisión
el buen segundo, correoso pero repetidor y emotivo el enrazado
tercero, de seria, profunda y enrazada embestida el bravo cuarto,
premiado con la vuelta al ruedo, áspero y geniudo el quinto, de entrega
también geniuda el sexto. 

Ginés
Marín (rosa y oro): 
ovación y oreja con fuerte petición de la segunda.

Varea (sangre de toro y oro): oreja y ovación tras aviso.

Leo
Valadez (blanco y oro): 
ovación y palmas.

FOTOGALERÍA: TOROS ZARAGOZA