TINTA Y ORO

Gonzalo Caballero: “Cuando lo fácil es decir que sí, las renuncias merecen la pena”


miércoles 7 octubre, 2015

Tiene cara de niño —apenas pasa de los veinte—. Y, aunque gasta mirada pícara, se escuda tras la vergüenza. Se llama Gonzalo Caballero...

Tiene cara de niño —apenas pasa de los veinte—. Y, aunque gasta mirada pícara, se escuda tras la vergüenza. Se llama Gonzalo Caballero...

NOELIA JIMÉNEZ 

Impoluto.
Como si acabasen de plancharle, con la ropa puesta. Pantalón blanco, zapatos
negros relucientes. Camisa negra, perfecta, sin una arruga. Americana negra.

Tiene
cara de niño —apenas pasa de los veinte—. Y, aunque gasta mirada pícara, se
escuda tras la vergüenza.

Se llama
Gonzalo Caballero y acaba de protagonizar una de esas historias que llenarán
páginas en los anecdotarios taurinos: una alternativa improvisada, con el
vestido de un compinche, los trastos de su «hermano”, al que sustituye por
haber caído herido la tarde anterior… Y un cartel que guardará pero en el que
no sale su nombre.

Quedamos
en La Fugitiva, una librería del centro de Madrid, así como bohemia. Con
estanterías de metal y algún que otro tesoro en cada balda. Con mesitas en las
que guiris culturetas y vecinos hipsters se sientan a leer o a tirar de Wifi
gratuita.

Teníamos
la entrevista cerrada desde hace una semana. Entonces yo buscaba una percha y
él soñaba una oportunidad. Y, de pronto…

—Ha
cambiado todo. Es la magia que tiene el toreo: hace tres días parecía que estaba
muerto y de repente surge una propuesta que parece una locura y que lo cambia
todo. Fue una decisión difícil, pero llevaba soñando con ello toda mi vida.
Todos los toros que me hacía de salón era imaginando mi alternativa en San
Isidro. Había dicho a todo que no esperando a Madrid y de la manera más
inesperada y más rara surgió y fui para delante.

—¿Cómo
fue?

—Yo salía
de la plaza como si me hubiesen pegado una paliza, porque cuando torea alguien
tan cercano como Alberto, después de la tarde que dio y de su cogida, estás en
un estado de excitación fuerte. Iba directo a verle al hospital y me cogió
Martínez Erice y me dijo si quería tomar la alternativa. Entré en el despacho y
la empresa en su totalidad se puso a hablar conmigo. Estoy muy agradecido
porque demostraron tener una sensibilidad muy fuerte: me dijeron que me lo
pensase bien pero me mostraron mucha confianza, que me sirvió para salir con
frescura al día siguiente.

—¿Cuánto
tardaste en decidirte?

—Lo tenía
claro, pero no tenía vestidos (estaban todos en el sastre), ni trastos, las
espadas sin preparar… Tenía muy claro que era una oportunidad muy alocada y
sabía que no podía acceder a ella de cualquier manera y en eso la empresa tuvo
un trato muy especial conmigo.

—¿A quién
llamaste primero?

—A Curro
Robles, la persona que está conmigo las 24 horas del día, lleva junto a mí
desde el principio y está a mi lado en los momentos más difíciles. Me dijo que
estaba loco y yo le respondí que no conozco a ningún prudente que haya dominado
el mundo y que la vida es para los arriesgados. Se había alineado todo, había
llegado mi momento y tenía que ser. Después de haber pasado todo me da mucha
pena lo de la espada del primer toro, porque habría cortado una oreja y habría cambiado
toda la película. Pero aun así, fíjate, el jueves no me llamaba casi ni mi
madre y en dos días el teléfono echa humo.

—Y
entonces, ¿cómo conseguiste el traje y los trastos?

—El
maestro Miguel Abellán, que es más que un amigo y lo ha demostrado con sus
actos, me dijo que me olvidase del vestido, que me dejaba el de los seis toros,
con una sola puesta. Se portó de maravilla, igual que Alberto, que me dejó los
trastos y las espadas y me dijo que contase con todo con la condición de que le
llevase las orejas al hospital. Una pena que no pudo ser…

—¿Te
habías imaginado así tu alternativa? Sustituyendo a tu mejor amigo, con sus
trastos y sus espadas, con el vestido de tu otro compinche, anunciándote ni
siquiera 24 horas antes…

—No, era
difícil imaginarse algo así, pero todo el mundo ha destacado mi tranquilidad y
te digo de corazón que todos los días me acostaba soñando con tomar la
alternativa en Madrid. Para mí fue una alegría tremenda cuando surgió. He
aguantado mucho, desde comentarios de gente que me ha tachado de loco hasta
otros de personas que iban diciendo que no quería torear y que solo buscaba la
foto. Incluso me tuve que ir a México en plena temporada en España, después de
haber cortado una oreja en San Isidro, cuando suponía que tenían que haber
salido contratos. Pero tenía el sueño de tomar la alternativa en Madrid y
confiaba muchísimo en mí, en que tenía que llegar Madrid, porque había cortado
cinco orejas de novillero y tenía que llegar. Esto es para mí un ejemplo de lo
que ocurre en la vida: estoy enamorado de Las Ventas igual que cuando estoy
enamorado de una chica y tengo la capacidad de no estar con ninguna otra. Por
eso no iba a tomar la alternativa en otro lado cuando estoy completamente enamorado
de Madrid.

—Para que
luego digan que los toreros sois infieles…

—Yo no. Pienso
que cuando estás enamorado de algo o de alguien no necesitas nada más. Yo
esperaba Madrid y apareció Madrid. Al final te sientes realizado porque, aunque
parece raro esperar algo cuando lo fácil es decir que sí a otras cosas, alcanzarlo
te da una satisfacción muy grande y te llena más que nada en el mundo. El
sábado yo era la persona más feliz del mundo porque vi que merecía la pena toda
mi renuncia.

—¿Te has
sentido solo todo este tiempo?

—Solo no,
porque gracias a Dios siempre he tenido personas a mi lado como Curro, Alberto,
Iván (el mozo de espadas) o Yelko, que siempre están ahí, y, además, como
confiaba en mí sabía que mi momento iba a llegar. Dicen que el miedo busca y el
valor espera y yo estoy muy de acuerdo. Es verdad que cuando oía a mi gente
decir «Tiene cojones que no torees, cuando te lo has ganado en la plaza”, yo
también lo pensaba y me dolía, pero esto es una carrera larga y hay que tener
paciencia. Creo en mí al 200% y sé que me van a salir las cosas porque me
preparo para ello y procuro en la plaza tener la entrega que hay que tener. Y
además te diré que la etapa en México me ha venido muy bien porque he
encontrado el cariño de la afición mexicana. El tequila me inspiró bastante y
volví cambiado de México, más convencido.
 

—¿Cómo es
eso de que el tequila te inspiró?

—Estaba
un poco perdido en mi forma de buscar el toreo y un día, ya en México, me di
cuenta de que iba como el que quiere bailar con una chica y no sabe qué pieza
elegir. Así que pedí una botella de tequila,  me encerré en un salón yo solo con los
trastos… y de pronto fue como encontrarme conmigo mismo.

—Tu
padrino de alternativa ha sido Uceda Leal, torero de Madrid por excelencia. ¿Te
gustaría que a ti también te considerasen «torero de Madrid?

—Me he
criado en Madrid y no conocía a nadie en el mundo del toro cuando iba los
domingos con mi padre a la plaza. Mi concepto lo he forjado en Madrid y cuando
oyes comentarios del público, sales andando de la plaza y te paran tres veces a
saludarte… eso te llena muchísimo. Me considero una persona muy sensible y, de
verdad, esas cosas son de las que más me llenan. Escuchar que te cantan la
pureza o la colocación, cuando buscas dar el pecho a los toros y ponerle los
dos muslos… esas cosas son de Madrid y ser torero de Madrid para mí sería lo
máximo.

—Dices
que eres sensible… ¿recuerdas la última vez que has llorado?

—Sí. [Se
muerde las uñas. Baja la mirada. Sonríe, pudoroso. Se mira las manos]. Es que
soy muy vergonzoso, ¿sabes?

—Venga,
cambio de tercio. Ya que quieres ser torero de Madrid, dime, ¿cuál es tu rincón
favorito de esta ciudad?

—Me gusta
muchísimo la parte del Palace, por eso me fui a vestir allí. La zona de
Neptuno, el barrio de las Letras, me inspira mucho. Además es la zona perfecta
para tomar pinchos y buen vino.

—¿Con qué
pincho te saltas la dieta?

—Con la
tortilla de patata.

—Y como
la de mamá, ninguna, ¿no?

—Eso por
supuesto… pero yo también soy bueno, ¿eh?

—¿Cómo,
que eres cocinilla?

—¡Claro! Cuando
vives solo o aprendes o te mueres de hambre. Es pura ley de supervivencia.

—Por
cierto, hablando de tu madre, hay que ver las declaraciones de amor que le
haces en Instagram…

—Mi madre,
Virginia, es lo más maravilloso que tengo en este mundo. Me ha enseñado todo,
me lo ha dado todo. Es igual que en el toreo: cuando alguien se entrega de esa
manera la afición lo capta y cuando una persona como una madre te lo da todo no
puedes más que vivir para ella. Mi madre me ha enseñado mucho en la forma de
interpretar la vida: cuando uno vive con pureza y nunca miente, cuando eres
leal y sincero, la vida te lo devuelve. En el toreo igual: cuando eres fiel y
no le engañas con otras cosas, cuando le das pasión y le pones sentimientos, el
toro te lo devuelve. Fíjate, al principio tenía muchas carencias técnicas,
lógicas en cualquier chaval que está empezando, y como era todo entrega los
toros me cogían siempre. Ahora intento ponerle más sentimiento, disfruto más y
la gente lo percibe… y el toro ha empezado a devolvérmelo.

—Gonzalo,
¿te damos miedo los periodistas?

—Mucho.
Bueno, en realidad me da vergüenza hablar porque, aunque me gusta expresarme,
tengo una forma muy particular de ver la vida y el toreo y en muchos sitios me
dicen que soy raro… No me gusta ese comentario, cuando en realidad lo que soy
es personal y fiel a mí mismo, por eso prefiero muchas veces no hablar o hablar
poco, ya que no puedo decir todo de mí.

—Ya que
estamos en una librería, dime, ¿te gusta leer?

—Me gusta
mucho y suelo leer antes de torear. Me da mucha paz interior y cuando uno tiene
esa paz puede expresarse y crear arte, realizarse más.

—¿Qué
libro leías el día de tu alternativa?

—Justo me
hicieron un regalo muy especial, que me dejaron en el hotel: «Ciudades de papel”.
La verdad es que me está gustando bastante.

—¿Y tu
libro favorito?

—»La vida
es sueño”, de Calderón de la Barca.

—No me
creo que leas teatro clásico.

—¡Sí! Lo
leí en el colegio, como lectura obligatoria, y me impactó, sobre todo el final,
con el cambio de Segismundo… bueno, no lo cuento, por si hay alguien que no lo
ha leído. Transmite el mensaje en el que yo creo: que cada persona define su
propio destino.

—Hablas
de paz interior pero dicen por ahí que te va la adrenalina y los deportes de
riesgo…

—Bueno,
alguna vez me he escapado a montar en motos acuáticas, pero la verdad es que me
gusta mucho encontrar el arte de las cosas. Me encanta viajar y conocer
ciudades nuevas. Ahora estoy viviendo en Sevilla y aprovecho para buscar
escondites y rincones bohemios, como esta librería; lugares por los que nadie
habría dado un duro antes de que surgieran.

—¿La
ciudad que estás deseando conocer?

—Ahora
voy a San Sebastián, pero ya la conozco bien y me parece una de las ciudades
más bonitas del mundo. Y tengo muchas ganas de conocer Florencia: el encanto y la
sensibilidad que transmite esa ciudad te demuestra que el dinero no es
necesario para vivir.

—Bueno,
un poco sí…

—A ver, me
gusta el dinero para disfrutarlo, no para invertir y ganar más. Vivo aquí y
ahora y quiero vivir con pasión.

—Bien. Y
ahora, ¿qué?

—Ha
habido varias llamadas de apoderamiento y voy a pensarlo bien porque en otras
ocasiones me he equivocado en el planteamiento de mi carrera y ahora quiero
tomar la decisión correcta. Me encuentro en el momento más importante de mi
vida y quiero estar con alguien que comprenda mi filosofía, que entienda el
toreo como lo entiendo yo: no ambiciono torear mucho, sino en aquellos sitios
que merecen la pena y donde pueda realizarme como torero. Necesito alguien que
comprenda eso, que cuando la mire a los ojos sepa si me entiende o no.

—Ya que
te ponen las redes sociales y tienes más de 10.000 seguidores en Instagram,
busca una etiqueta que te defina.

—El día
que me puedas definir me preocuparé. Como dicen en el Atleti:
#notratendeentenderloesunsentimiento. Ese es mi lema: es difícil entenderme por
mi forma de pensar. Me agarro a la vida, al día a día. Me gusta el caos, cuando
es todo inesperado.