La novillada picada de las Corridas Generales en Bilbao llevaba
el hierro de El Parralejo, un encierro que ya había otorgado triunfos
importantes en plazas como Valencia o Pamplona anteriormente. Sobre el papel,
el extremeño Posada de Maravillas, el castellonense Varea y el peruano Andrés
Roca Rey.
Fue un
novillo noble y que se venía arriba el primero de El Parralejo, un animal que
no le dejó estar a gusto de capa a Posada y que, tras un leve encuentro con el
jaco, tuvo que cuidarlo Jesús Márquez en el caballo. Por la mano derecha fue la
primera serie, una tanda bien estructurada y que tuvo calado en el tendido.
Repetía por ese lado el animal, llegando a los tendidos en una versión de su
toreo enrabietada. Envolvió su labor en la predisposición, no tanto en la
estética ni en la pulcritud de su labor. Un pinchazo y una estocada selló la
labor de Posada.
Detalles
sin eco dejó Varea en el recibo capotero del segundo, ya con el hierro de El
Parrelejo, siendo picado por Francisco Ponz «Puchano”. Quitó por chicuelinas
con un valor fuera de lo normal Roca Rey, pasándose el animal a milímetros de
la taleguilla. Brindó Varea al respetable para ir encelando al novillo en telas
y trazos por abajo, obligando y haciendo humillar al novillo a esa altura. Soltaba
la cara y no aceptaba de buen grado el animal los toques firmes del
castellonense, que cuajó su actuación en las mismas rayas del tercio. Fue
exprimiéndolo en las cercanías a un novillo con fondo y que fue permitiéndole
sonsacar importantes también al natural. Un pinchazo previo más allá de la
segunda raya y una media en buen sitio finiquitó la vida del novillo.
Con dos
chicuelinas intercaló el recibo capotero a la verónica Roca Rey al tercero, de
nombre «Minera”, al que picó «Remache”. Era importante la lidia de un novillo
que no terminaba de romper en el capote de Crespo y tampoco humilló en los
pares de Viruta. Antes, fue también con la cara arriba en el quite por
verónicas de Posada de Maravillas y en la réplica por chicuelinas del propio
Roca Rey. Perfecta fue la colocación del peruano en un toreo de buen trazo,
limpieza y dominio en las tandas ante un animal noblón pero muy justo de clase.
Derivó esa falta de clase en un punto de mansedumbre que debió cuidar Andrés en
toques firmes y terrenos alejados de toriles. Una dimensión fuera de lo normal mostró
el novillero con muletazos que el novillo se tomaba a regañadientes. Enterró el
acero en la suerte suprema un punto desprendido. Oreja.
Más
sosote de tranco inicial era el cuarto, un animal de El Parralejo que no estuvo
atento al capote del extremeño hasta que le puso delante la muleta –previo brindis
a Javier Aresti- y casi lo arrolla al instrumentar el cartucho de pescao. Intentó
poco después acompañar mucho las embestidas de un novillo del que no debía abusar
porque seguía la muleta de forma extraordinaria. Conjunción hubo en la tercera serie de Juan
Luis ante un animal que colocaba la cara de forma perfecta, sellando bellísimos
derechazos el novillero. Mucha calidad tenía el animal para que la composición
de Posada, personalísima, ayudara a que rompiera la faena. Cerró su trasteo por
abajo con muletazos con duende y muchísimo embrujo buscando igualar al novillo
para entrar a matar. Un espadazo de perfecta ejecución hizo que cayera el
astado. Oreja.
No se lució
Varea en el recibo al quinto, haciéndolo Roca Rey en el quite al novillo tras
las varas preceptivas. Mucho valor tuvo Andrés para echarse el capote a la
espalda por gaoneras e intercalarlas por tafalleras. Lidió al novillo Alfonso
Carrasco para que sólo pudiera dejar un palo Montoliú y se justificara Víctor
Pérez ante la mansedumbre del animal. En la faena del castellonense, ni el
novillo dejó cuatro pinchazos.
Más feo
era el sexto, con el que intentó mecerse a la verónica Roca Rey antes de que le
administrara dos varas Manuel Molina. Extraordinario, valeroso y firme en
formas y fondo anduvo Roca Rey en el quite por saltilleras. Tuvo agallas para
irse al centro del anillo y cruzarse por la espalda al novillo, al que enganchó
en varias tandas prendidas de valor. Prácticamente sin toques y con una
colocación perfecta de la muleta, Andrés hizo con dulzura que el novillo se
viniera arriba. Técnica cuasi perfecta del joven. Fue ganándole el paso hacia
adelante ante un novillo que por segundos iba perdiendo fuelle. Tras lo
finales, más en corto y buscando el doble trofeo, dejó un espadazo y paseó las
dos orejas.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Vista Alegre, Bilbao. Segundo festejo de las
Corridas Generales. Novillada picada.
Seis novillos de El
Parralejo.
Posada de
Maravillas, ovación y oreja.
Varea, ovación y ovación.
Andrés
Roca Rey, oreja y dos orejas.
FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ