Los directores de las bandas de música son muy quienes –faltaría más-
para elegir las pieza que tocan los suyos. Los hay con criterio de gache, que
no salen del Chiclanera y España cañí; los hay gourmets, que se van por el palo
de Martín Agüero y Tercio de quites; y hasta los hay con un punto de gusto en
figura para tocar el Concierto de Aranjuez mientras sumerge Ponce la faena
entre las notas, como ocurrió el domingo en Gijón. Puyana, el director de la
banda de Málaga, no toca rancheras.
Y hay que puntualizar que no las tocó hoy, porque el Despacito
bien armadao que le regaló el pasado año a JT fue de morir en figura, pero le
debe caer mejor el madrileño que Joselito Adame. Y mediada la faena al quinto,
sin que nadie se explique por qué, le cortó el pasodoble al mexicano en mitad
de una tanda al aborregado Torrestrella. Fue la inflexión de una tarde en la
que se empeñaron algunos en cicatearle al manito. Puyana le negó la ranchera
que bien ganada tenía a pulso; la presidenta la puerta grande pegando un
mangazo en el segundo.
A ese le encajó verónicas Adame con el corazón en el trapo, le
presentó los frentes para embarcarle distancias, despacharle inercias y para ir
a buscarlo cuando se le acababa el gas. Tenía empuje, calidad y disparo el buen
Torrestrella, tal vez sin tanta clase como el que hizo primero, pero con más
transmisión. Con ese no tuvo problema Puyana en hacer sonar su banda, porque lo
cuajó con el capote, le disparó el toreo con ambas manos y lo reventó sin
remisión con una tizona letal. «¿Qué hay que hacer para cortar dos en Málaga?”,
se preguntaría Joselito. Puyana le acentuó la incomprensión.
A Escribano, que se fue en los dos toros a ponerse de rodillas en
el altar de los miedos, le tocó Puyana Martín Agüero. La Capilla Sixtina del
pasodoble le llama algún compañero, y anduvo a la altura Manuel para dispararle
muleta lenta, lentísima en ocasiones, al enclasado primero. Torea Manuel desde
hace meses buscando el gusto en las yemas, y su búsqueda febril le otorga sus
frutos cuando le mete la cara uno menos rabiosillo que los que torea por lo
general. También con esos lo intenta Manuel, que ha comprendido el camino y se
ha hecho adicto a torear. Aunque también haya palcos que le eleven el listón
para bajarlo más adelante. Entonces habrá que recordar dónde se puso la marca
para disfrutar la concesión.
La de Garrido la pone él muy arriba, no los palcos ni las modas.
Se entierra en las arenas un José comprometido que sabe que su camino está en
pasárselos cerca. Así lo hizo con el tercero, con las puntas vivas apuntando al
cielo, con la pelota humillada para que confiase en la llegada y a su aire en
los finales para arruinarle el sabor. Poco le importa al extremeño la cara
suelta y protestona para quedarse más quieto que los hierros de encofrar. Con
el díscolo burraco y con el negro orientado que cerró plaza, que recordó en el
trasteo que le había metido en el muslo medio pitón a José María Amores y no se
entregó ni una vez, por más que lo pidiese el extremeño poniendo su vida en
juego. Injusta fue la tarde con José, que ni siquiera escuchó una nota de
Puyana. Ese hoy no tocaba rancheras.
Le dio igual, en cualquier caso, a un Joselito sublime que entró
en Málaga directo al corazón. Tal vez tuvo algo que ver que el tendido,
sacrosanto, se puso muy de su parte cuando lo mandó callar. Esas cosas del
toreo…
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Malagueta, Málaga. Tercera de abono. Dos tercios de entrada en el tendido.
Toros de Torrestrella, serios y con buena presencia. Con desliz, clase y entrega el primero, de muy buen fondo, emotivo y con mucha transmisión el segundo, con disparo, protestón y rebrincado, de cara suelta el rajado tercero, sin humillación ni viaje el borrico cuarto, pasador sin clase, pero a más y defensivo y orientado el sexto.
Manuel Escribano (grosella y oro): Oreja y silencio
Joselito Adame (Caña y oro): Oreja y oreja
José Garrido (mercurio y oro): Ovación con saludos y palmas
PARTE MÉDICO de José María Amores: Herida inciso contusa en tercio medio de muslo izquierdo cara anterior, de unos 24 cm. de longitud en forma de S, que interesa piel, tejido celular subcutáneo, rompiendo fascia penetrando en varias trayectorias: una ascendente de 15 cm. que rompe fibras de sartorio vasto interno y recto anterior, y dos descendentes, una hacia abajo y afuera de unos 35 cm. y otra hacia abajo y adentro sobre canal de Hunter, de unos 30 cm. que diseca fibras de vasto interno hasta subcutáneo.