GIJÓN

Gusto y entrega de Robleño y Garrido, Perera pincha el temple


sábado 15 agosto, 2015

Miguel Ángel Perera cortó una oreja del quinto tras también una gran actuación frente a los cárdenos

Miguel Ángel Perera cortó una oreja del quinto tras también una gran actuación frente a los cárdenos

Una
corrida de toros de Adolfo Martín hacía la penúltima de la Feria de Begoña de
Gijón y en ésta hacía Miguel Ángel Perera el paseíllo tal y como varios meses
antes había anunciado. Junto a él, paseaban Fernando Robleño y José Garrido.

Serio era el primero de Adolfo, musculado, badanudo y con remate, y debió Robleño lidiarlo hasta los medios para rematar allí con una media, siempre a favor del toro. Trasero cayó el puyazo en el primer encuentro y aun hubo un picotazo más. Embistió por dentro a diestras en el comienzo con la muleta y hubo que buscarle el sitio en las rayas del tercio. Con la distancia justa para que acudiese sin gazapear, con la altura justa para que no se aburriese, con el temple perfecto para que le diese todo el recorrido de que era capaz el animal, que fue serio en su embestida porque nunca fue completamente metido. Le confió un Robleño tremendamente preciso en toques y embarques que lo reventó de un espadazo para pasear una oreja.

Con una docena de verónicas de perfecto encaje saludó Perera la humillación de viaje corto y buen ritmo del segundo, más bajo, más corto, más estrecho en la sien y más franco en la embestida. Abajo se fue tras el jaco para que lo midiesen mucho en el peto. Sensacional fue el quite por delantales de mano baja de Perera, templando cadencioso la entregada humillación del cárdeno. Pero ya en banderillas le recortó el viaje a Joselito Gutiérrez en la brega. Empujó con sapiencia el extremeño al animal en el inicio de doblones con la muleta, preciso en los toques y sin permitir un enganchón. Todo fue por abajo, todo acariciando con imposición, templando trazos para hacerlos largos, sacando la muleta por debajo de la pala desde el cite de panza metida en el morro. Enorme Perera para pulsear la intención una vez que se afligió el de Adolfo, que tuvo fondo y embestidas buenas. Una estocada corta y defectuosa tras un pinchazo fue el borrón en una gran obra. Ovación tras aviso.

Al tercero le sopló Garrido un manojo de verónicas de increíble ajuste con las que vibró la plaza. Empujó el toro con brío en el caballo en un solo puyazo. Muy encajado Garrido desde el inicio, donde ya le dijo el de Adolfo que no tenía viaje largo. Supo cogerle la distancia y tuvo paciencia para tragar reposición, que no derivaba en remontada porque no tenia poder el animal. Y terminó metiéndolo en el saco con una serie diestra de lento diapasón y muleta con alma. Rompió Gijón con él, aunque no tuviese el de Adolfo para mucho más. Muy torero fue el final de doblones, que precedió a una estocada efectiva para pasear una oreja.

Al cuarto tuvo que frenarle Robleño el ímpetu a la hora de acudir a los cites, que le hizo medir el suelo en dos ocasiones. Perdió las manos también a la salida del peto, donde no recibió gran castigo. Medidor, mirón y reponedor fue el de Adolfo, al que consiguió sobar Robleño, encelarlo, tragarle destemples en la intención y terminar hasta encajándose con gusto para ver pasar la arrancada zorrón que jamás tuvo franqueza. Un esfuerzo el de Robleño para apostarle la vida al cárdeno y despenarlo de un espadazo para pasear la oreja que le faltaba para abrir la puerta grande.
 
El quinto le echó a Perera el freno de mano de salida y supo andaré para atrás con el capote abajo para fomentarle el celo y rematar con una media más allá de las rayas. Con ímpetu se fue el toro a estamparse contra el caballo con los cuartos traseros en el aire. Gran tercio de banderillas de Joselito Gutiérrez, que saludó montera en mano. Importante fue la forma de construir la faena de Perera con un toro que siempre llevó la cara a la altura del palillo y al que tuvo que desengañado a base de tragar y trazar con firme empuje y apuesta. Por abajo lo consiguió en dos tandas soberanas el extremeño, encontrando la distancia a la gazapón intención, arrastrando el trapo sin maldito el enganchón para rematar imperioso tras el de pecho. Pero hasta ahí llegó el fondo del cárdeno, que se rajó en el final y se negó a embestir. Un espadazo lo sentó de culo para pasear una oreja. 
 
Con faroles de rodillas saludó Garrido al sexto, y con lances genuflexo esperando mucho la llegada dormida que no viajaba muy allá para levantar la ovación en el tendido. Dura fue la vara que recibió, pero mantuvo la humillación, aunque no anduviera boyante en la fuerza. Saludó Fini en banderillas tras dos buenos pares. Arisco se mostró a diestras el cárdeno en el inicio, pero la tomó por abajo y con cierto son al natural, perdiendo un paso, dejando un tiempo y casi sin tocarle de nuevo para embarcar la repetición. Volaron macizos los naturalesven cuanto le cogió el aire, que no le costó mucho a Garrido, y sintió cada dibujo para transmitirlo al tendido. Fue un recital con la mano izquierda, con el extremeño encajado, hundido, abandonado a decir el toreo, inteligente para cambiar las manos en cada serie para que no se orientaba el de Adolfo. Una estocada arriba certificó la puerta grande. Oreja.

 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza
de toros de El Bibio. Penúltima de la Feria de Begoña. Corrida de toros.

Seis
toros de Adolfo Martín,  humillado y de embestida seria el primero, con humillado fondo el buen segundo, medidor y de corto viaje el tercero,  zorrón, mirón y desempleado el exigente cuarto, informal y sin entrega el gazapón quinto, de gran pitón izquierdo el sexto, 

Fernando Robleño, oreja y oreja. 

Miguel Ángel Perera, ovación y oreja. 

José Garrido, oreja y oreja. 

FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ