NORMATIVA

¿Existe el ‘afeitado’ de los toros al revés (con el fin de sacarles punta)?


miércoles 31 agosto, 2022

¿La solución al presunto 'afeitado' de los pitones de los toros en uno u otro sentido? Que el análisis de las defensas de los animales no dependa el análisis del ojo humano en un reconocimiento en un corral, sino que éste venga impuesto por la norma y se realice con más asiduidad.

Afeitado Toros
Toro con una astifina punta. © T. D.

En los últimos días se ha vuelto a reabrir el debate, tanto en las redes sociales como entre el boca a boca del aficionado, de la presunta manipulación de las astas de los toros, lo que se conoce como ‘afeitado’. De un tiempo hacia esta parte, en un importante número de festejos -plazas de 3ª y 4ª categoría en mayor medida-, los aficionados señalan astados sospechosos de manipulación en sus astas. Evidentemente únicamente existen las pruebas fotográficas, pues para dar un paso más sería necesario analizar con regularidad y severidad las astas de esos animales post mortem y ver si realmente había existido dicha manipulación o no.

Hace unos días mencionábamos en este medio el fallecimiento del senador Juan Antonio Arévalo Santiago, principal impulsor y defensor de Ley de Potestades Administrativas sobre Espectáculos Taurinos aprobada en 1991. Un político que luchó contra el presunto afeitado y que a través de esta norma intentó regenerar la Fiesta a través de la integridad de esta, creando en Canillas el Departamento policial para investigar los fraudes en materia de afeitado, gracias a ello se consiguió sancionar e inhabilitan a los ganaderos que hubieran manipulado las astas de sus toros.

Pero al igual que existen quejas por parte de ciertos aficionados al ver que hay corridas sospechosamente arregladas con el llamado ‘afeitado’, también un cierto sector de éstos se queja de todo lo contrario al afirmar que en ciertos festejos se les saca punta a los animales, una actividad que de probarse resulta igual de fraudulenta que la anterior. Y para salvaguardar la integridad que se requiere en el espectáculo es esencial que la Administración tome cartas en el asunto y ponga más ahínco en el problema, tanto para un lado de la balanza como para otro.

Para evitar suspicacias y enfrentamientos entre aficionados, ya sean apoderados, ganaderos o empresarios, este análisis aleatorio de las astas debe hacerse de una forma ejemplar y sin que les tiemble la mano. Habría que tomar ejemplo de esos controles sorpresa que se suelen hacer en el deporte, los mal llamados vampiros en el ciclismo. Controles rutinarios por sorpresa post mortem que acaben por sancionar a aquellos que se saltan las normas y quieren competir en desigualdad de condiciones.

¿Qué dice el reglamento taurino al respecto del presunto ‘afeitado’ de los toros?

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Otra imagen de un toro con dos astifinas puntas. © T. D.

El Reglamento de Espectáculos Taurinos detalla las funciones de la Presidencia y de quienes la han de asistir, así como del Delegado Gubernativo, todo ello en aras del adecuado desarrollo de los diferentes espectáculos taurinos de la siguiente forma.

Las reses bravas, eje sobre el que giran los espectáculos taurinos en sus variadas modalidades, son objeto de especial y minucioso tratamiento con el fin irrenunciable de articular las medidas precisas para asegurar la integridad del toro, su sanidad y bravura y la intangibilidad de sus defensas, previendo a este fin la práctica de reconocimientos y análisis que lleguen a determinar con absoluto rigor científico y con total objetividad las posibles manipulaciones fraudulentas de las reses. Por lo que respecta a los reconocimientos previos y «post mortem» de las reses a lidiar, se prevé la posibilidad de que los ganaderos y empresarios puedan designar un veterinario para asistir a tales actos, a fin de garantizar el principio de contradicción que debe presidir estas operaciones garantizando, en todo caso, que no se produzcan situaciones de indefensión para los afectados.

La llegada de las fundas en los toros, algo que influyó en este aspecto

Fraile De Valdefresno
Un toro de Fraile de Valdefresno con fundas. © Pablo Ramos

La llegada de las fundas también levantó el recelo de muchos aficionados, los cuales nunca ha visto con buenos ojos ciertos cambios que de daban en este espectáculo. Ya pasó con el peto y ahora con las fundas. Éstas ayudan a la protección y el posible desgaste del pitón, evitando también un número mayor de bajas, teniendo el inconveniente de tener que meter a un toro en un mueco con todos los problemas que puede acarrear. Y aquí es donde un gran número de aficionados ve el problema: una vez quitadas las fundas con el toro inmovilizado puede llevarse a cabo esa acción fraudulenta de la que estamos hablando.

Otra de las quejas que vienen haciendo, tanto los aficionados como los profesionales taurinos, es que no pueden existir diversidad de reglamentos con la problemática que ello conlleva, ¿se imaginan que en el fútbol hubiera un reglamento por cada comunidad autónoma? sin duda sería un caos, pues eso precisamente pasa en el toreo. Para evitar esas grietas que usa el que quiere saltarse la ley habría que unificar criterios y seguir a rajatabla un único reglamento, ese que por cierto impulsó, no sin mucho trabajo, Juan Antonio Arévalo Santiago.

Claro que el toro hiere y mata de verdad, no hay que irse muy lejos para ver la gravísima cornada que sufrió Manuel Diosleguarde el pasado domingo en Cuéllar, o el triste fallecimiento de toreros como Iván Fandiño o Víctor Barrio. Precisamente por ellos se debe perseguir a aquellos supuestos malhechores que conscientemente y sin ningún tipo pudor manipulan en un mueco a un toro bravo, para quitar pitón o para afilarlo. ¿La solución? Muy fácil: que no dependa el análisis del ojo humano en un reconocimiento en un corral, sino que venga impuesto por la norma.

Por lo tanto, para evitar la supuesta proliferación del ‘afeitado’ de los toros, en un sentido u otro, se debería ser tajante y severo en este sentido. Los reglamentos ya prevén mecanismos de control de la manipulación de la astas, que hay que cumplir, y que se podrían endurecer si el legislador así lo entiende con exámenes aleatorios que no hagan depender el análisis de pitones de lo que se advierta por los veterinarios en un reconocimiento a simple vista. La publicación de los sancionados, tras constatar la manipulación, debería de ser obligatoria, poniéndose sobre la mesa los nombres de aquellos que se salten las normas. El toreo necesita transparencia y no un oscurantismo que le quita verdad al mismo.