Una terna
joven, plena de ilusión y un hierro con posibilidades en Madrid era el que
presentaba la plaza de Las Ventas para este domingo. El madrileño Iván Vicente volvía a pisar el ruedo que le había hecho soñar,
el albaceteño Rubén Pinar quería entrar de nuevo en el circuito de Ferias del
que salió y el gaditano David Galván debía refrendar la ilusión con que irrumpió
en Madrid en San Isidro.
Suelto de carnes y estrecho de sienes era el primero de Gavira, que embistió con mucha calidad en el capote de Iván Vicente, que supo esperar la llegada dormidita para dejar tres verónicas y media de mucho sello. Se rompió mucho el animal en varas, donde tuvo fijeza. Limpias salieron las chicuelinas del quite de Pinar, que abrochó con media asolerada. En la muleta tuvo profundidad el animal, y reposo un Iván Vicente al que no le pesaron las urgencias para dejar su sello en cada muletazo. Supo sacarla por debajo de la pala siempre, componiendo con gusto y dejando trincheras que hicieron rugir los oles. Exigió al natural, con el toro rebozado y el torero abandonado al vuelo templado y largo. Fenomenal el de Soto, que reventó al de Gavira de un espadazo para pasear una oreja de Madrid.
Vareado de carnes estaba el segundo, que se tapaba con la cara acucharado y astifina. Desentendido tomó el percal de Pinar, que no tuvo opción devestirarse antes de que visitase el toro al penco para salir suelto también del peto. Ceñido estuvo Galván en el quite, con el animal midiendo hasta el embroque. Muy inteligente anduvo Pinar con el toro, con un comienzo en los medios dando metro y medio y ganando el paso tras el muletazo para que no se fuera. Ganó la ligazón con la diestra, pero fue al natural cuando llegó la profundidad en el trazo, rascando el fondo y la largura de un animal si gran clase que amarró el morro a la arena cuando se lo exigió el manchego. Asiento y valor en Pinar para tragar siempre hundido, con un redondo eterno que convirtió en circular con un cambio de mano por la espalda para que rugir el tendido. Incluso se llevó un pitonazo en los compases finales, cuando el toro le apretó y lo cogió por la corva. Sólido en las manoletinas del epílogo, malogró con el descabello lo que hubiese sido una oreja de ley. Vuelta al ruedo.
Tuvo clase y empuje el tercero el el capote, que no repetición, porque quiso desentenderse tras los embroques en el templado y mecido saludo de Galván. Medido fue el castigo en el primer puyazo, y ya entonces comenzó a afligiese y a no terminar los viajes. Con genio de manso le llegó el animal en la muleta a un Galván que no cedió maldito el palmo. Le protestó cada cite, cada trazo firme y decidido que buscaba imponerse a la movilidad geniuda y rascar el fondo para que sacase lo que tuviese. Fue en la zona de medios, fue a retazo, pero fue meritoria la faena del gaditano valeroso al que le faltó reposo en ocasiones para evitar enganchones con un animal nada fácil y muy desagradecido a diestras. Terminó afligido y aplomado el animal ante el seco valor de David, que se puso siempre muy de verdad. Muy sincero y valeroso el arrimón final ante el áspero Gavira, le sonó un aviso toreando y aún así le pegó manoletinas de atragantó antes de dejar una estocada hasta las cintas. Ovación tras dos avisos.
El colorao cuarto, de Carriquiri, se aquerenció en chiqueros, arrancando a oleadas a las que aún le dejó Iván Vicente un par de verónicas bienintencionadas. Al caballo de la puerta se arrancó el animal para que le dejase un gran segundo puyazo Héctor Vicente. Al ralentí fue el quite de Pinar a la verónica, donde pareció el animal humillar más templado. Le acertó con la media altura Iván en el inicio, donde surgieron muletazos con empaque y gusto, con bello trazo y conexión. Pero no era el animal de repetir las series, y debió acoplar el templado diapasón el de Soto para torear muy despacio con la mano derecha. Enorme al natural, deletreó el toreo en dos series de cuatro y el de pecho, antes de que se acabase el animal y le buscase el terreno al toro muy de verdad, muy hundido, muy enterrado en la búsqueda de su idea. Pero pinchó el madrileño y allí se quedó la ilusión de una puerta grande que ya estaba abierta. Vuelta al ruedo.
Con aspereza y hasta violencia se le fue el quinto detrás del trapo a Pinar para que lo lidiase con mucho sentido. Bruto se fue al peto y bruto embistió después, pechugón y con las manos por delante. Una prenda fue el basto toro en la muleta, donde nunca quiso pasar y siempre buscó el calcañal de un firme y decidido Pinar que nunca volvió la cara. Gallarda fue la pelea del albaceteño, que se jugó el cuero sin trampa para dejarle un espadazo y saludar una ovación.
El sexto era una raspa indigna de la plaza de Madrid y muy en corto se le revolvió en el percal a Galván, impidiendo que se estirarse en el saludo. Fue picar y dejar el palo el tercio de varas, donde blandeó el animal con descaro. Muy hierático y vertical el saludo de David, que le dio quietud en el inicio. Se partió el toro el pitón por la cepa al meterlo en la arena. Quiso darle importancia Galván al de Gavira ante las protestas del tendido, y quiso imponer su firmeza ante la arrancada descompuesta y sin clase del bicho. Porfió David con aplomo sin que le hiciesen caso con un toro que terminó buscando chiqueros y que no le dio ninguna opción. Pinchó, además, y escuchó silencio tras aviso.
Vídeo Madrid 9-8-2015 por Cultoro
FICHA DEL FESTEJO
Plaza
de toros de Las Ventas. Temporada de verano. Corrida de toros.
Seis
toros de Gavira, enclasado y profundo el buen primero, desclasado pero con fondo el segundo, áspero y con genio el tercero, mansito con fondo y corta duración el cuarto, violento y protestón el bruto quinto,
Iván Vicente, oreja y vuelta al ruedo.
Rubén Pinar, vuelta al ruedo y
David Galván, ovación y silencio tras aviso.
FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO