Raúl Martí es una de esas almas jóvenes que están intentando
día a día honrar el sector plateado para sentirse importantes en un oficio para
gente importante. Así es Raúl, amante de la doma y torero por naturaleza que un
día decidió dejar los jacos a un lado para dedicarse por entero a emocionar
corazones con capote y palitroques. El valenciano destacó en la pasada Feria de
Julio de su tierra en la que acompañó a los novilleros levantinos en la
novillada que abrió el serial.
La esperanza con la que camina esta temporada es
banderillera: Cristian Climent. El sorismo y el valencianismo en toda regla es
lo que el novillero lleva por bandera.
«Es un novillero que pone banderillas, y lógicamente son lidias
distintas a las habituales. No obstante, tienes que intentar cada vez que des
un capotazo hacerlo lo mejor posible, hacerlo lo más templado posible para que
lo vea bien el matador. Son lidias distintas, que a lo mejor el espectador no
aprecia tanto porque está más pendiente del matador banderilleando»,comenta Raúl Martí.
Sobre su temporada particular, Martí señaló que «este
año se está desarrollando de una forma un poco rara. Empecé actuando cuatro
tardes en Fallas, ya que los valencianos tenemos esa suerte. Después de la
tarde de Román en Valencia, el torero se ha quedado parado y, en consecuencia,
su cuadrilla. Mi temporada, pues, ha dado un bajón grandísimo. También tuve la
suerte de acompañar al maestro Finito en Fallas, toreando por primera vez el
día de San José en mi tierra. Después he ido acompañando a los novilleros de mi
tierra, especialmente a Cristian Climent y Jorge Expósito. Espero que se sigan
sucediendo sus triunfos y vayan entrando poco a poco en las Ferias. También
hago el paseíllo con un matador de toros zamorano, Alberto Durán»,aseguró el subalterno levantino.
Sabe que no ha sido un
camino fácil, pero ha sabido superar las cuestas hasta lograr vivir de la
profesión que desde niño soñó. «Mis comienzos fueron en el mundo equino. En
mi casa nos dedicamos a la equitación y siempre me había llamado la atención el
rejoneo. Habituaba a ir a los rejones con mi padre, con mi familia, y eso me
llamaba la atención porque era lo que veía. Con doce años empecé a ir a la
escuela taurina a descubrir el toreo y por ello me olvidé un poco del rejoneo.
Tuve la suerte de debutar con caballos en la Feria de Fallas de 2005 y, a
partir de ahí, ir entrando durante cuatro años en plazas como Madrid, Valencia
o Arnedo, pero me costaba mucho romper».
Sobre sus inicios como
novillero y posteriormente como torero de plata, Martí señala que «entonces
estaba viviendo en casa de Sergio Galán y me ofreció la colocación en su
cuadrilla por los conocimientos que tenía como jinete y como torero. Ahí
comenzó mi trayectoria como subalterno hasta ahora. Estuve tres años con
rejoneadores como Antonio Domecq hasta que se retiró, luego con novilleros de
mi tierra. Estoy disfrutando mucho de mi profesión».
Un torero de plata se
siente con la seda. Es lo que ha deseado desde que sus comienzos con sueños
dorados se tornaron en deseos plateados. «Sin duda con el capote. Es con lo
que uno más intenta disfrutar. Cuando a uno le salen bien las cosas, cuando uno
se siente realizado, es cuando está a gusto. De matador ponía banderillas y ya
tenía la base cogida, y ahora la he incrementado. Me vino muy bien aquella
etapa«, rubrica el banderillero. También, y en relación a la
situación del escalafón de plata en la actualidad, comenta que «me gusta exponer con las banderillas. Esto
es un espectáculo y a veces tenemos que pisar el acelerador para que las cosas
salgan bonitas. La propia historia del toreo me empuja a ello».