Una corrida
de Adolfo Martín cerraba la Feria de Soria 2015. En el cartel, Pepe Moral, Juan
del Álamo y Borja Jiménez hacían a las siete en punto el paseíllo en la ciudad
castellana.
Más frente que perfil tenía el primero de Adolfo, corto, reunido y con su morrillo pelotudo embistiendo abajo en el viaje corto en el que volvía sobre las manos, obligando a Pepe Moral a perder pasos en las verónicas del saludo. Apenas un picotazo recibió un animal sin entrega que midió el albero en el arrebatado quite veroniquero de un asentado Moral. Pronto se lo llevó a los medios El sevillano, pronto se encajó en la diestra y pronto se le acabó el fuelle a un animal que embistió obediente a cada toque pero sin gracia ni raza para rebozarse. Poco le importó a Moral, que trazó y templó cómo lo tiene en la cabeza, con la muñeca suelta, el vuelo largo y la serena planta buscando la excelencia que pocas veces le permitió alcanzar el Adolfo. Al ralentí voló el toreo con la diestra a la embestida andando del cárdeno, al que le aguantó parones en el embroque con valor y decisión. Hasta las cintas la estocada trasera y la primera oreja que voló a su esportón.
Aplaudida de salida
fue la estampa del segundo, abierto de palas y cornivuelto, que tuvo más fijeza en el peto que en el percal de Juan Del Álamo, siempre desentendido de telas. Se dolió el toro en banderillas, pero se desplazó en la buena brega de Rafa González y atendió al trapo en el encajado inicio de Juan. Le costó al charro cogerle el pulso al animal, pero terminó embarcándolo en la diestra a fuerza de fe y quietud, de confianza en que pasaba un toro que siempre arrancaba con la cara entre las manos y al que terminó matando de un sablazo bajo que le privó de todo premio.
El tercero, al que la punta de los pitones le miraba a la penca del rabo, tuvo movilidad y codicia en la humillada arrancada al saludo a la verónica de. Borja Jiménez, encajado y despierto para despachar arrancadas. Pero empezó a gazapear desde el inicio el cárdeno, que midió, marcó, desparramó la vista y buscó el pecho en cada arrancada mientras trataba Borja de sobreponerse a la postura del público de parte del toro. No fue buena, desde luego la experiencia con su primer Adolfo de matador. Silencio.
El cuarto no daba un respiro en la repetición en la capa, y allí lo esperó Pepe Moral con el vuelo presto para soplarle cinco verónicas y media, una de ellas de auténtico cartel. Aplaudido fue el picotazo en varas en el que el toro se dejó pegar mientras el picador levantaba el palo. Pronto buscó el sevillano la mano izquierda para tragarle muy puro a un toro que venía con la cara suelta, se frenaba a medio viaje y reponía con facilidad. Había que imponerse y se impuso Moral para componer cada natural y pulsear los derechazos que nunca tomaba el cárdeno con franqueza. Hasta llegaron muletazos de muy bella fábrica con la mano izquierda y una estocada traserísima que deslució la actuación. Ovación tras aviso.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza
de toros de Soria. Última de Feria. Corrida de toros. Media entrada.
Seis
toros de Adolfo Martín, espeso y soso el desrazado primero, humillado pero costoso y por dentro el exigente segundo, medidor, mirón, gazapón y malo el tercero, de media humillación pero obediente al toque el pasador cuarto, deslucido y aplomado el quinto, de insulsa nobleza y reposición constante el sexto.
Pepe Moral, verde botella y oro, oreja y ovación.
Juan del Álamo, palo de rosa y oro, silencio y silencio.
Borja Jiménez, blanco y oro, silencio y oreja.
FOTO: Licinia Muñiz