Posada recibió al
primero de la tarde con suaves verónicas a compás abierto. Llevó por
chicuelinas al burel para recibir una única puya, posteriormente quite por
delantales y la media de remate. Comenzó con el cartucho armado en los medios. Tras
enganchones iniciales luego otros pases más limpios pero siempre tocando la
franela al final de la tanda. Estuvo casi siempre separado y fuera de sitio y a
veces con la pierna retrasada. Un toro que pedía más de lo que se le hizo se
fue sin un apéndice al desolladero. A los medios se llevó al cuarto para darle
allí una media, quite por verónicas tras la puya de rigor. Con criterio se le
aconsejó desde el callejón que no dejara la mano izquierda, con la que había
empezado, sacando así algún limpio natural. Por el derecho la embestida era más
corta. No se cruzó en toda la lidia, tan solo al final cuando ya el de Fernando
Peña estaba prácticamente parado. A pesar de ello cortó una oreja escuchando
petición de la segunda.
Ginés Marín se
encuentra más placeado que el resto del cartel y eso se notó. Su primero tuvo
poca fijeza capotera, mostrando además blandura el animal. Realizó un quite por
chicuelinas tras una vara. De excepcional se puede calificar la brega del
torero de plata Javier Ambel, hoy por hoy uno de los mejores subalternos, no en
vano escuchó una ovación con cada capotazo que le instrumentaba al toro. Junto
a él obligaron a saludar tras parear a Pedro Roldán y Manuel Izquierdo.
Intercaló Ginés la derecha con la izquierda por donde sacó algún aceptable
natural. Mejor iba por el pitón derecho, estando el torero tranquilo y a gusto
ante la flojedad y falta de casta de su oponente. Casi finalizando un circular
que gustó mucho al respetable. Remató con manoletinas y con una estocada baja
que bastó cortó las dos orejas. El toro fue aplaudido al arrastre. El quinto
echaba la patas por delante y recibió un pinchazo trasero. Muleta en mano lo
citó en los medios con la zurda, ligando varias tandas y cosechando algún
estimable natural. Por el pitón derecho eran frecuentes los enganchones. Fue
una faena claramente de más a menos. Alargó demasiado la lidia que junto con lo
mal que estuvo con los aceros hicieron sonar dos avisos. Obtuvo una ovación.
El
pupilo del también matador de toros cacereño, Manuel Bejarano, Juan Carlos
Carballo mostró una gran decisión toda la tarde. Se fue a por el tercero a
portagayola de espaldas y lógicamente el burel le pasó luego por encima. Lo
dejó muy crudo en varas y banderillas, pasando los rehileteros algunos apuros.
Ante este toro flojo y sin bravura estuvo el novillero muy firme y en plan
torero. Toro que pedía media altura en los cites. Siendo sometido mucho y
terminando rajándose. Se alargó en exceso la faena y puso dificultades en la
suerte suprema. Tras un aviso se le concedió la oreja. De nuevo a portagayola
para recibir al que cerraba plaza, de pie y con la muleta de espalda.
Posteriormente le costó pararlo y fijarlo. Gran vara la ejercida por José Maria
Botella que escuchó una merecida ovación. Pocas condiciones tenía el toro al
que Carballo le hizo las cosas despacio y suave. Por el pitón izquierdo ofrecía
más peligro. Estuvo muy valiente el novillero, aguantando la mala y fea
embestida. A la hora de matarlo se echó literalmente encima y se le pidió con
muchísima insistencia las dos orejas, que al conceder el presidente tan solo
una escuchó luego una fortísima bronca.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Badajoz, segunda de abono, un tercio de entrada en tarde calurosa
Novillos de Fernando Peña, manejables pero escasos de fuerza y bravura
Posada de Maravillas (Blanco y oro): Oreja y oreja
Ginés Marín (Gris perla y plata): Dos orejas y ovación tras dos avisos
Juan Carlos Carballo (Verde esperanza y oro): Oreja tras aviso y oreja