Cuando la lucha de un hombre comienza dentro de sí, ese
hombre vale algo. El hombre, bajo el nombre de Alberto Escudero, abrió la
puerta grande de Ledesma, por evolución y por raza, porque a pesar de los
pesares, ese pesar que aflora en él que es la falta de oficio, el salmantino
hoy luchó desde dentro para arrancarle las dos orejas a un bravísimo ejemplar
de El Puerto de San Lorenzo que empujó en el peto y se arrancó en todo momento
de largo en la muleta con clase y humillación. Armonía en los inicios con las
rodillas ancladas al suelo por la diestra sellando un par de tandas bien
ejecutadas, dispuesto ante la humillación de su ponente que hizo que surgiera
también al natural, donde siguió la lucha, ese tipo de luchas que al final,
sabes que valen la pena, porque Escudero acabó su labor por manoletinas y se
tiró a matar sabiendo que el fin justificaba a los medios, si los medios son
honestos, a pesar de que se estremeciera tras la fuerte paliza que sufrió al
ser cogido, pero sufrir sirve si después viene la recompensa que se vio
traducida en dos orejas, y Escudero lo sabe.
Sabe además este novillero que hace apenas un año empezaba a
sonar con fuerza entre los aficionados charros que solo los que luchan de
manera continua son los imprescindibles, y el todavía no lo es. En su primero,
tuvo que conformarse con una ovación porque falló con los aceros, a pesar de
que tuvo disposición y supo acoplarse al buen son del ejemplar de Antonio
Palla.
Son faltó al de Lorenzo Rodríguez, un novillo con embestida
sin mala intención pero con escasa entrega, que fue a menos a largo de la faena
de Ginés Marín. Articuló el gaditano su faena por el pitón derecho, por el
izquierdo se rajaba, y no supo entenderlo, y aquí sí falto lucha. Sí la hubo en
su segundo, el de Francisco Madrazo, de excelente condición aunque pecó en el
desde los inicios la falta de fuerza. Asentado, toreó muy cuajado al natural
con series de empaque y gusto. Le dio los tiempos precisos, se gustó y firmó
también series por el derecho aunque falló con la espada lo que fue una faena
de premio.
Premio, aunque amargo, el que al final se llevó Alejandro
Marcos, que no tuvo su tarde. Decía Mercedes Sosa que el mejor premio es el
aplauso de la gente, con eso puede quedarse, porque el novillero de la Fuente
de San Esteban cortó una oreja al último novillo de la tarde, el de López
Chaves, pero no con ello debe conformarse porque no estuvo como sabe y debe
hacerlo. Si no esperas nada de nadie, nunca te decepcionan, y de Marcos se
espera mucho, porque su innato gusto y su preciado temple han hecho ilusionar,
pero volvió a pasar, volvió a fallar con los aceros y eso pasa ya a ser una
losa. En su primera actuación el salmantino ante el bravo ejemplar de Montalvo
inició la faena con pases cambiados en el centro para sellar después unas
tandas por la diestra marca de la casa. Detalles de nota también en su segundo,
marcando su faena de muleta por el temple del que atesora, pero no encontró su
sitio. A la guerra se va a luchar, aunque por lo general no resuelven
problemas, sino que plantean otros nuevos. Hoy se plantearon problemas desde
dentro en Ledesma, algunos se solucionaron, otros no tanto, pero solo el tiempo
marcará la evolución de tres guerreros que quieren batallas de éxitos. Lo
importante no es tener razón, es conseguir la victoria.
FICHA DEL FESTEJO
Novillada concurso. Lorenzo Rodríguez, Antonio Palla,
Valrubio (fue devuelto), Montalvo, Francisco Madrazo, Puerto de San Lorenzo y
López Chaves.
Ginés Marín: silencio y ovación
Alberto Escudero, ovación y dos orejas
Alejandro Marcos, silencio y oreja.
PREMIOS: Tras la novillada, el jurado otorgó el mejor par de
banderillas a Manolo Linejo, la mejor faena a Ginés Marín, el mejor puyazo a
Alberto Sandoval y el mejor novillo al Puerto de San Lorenzo