¿Con qué sueña un torero? Esa es una pregunta obvia y muy fácil de
contestar, pues con el triunfo y la gloria debe pensar todo el mundo. ¿Y si el
sueño tiene que ver con Sevilla y su Maestranza?
Hoy cumplían un sueño tres novilleros, hacer el paseíllo en la Maestranza
colmaba el anhelo que llevaban dentro.
Filiberto se llevó el mejor lote de
la tarde, su primero tuvo un pitón izquierdo boyante, hubo naturales de trazo
largo, muleta poderosa y remates con gusto, pero faltó mayor continuidad. Poe
el derecho el animal se quedaba corto y tendía a protestar. Fue bravo el Villamarta,
animal fijo en el jaco y a más en la lidia.
Pero donde se vio a un Filiberto bien verdad fue en el buen cuarto.
Soñaba el murciano el hacer crujir a la
Maestranza, lo soñó tantas veces que se hizo realidad. El de Villamarta justito de fuerzas pero mucha clase
embistió como soñaba su ganadero. Filiberto se dejó el alma para conquistar a Sevilla, que premió su faena
con una oreja, no podía ser menos, la faena y estocada bien lo valían.
Roca Rey venía a Sevilla con el sueño de abrir el cerrojo
de la del Príncipe. Puso todo de su parte, compitió en quites, se dejó la piel
en el ruedo, mostrando la ambición de quien quiere y puede ser figura del toreo.
Anduvo valeroso y solvente con la capa, pero el
cénit vino con la pañosa. Primoroso inicio de faena, muletazos rodilla en
tierra, la música sonó, Sevilla estaba
con el peruano. El novillo no fue nada fácil, exigente en cites y colocación. Faena de valor, exposición y mucha verdad. Con la diestra
surgieron bellísimos y toreros derechazos, pero lo que levantó al público fue
una sensacional serie al ralentí con la zurda, paró los relojes.
Para finalizar faena tiró la
ayuda y toreó por naturales, la faena estaba para ponerle la rúbrica y salir a
hombros, así lo hizo, se jugó la vida en una estocada que acabó en pinchazo,
para más tarde cobrar una gran estocada, la oreja estaba en la mano. Roca Rey había conseguido lo
que tantas veces soñó, lo que muchos torero buscan y desean conseguir, no fue
la de Príncipe, pero eso es lo de menos, había conquistado Sevilla.
Cerraba cartel el hispalense Pablo Aguado, un novillero que
tiene a la parroquia detrás de él. Quizás no tuvo una tarde de toreo excelso,
pero demostró que no está aquí de paso. Su primero un enclasado aunque justo de
fuerza y raza le dejó saborear los oles de la Maestranza.
Novillo al que había que pulsear, hacerlo todo con sumo mimo, sin tirones. Aguado lo entendió, cierto es que fue cuando
el Villamarta estaba más agotado, pero no es menos
cierto que brotaron naturales de una belleza y plasticidad enorme, cadencia,
pulso, tacto… todo era esencial para que el animal no diera de bruces contra
el suelo.
En el sexto salió a darlo todo,
sabía que sus compañeros habían tocado pelo y él no podía quedarse atrás. Tres
faroles de rodillas fueron su tarjeta de presentación, tras una voltereta salió
sin mirarse el traje para ejecutar chiquilinas de una gran exposición, los
tendidos estaban puestos es pie mientras sonaba la música.
faena a José
Murube, ganadero que junto a su esposa la también ganadera Aurora Algarra han ayudado y apostado desde el
princípio por la carrera del joven novillero sevillano.
Toro complicado este sexto, con
genio y sabiendo lo que se dejaba atrás. Faena de valor, exposición y gran
verdad. Por el izquierdo no tenía ni un pase, tal es así que se lo echó a los
lomos, sobrevoló el drama, pero se quedó todo en una fea y aparatosa voltereta. Aguado no se amilanó, tragó saliva y tiró
para adelante, faena de cara o cruz. Muleta siempre en la cara, muletazos hasta
el final, el público era consciente de la gran dificultad que tenía el novillo.
Tras un estoconazo paseo una oreja que no hace sino reafirmar el momento por el
que pasa. Cuántas veces habría soñado Aguado ver así de entregada a su Sevilla, si sigue por este camino algún día
conseguirá hacerla suya, no hay premio mayor en el toreo.
No quiero dejarme atrás a dos
toreros de plata que hoy dignificaron su profesión por su pureza y su verdad. Manuel Lodero de la cuadrilla de Aguado y Roberto
Ortega de la de Filiberto. Ambos cuajaron un
tercio de banderillas de una pureza tremenda, siempre en torero, nunca buscando
el triunfo personal, sino el bien de su torero. Premio a su gran labor
saludaron motera en mano tras dos soberbias actuaciones, Sevilla había sabido ver lo que allí ocurría, cuando las cosas se hacen por derecho todo es mas fácil.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de
toros de La Maestranza. Novillada del Corpus, media plaza en tarde calurosa.
Seis
novillos de Villamarta, correctos de presentación. De buen
pitón izquiero el primero, manso y a menos el segundo, con clase pero justo de
fuerzas el tercero, manejable el cuarto, exigente el quinto, manso y con
peligro el sexto.
Saludaron montera en mano Manuel Lodero y «El Viruta» en el tercero de la tarde y Roberto Ortega en el cuarto.
Filiberto (Salmón y oro): ovación y oreja.
Andrés Roca Rey (Caña y oro): oreja y
oreja.
Pablo
Aguado (Berenjena
y oro): ovación y oreja.
PARTE MÉDICO
Roca Rey surfrió una ‘herida inciso contusa sobre bolsa escrotal con contusión
testicular, limpieza y sutura de herida. Pronóstico leve’.
FOTOGALERÍA:
ARJONA-PAGÉS