Es evidente, el
rejoneo ha pasado a una nueva época. Se ve muy claro cuando en una tarde como
la de hoy se juntan tres intérpretes tan distintos como Fermín Bohórquez,
Hermoso de Mendoza y Leonardo Hernández. El de Fermín es ese rejoneo de
transición, el que bebió de las fuentes de los Domecq, los Peralta y los
Vidrié. Un rejoneo que, aunque sentó las bases del rejoneo moderno en el
sentido de dar el pecho, ir de frente y recoger las embestidas tras cada pasada,
ahora luce obsoleto. Obsoleto porque ahora hay más, porque después de João
Moura y tras la escuela que ha dejado Hermoso de Mendoza, se encarga de la
lidia total. Es decir, que aquellas cosas que hoy hicieron acertadamente los
auxiliadores de Fermín ahora las hace el propio jinete con sus caballos. Y lo
volvió a demostrar el navarro en dos lidia soberbias, por efectivas y
espectaculares, aunque le falló el rejón de muerte.
Ya la
consolidación de este cambio se comprobó, no sólo con la histórica tarde que hace
una semana dieron Sergio Galán, Diego Ventura y Leonardo Hernández, sino con la
impecable actuación de el propio Leonardo el día de hoy. Uno de esos jinetes de
la nueva generación que han mamado de esta nueva tauromaquia a caballo. La de
hoy, ha sido la mejor actuación del extremeño en Las Ventas: sobrio,
inteligente, torero y perfecto en la lidia. Haciendo todo a favor del toro y
labrándose su triunfo a base de una lidia construida a favor del toro. La
demostración viva de que el rejoneo, hoy más que nunca, es toreo a caballo.