De
domingo y jueves y la primera en la frente: Eugenio de Mora no estará en el
Corpus de su tierra, el Corpus de Toledo. No lo estuvo en 2014, donde la plaza
registró un casi lleno que recordaba las grandes tardes taurómacas de la ciudad
imperial, y no lo estará en un 2015 con tres orejones de Madrid en su esportón.
Tres orejones, tres. Una pena.
Es de
loa la labor que el grupo empresarial que lleva las riendas del coso manchego
porque está apostando por una plaza que se encontraba dormitada entre la
desaparición casi absoluta y la permanencia por la corrección política que
implicaría dar un festejo de fachada al año. Ellos, sin embargo, han apostado a
lo grande con un cartel de campanillas que no terminará sino por ser todo un
acontecimiento social en la ciudad. Han apostado a lo grande por una plaza que
ha sido también grande en el circuito y necesitaba del apoyo de todos. Y la
tierra respondió. Pero falta su fruto, el fruto de esa misma tierra: falta Eugenio.
Se
rompió para entreabrir la Puerta Grande de Alcalá el pasado verano con una
corrida del Conde de la Maza para entender; volvió a dar el golpetazo en
Resurrección paseando otra oreja más y, el pasado domingo, ofreció ante el orbe
taurómaco una lección de técnica y comprensión del toro bravo. Si el mundo se
nos cayó encima cuando Urdiales no apareció en el serial baratillero, no iba a
ser menos cuando uno de los toreros más importante que Toledo ha dado en los
últimos tiempos no aparece en el serial. Y, como el tiempo es sabio, sabrá
premiar la labor de un Eugenio que merece lo que esas tres orejas valen.
