Para un rejoneador, un caballo es mucho más que una herramienta de trabajo: es un compañero con el que pasa gran parte del día, de ahí que el precio de estos no estén marcado por una cantidad estipulada previamente. Existe la compra-venta de animales, pero cuando se trata de las estrellas de la cuadra de un torero a caballo, el valor de éstos alcanza cifras auténticamente millonarias. Incluso muchos rejoneadores no ponen precio a sus caballos debido al afecto y cariño que les tienen a lo largo de su carrera.
Cagancho, el caballo que Pablo Hermoso lo compró por 280.000 pesetas y lo convirtió en el mejor de la historia del rejoneo
Uno de esos caballos que marcó época y que aún sigue siendo recordado fue ‘Cagancho’, un equino que compartió los inicios de Pablo Hermoso de Mendoza. Juntos escalaron al estrellato del rejoneo. Un caballo que en aquellos años que se cerró en 280.000 de las antiguas pesetas y que con el tiempo subió su valor hasta cifras estratosféricas.
Feo, flaco, cabezón y con las patas repletas de úlceras sangrantes: así era Cagancho cuando Pablo Hermoso de Mendoza decidió adquirirlo al portugués Brito Paes allá por 1990, a bajo coste, con cuatro años y después de que absolutamente nadie se fijara en él en la feria de caballos más importante de Portugal. Como el patito feo, como el niño marginado de clase con el que nadie quiere jugar…
Un caballo que ha dejado su simiente en casa del rejoneador navarro, viniendo tras el numerosos hijos que siguieron dando lustre a esta cuadra. En una entrevista, Pablo Hermoso de Mendoza llegó a declarar: «Mis caballos no tienen precio». Hay quienes aseguran que un solo ejemplar de su cuadra puede costar un millón de dólares, pero él, con toda templanza, insiste en que no están en venta.
Los «cheques en blanco» por un caballo de rejoneo
Existe una anécdota referente al rejoneador Juan José Rodríguez, un rejoneador natural de Badajoz. El extremeño tenía un caballo que ponía el par a dos manos sin cabezada, y un empresario mexicano le puso en una ocasión un cheque en blanco para que pusiese una cifra y así poder llevárselo a México, desechando la propuesta el propio torero a caballo e indicándole que el caballo no estaba en venta. Se llamaba «Fabuloso», era un caballo diferente a todos y con un valor personal tremendo para Juan José Rodríguez.
Más allá de este tipo de anécdotas, fuentes muy cercanas a grandes toreros a caballo han podido asegurar que un caballo extraordinario puede costar hasta medio millón de euros, ya que es un animal que puede arreglar una temporada entera de una figura, algo que por ende no tiene una baremación, mas sí un valor económico. Es más un acto de corazón que de cabeza, quizá. Un acto de apuesta por el animal que puede salirte bien a lo largo de una campaña y alzarte en el escalafón.
Diego Ventura y el «experimento» en el inicio de su carrera
Diego Ventura es uno de los rejoneadores que empezó su carrera con caballos de 16 y 18 años, animales muy veteranos, con alguna deficiencia física que a él le aportaban mucho. Su padre, Antonio Ventura, le veía algo a ellos, porque elegía un caballo contrastado para un adolescente que empezaba a torear con unas condiciones innatas. Para una figura que tuviese que torear ochenta tardes quizá esos caballos no valían, pero para un chiquillo como el entonces incipiente Ventura eran material perfecto para saltar al estrellato.
Las yeguadas en la actualidad
Respecto a las yeguadas, una de las más definidas en la actualidad es la de Manuel Veiga, en Portugal, que tiene líneas muy toreras. Pero los propios rejoneadores figuras tienen su yeguada hecha, como Diego o Pablo Hermoso, que tienen animales ya seleccionados por ellos mismos y se nutren de ella.
Los caballos que no tienen el potencial necesario para estas figuras son vendidos a otros rejoneadores más modestos o acaban realizando otras labores, ya sea en ganaderías o vendidos para recreo.