Uno de los toreros pasó por el plató de Ratones Coloraos, programa presentado por el recordado Jesús Quintero, fue un joven Alejandro Talavante, diestro que por esos años ya tenía a sus espaldas triunfos de clamor en Madrid, Sevilla o Valencia, un torero que pese a su corta trayectoria ya tenía claro a donde quería llegar y como quería hacerlo. Una conversación cara a cara, sin dobleces en la que ambos hablaron sobre la tauromaquia, los inicios de Talavante, su pasión por el mundo del toro, así como su admiración y devoción por José Tomás, un torero que cambió su vida una tarde de verano en la plaza de toros de Badajoz.
Una vez pasada su época de novillero y ya como matador de toros surgen varias preguntas que Quintero no dejó pasar por alto. Sabía que entraba en un terreno más hacia lo personal que a lo estrictamente profesional, aunque ambos estuvieran directamente unidos.
Así hablaba Alejandro Talavante sobre José Tomás ante Jesús Quintero
«¿Por qué no toreas con José Tomás?«. le preguntaba Quintero a Alejandro Talavante. «Porque aún no ha llegado el momento«, contestaba el torero. «Pero, ¿te gustaría?», le insistía el periodista. «Claro -respondía el diestro-, te mentiría si te dijera que lo miro como a uno más. Suena fuerte, pero por mi admiración hacia él, es el culpable de que yo ya tenga cornadas en el cuerpo. Él fue el que hizo que yo un día, engañado, fuese a una plaza de toros creyendo que iba a un campo de fútbol de la mano de mi abuelo, vi los dos primeros toros, tenía la idea de que el mundo de los toros era para gente obsoleta y sin ningún tiempo de mentalidad progresista, pero cuando vi a ese hombre vi al futuro, vi a Supermán. Y yo era un niño. Fue entonces justo cuando había descubierto que los Reyes no eran los padres y que los superhéroes eran ficticios y ese hombre me dijo lo contrario».
Una figura que para Talavante suponía mucho más que un torero admirado, José Tomás era un torero distinto a todos, ese que le había provocado unas sensaciones distintas a las vividas hasta ahora. Alejandro quería ser futbolista hasta que vio a José Tomás, ahí cambio radicalmente su concepción de la vida.
«¿Te acercaste al ídolo?«, preguntó Quintero. «No, además a mí había una especie de barrera que no se rompe ni me gustaría romperla. Cada vez que nos hemos mirado, han sido miradas fuertes. De chicos sí hablamos. Él iba a torear todos los años, y en una feria, en el año 2000, bajé al patio de cuadrillas y yo llevaba el libro de Curro Romero, que lo acababan de sacar. Vi a José Tomás a lo lejos, en el patio de cuadrillas, y me entró por el cuerpo algo impactante, al verlo solo, con el mentón hundido, los ojos completamente perdidos. Y cuando le miré, me miró y me sonrió. Me acerqué a él, le deseé suerte y me preguntó que qué tal. Un banderillero suyo estuvo hablando conmigo, él se estuvo fijando en lo que yo me decía», explicaba Talavante.
Un torero que por aquel entonces había provocado en el joven Alejandro una inquietud por querer ser torero, algo que ni mucho menos era definitivo, pero si una posibilidad, sin embargo, la anécdota con se transcribe en las siguientes líneas hicieron que verdaderamente su vida diera un vuelco en pro del toreo.
Cuando pasó la corrida, José Tomás se acercó junto al resto de alumnos de la escuela taurina de Badajoz; todos comenzaron a pedirle capotes y muletas al diestro, pero sin embargo Alejandro se quedó inmóvil, sin querer molestar a ese hombre que le había provocado tantos sentimientos encontrados: «Yo no le pedí nada, ya que a mí me daba miedo acercarme a ese hombre. Y, sin embargo, dijo que el capote y la muleta me lo iba a dar solamente a mí. Entonces sentí que, si aquel hombre me había señalado, era por algo. Ahí dije de verdad que quería ser torero«, concluyó un Alejandro Talavante, que nunca escondió su admiración por un torero que marcó una época en el toreo.