Palos
de la Frontera vivió, en la tarde de ayer, la despedida de un torero de plata
que, ante todo, ha entregado su vida al arte más puro del siglo XXI. Raúl Corralejo
es ya honra de su profesión, es espejo para los demás toreros de plata y, sobre
todo, es signo y seña de lo que la integridad para el profesional taurino
significa. CULTORO ha querido compartir con él los momentos posteriores a su
despedida de los ruedos, un adiós que no es sino un «hasta pronto”, pues ya
adelanta que seguirá ligado al toreo en otros ámbitos.
«Ayer, al terminar
la corrida, sentí por un lado tristeza y por otro tranquilidad, porque la
situación no era la mejor. Al dejar el traje de luces era incapaz de quitarme
la taleguilla. Tenía, en ese momento, una llamada de Fernando Galindo, mi
responsable en la Unión, y no me hacía a la idea de que esto se acababa”, señala el subalterno onubense.
Debió
ser dificilísimo decir adiós a toda una vida, a una vocación y a ese orgullo
que transmite a sus hijos. Pero lo hizo con la cabeza bien alta, y eso también es
de toreros. «Al principio me lo tomé bien, me controlé, supe controlar la emoción y una vez que terminé con mi trabajo,
dando mi última vuelta al ruedo, iba viendo las caras de mi gente, de los
aficionados, de mis amigos y de mi familia, y me vine un poco abajo”,
afirma emocionado Corralejo.
Sobre
si seguirá ligado a la tauromaquia en cualquiera de sus ámbitos, Raúl señaló
que «yo
soy torero, el mundo del toro no puedo dejarlo apartado para siempre. Voy a
seguir ligado al toro, voy a defenderlo a muerte y ayudaré en lo que pueda.He
hablado con la Unión de Picadores y Banderilleros y les he dicho que no quiero
dejar de formar parte de la ella, ayudándoles desde fuera todo lo que pueda, a
pesar de que no esté ligado a ningún torero”.
Sus
redes sociales arden en las últimas horas, repletas de mensajes y halagos hacia
un torero que lo fue desde el primer momento, honrando la profesión de plata
desde la primera vez que actuó como tal. «La verdad que me hubiera gustado ser un
ejemplo reconocido de verdad. Que me lo reconozca el mundo del toro me halaga y
me reconforta en estos momentos”.
Al fin
y al cabo, se va toda una vida entregada al toro, a su entorno, al sacrificio
diario de levantarse con el único sueño de romperse de salón para escenificarlo
posteriormente en la plaza. «Comencé con 13 años de novillero sin
caballos, estando dos temporadas más con picadores. No era el mejor del mundo,
y como tenía claro que o eras magnífico o no llegabas a nada, decidía coger los
palos. Actué en primer lugar con Salvador Cortés, con el que estuve varios
años, luego con toreros como Víctor Puerto, El Cordobés, con el que sufrí ese
percance que cambió mi carrera, y Morenito de Aranda. He actuado a gusto con todo
el que me ha ido llamando”.
Ha sido
una trayectoria llena de momentos importantes, de cuajar toros en plazas de
relevancia y, sobre todo, de sentirse importante en una profesión en la que,
objetivamente, Raúl ha sido importante. «Si tuviera que quedarme con una lidia, esa
sería la de Pamplona en el año 2006. Me sentí pleno. Aquella lidia me hizo
acreedor del premio de brega del Club Taurino tafallés. Aquello me reconfortó
porque parece que Pamplona es una plaza donde se mira más la fiesta, el
jolgorio, y que apreciaran una lidia me ilusionó. Sin embargo, la tarde más
bonita de mi vida fue con El Juli, hace dos temporadas, en el Coso de la Merced
de Huelva. Me trataron tanto él como Roberto Domínguez y el resto de la
cuadrilla de forma impresionante. Además, banderilleé un toro muy bien y lo
lidié también a gusto”. Habla
Raúl también de la diferencia entre el antes y el después en la profesión argéntea: «Antes
había rivalidad pero no había tanta profesionalidad. Ahora cualquier chaval que
empieza tiene profesionalidad porque viene cuajado de la Escuela”.
El
toreo de plata se siente orgulloso de la carrera de un onubense que ayer hizo
el gesto de torería más importante con su carrera: ser leal consigo mismo, aun
sabiendo que podía seguir en el sistema, pero que podría engañarse así mismo.
No lo fue Raúl, y a través del dolor, está consiguiendo la gloria de unos
compañeros que reconocen que ha sido grande. «Yo lo único que pido y por lo que
lucharé hasta que me vaya de este mundo es por la unión entre aficionados y
profesionales. Una unión que se base en el respeto máximo al toro, que exista
integridad desde el principio hasta el final dentro fuera de la plaza. Ese es mi único deseo.
Quiero agradecer desde aquí a todos los toreros que han contado conmigo, a
todos los compañeros. Sólo siento orgullo y satisfacción por ellos”.
FOTO: TOROS PARA TODOS