Había expectación y un gran interés por ver tomar la alternativa a José Garrido, el novillero que
más importante ha firmado su paso por el escalafón inferior en los últimos
años. Como padrino,Enrique
Ponce en su alternativa
número 64, y como testigo el galoSebastián
Castella, ante un encierro de Parladé.
Corrida sobre el papel más que interesante para el respetable, pero
nuevamente la expectación rozó la decepción. Festejo de más de tres horas, dos
sobreros y de escaso bagaje artístico. Resultó una de esas tardes que pesan en
el ánimo de la Feria y que empieza a inclinar la balanza hacía la mediocridad
de la misma.
‘El Pasmo de Triana’, exclamó «La vida es la misma,
sólo cambian los personajes” Tal afirmación, contribuye al devenir de una
feria taurina que comenzó mejor en el prólogo de farolillos y que no levanta
cabeza en los ganadero. Tres tardes consecutivas sin nada, y sin que salga uno
embistiendo por derecho. Por eso, da
igual quien se anuncie, porque las historias de las tardes son las mismas. Aburridas,
no obstante, cambian los toros de diferentes hierros. Así desde el viernes
de Montalvo. Un ganado nada
colaborador en sus desrazadas e insulsas embestidas, menos el temperamental
sexto que cerró el festejo.
No despechó del todo por el empeño de una terna que estuvo por encima
de las condiciones de sus toros. Ponce ante
el granduñón cuarto bis, apuntó su
catedrático estatus de gran maestro. Castella conectó con el público gracias a su firmeza ybuen momento personal. Por su parte, Garrido anduvo entregado en cada instante que intervino ante los de Parladé. Hubo aditivos en los tres
diestros aunque faltó la pimienta de la raza, que descafeinó un festejo muy
largo sin triunfos.
A Sebastián se le vio
diferente en el Coso del Baratillo. Torero afincado en Sevilla y atenazado
habitualmente en la Real Maestranza en temporadas pasadas. Soltó el lastre del
agarrotamiento y lo cambió por la conjunción del disfrute ante el encierro. Con
limpieza lanceó Castella al serio tercero, toro de corto viaje
en el capote que fue ganando en claridad a partir del encuentro en varas, donde
se arrancó con más alegría que empujó. A más fue el animal en la muleta,
repitiendo con emoción y calidad cuando le dejaban la tela en el morro.Empujó con los riñones cuando le suavizó Castella los naturales al
ralentí, sin querer ligarlos, buscando la calidad sin apreturas
exigentes. Sí lo ligó con la diestra, ganándole la acción al animal y tocando
con precisión para trazar con valor. Muy templado siempre, dejó un circular
invertido de mimado trazo para desplantarse después con mucho valor, ofreciendo
todas sus versiones. Estilo muy definido de quietud y capacidad. Seria
actuación que encajó ante el primero de su lote y que Sevilla supo valorar. La
oreja estaba en el bolsillo pero remató muy mal con los aceros, escuchó una
ovación.
Fue espectacular el tercio de varas al quinto, que se arrancó con
largura y alegría para el buen puyazo de Doblado,
que lo había picado incluso desde el suelo tras el derribo en el primer
encuentro. Llegó a la muleta galopando en el cambiado que le sopló Castella en los medios, pero sintió la
obligación, templando más su viaje. Fue ese temple el que aplicó y aprovechó el
galo para darle mucha limpieza hasta que se vino a menos el animal.Siguió el francés dando suavidad a la embestida, que ya protestaba y
llegaba con el pitón cambiado. Parsimonioso y capaz Castella, se encontró con un toro rajado que abandonó la pelea para
que se acabase allí la opción.
Le costó salir a ‘Lengualarga’, y más aún romper a galopar, pero cuando lo hizo tuvo fijeza y largura en las
verónicas encajadas y con el pecho volcado de José
Garrido. Pero fue devuelto el toro en banderillas para que saliera el
sobrero. De Juan Pedro era éste,
bajo y reunido, codicioso en la acometida, humillado y con clase en el manojo
de verónicas con que lo saludó un brillante Garrido. De bella fábrica fueron las chicuelinas del
quite, de mano muy baja y ligazón emotiva. Muy centrado el torero extremeño
en todo momento, fue toreando para el animal, sin exigir en el inicio, para ir
incrementando la marcha mientras el animal iba perdiendo gas y se comportaba
con menos clase. Se lastimó, además, la mano derecha, y a lo deslucido de la
embestida le unió la merma física. Tuvo voluntad y mucho oficio José Garrido para intentar manterner el interés, responsable y capaz
para lucir, pero con el triunfo imposible.
Galopó con mucha alegría de salida el sexto, que derribó al penco con
mucho poder y empuje con los riñones. Hasta allí lo había galleado por
chicuelinasGarrido, muy
capaz. Tuvo emoción el inicio poderoso del extremeño, que supo perderle el paso
para fomentarle el ritmo que no terminaba de coger el inquieto toro. Le plantó
cara con voluntad Garrido a la
avispa, que no le dejó respirar ni un momento.Anduvo firme con el trapo para meterlo primero, imponerse después y
despedirlo quitándole la intención de reponer y buscar tobilloal venirse por dentro. Muy exigente el
de Juan Pedro, que terminó por quedarse
corto y planteando un examen complicado que solucionó José con solvencia y capacidad. Concluyó con manoletinas de valor y
con una estocada que propició una vuelta al ruedo. Todo se desarrolló en el
tercio.
Tuvieron aseo las verónicas de Ponce al segundo, al que le faltó entrega en
el percal y también en el peto de Palomares. Obligó el animal a Ponce a sacar el
oficio y las manos expertas para echarlo adelante. Se dobló con él en el inicio
y tuvo paciencia para sobarlo, perono había clase en el fondo del toro y la
porfía de Ponce se perdió entre caras naturales, reposiciones constantes y
remisiones a la embestidaque
impacientaron al público. Lo mató con brevedad y escuchó silencio.
El Parladé que hizo cuarto se fue para atrás
después de visitar al penco y salió en su lugar un sobrero de El Pilar quellegó a la muleta sin gran boyantía ni chispa, y con Ponce poco
convencido de la faena. Y abueyado fue el comportamiento del basto toro,
que perdió las manos cuando quiso emplearse y mantuvo la humillación sin gracia
ninguna cuando la tomó hasta atrás. Tuvo paciencia Ponce para verle las cualidades y comprendió que el secreto estaba
en dejarle la muleta en el belfo y templarle mucho los trazos. Tiró de pulso Enrique para lucir en Sevilla y
aprovecharle al animal la voluntad de seguir el trapo, aunque no sirviera para
tocar pelo.
FICHA DEL FESTEJO
Real Maestranza de Caballería de Sevilla. Feria de Abril. Tres cuartos de entrada en los tendidos.
Toros de Juan Pedro Domecq y Parladé,
bien presentados y con armonía en las hechuras. Devuelto el primero por
cojo; deslucido y a menos el primero bis; sos y remiso el desclasado
segundo; con calidad y duración el buen tercero; devuelto el cuarto por
tullido; humillador y pasador sin gracia el sobrero cuarto; rajado y a
menos el quinto: exigente y con mucha movilidad el sexto.
Enrique Ponce (gris perla y oro): silencio y ovación tras aviso.
Sebastián Castella (lila y oro): ovación tras aviso y silencio.
José Garrido (celeste y plata), que toma la alternativa: ovación y vuelta al ruedo.