Los toros bravos son unos de los animales más misteriosos que existen por los secretos que entrañan su cría y por los comportamientos que tiene en el campo. Siempre decimos que cada día junto a ellos es un continuo aprendizaje, una página nueva por escribir, de ahí que saber escuchar a aquellos que conviven a diario con ellos sea fundamental para conocerlos en mayor profundidad.
Gracias a las redes sociales muchos ganaderos u hombres de campo hacen partícipes al aficionado del quehacer diario de una ganadería brava. Nadie mejor que ellos para trasladarnos a través de estas nuevas plataformas todo lo referente a un mundo que muchos desconocen.
Hace unos meses nos hacíamos desde este medio la siguiente pregunta, ¿pueden predecir el tiempo los toros bravos? Para ello quisimos contactar con dos personas versadas en esta materia, dos veterinarios que conviven a diario con el toro de lidia. Macarena Gallego y Julio Fernández atendían a este medio para darnos su visión sobre un tema desconocido para la gran masa.
«El toro nota mucho el cambio de tiempo, cuando prevé lluvia o cambia el viento, está más revoltoso. Con la luna llena también su carácter cambia«, nos comentaba Macarena. El toro bravo es muy sensible, se altera con facilidad cuando se dan estas circunstancias, algo que provoca las peleas entre los hermanos de camada. «Debido a ello hay que estar muy atentos, pasearlos para que se calmen, cansarlos, si no pueden volver las peleas».
Por su parte Julio Fernández nos dejaba un titular tan duro como cierto: «Cada vez que cambia el tiempo, el ganadero se echa a temblar. El toro es un animal muy sensible, fíjate que prevé los cambios de presión días antes de que nos pasen, debido a que es un animal poco sociable y con jerarquías poco estables, lo que le hace emprender una lucha por la dominancia».
Pero nos hacía falta dar un paso más: no bastaba con escuchar, sino que también queríamos verlo en imágenes. Gracias a Irene Tirado, una formidable aficionada e hija del mayoral de los hierros sevillanos de Virgen María y Santa Ana, pudimos hace unos días ver estos cambios de comportamiento horas antes de la llegada de un nuevo frente a la Sierra Norte sevillana. Como bien nos contaba la propia Irene, «justo antes de la lluvia ya sienten lo que está por venir; mucho más efectivo que cualquier aparato», de ahí que los hombres de campo busquen la forma de paliar los problemas que pueden avecinarse cuando suenan tambores de guerra.
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Son momentos de incertidumbre, el toro se vuelve irascible, a los animales les cambia el humor, su carácter se vuelve más agrio, por lo que es fundamental andar con ellos y calmarlos. La voz del mayoral hace mucho. A estos le conocen por su olor, por el tono de su voz, y eso sin duda ayuda para que no se alteren, evitando así que las peleas puedan provocar perdidas irreparables en la camada.
Los vaqueros y mayorales conocen al dedillo a sus animales, saben el comportamiento de cada uno, si existen rencillas entre ellos, quién es el líder de la manada y cuáles buscan asaltar el trono de ésta. Cuando se desata la pelea separarlos es muy complicado, el combate acabará cuando uno de los toros acabe en la lona, por ello hay que adelantarse a esas paleas y buscar fórmulas para evitarlas o minimizarlas al máximo. En una lucha uno contra uno las fuerzas andan igualadas, el problema radica cuando entra en acción un tercero, ahí es cuando se decanta la pelea, existiendo serios riesgos en que esta acabe en un baño de sangre.