POR: JUAN
ANTONIO DE LABRA/ AL TORO MÉXICO
La fiesta de
los toros está repleta de circunstancialidades, y hoy en la Monumental de
Tijuana ese hecho fue más evidente que nunca, pues desde antes de celebrarse
esta corrida ocurrieron cosas que marcaron el rumbo de la tarde, quizá desde el
mismo instante en que el festejo se había aplazado por mal clima para
celebrarse este domingo primaveral, con una temperatura espléndida y mucho
entusiasmo de un público que acudió deseoso de ver una combinación muy bien
equilibrada.
La imponente presencia de los toros de Los Encinos, que estuvieron nueve
semanas en los corrales, quizá incidió en su poco juego, ya que ninguno terminó
de romper a embestir como se esperaba de una ganadería que se distingue por su
bravura.
Y cuando parecía que el cuarto se iba a desplazar con más transmisión, el hecho
de haberse partido un pitón durante el tercio de banderillas, al final se
tradujo en la posibilidad de que Sebastián Castella regalara un sobrero
de Fernando de la Mora al que cuajó una gran faena, pletórica de calidad
y sello.
Ese toro, de nombre «Gacetillero”, contribuyó a devolver el espíritu festivo a
la corrida tras la dramática cornada que había sufrido Alejandro Amayaal entrar a matar al quinto, otro toro muy hondo y serio de Eduardo Martínez
Urquidi, al que el torero de la tierra le tumbó una oreja de ley que paseó
su banderillero Diego Bricio.
Y fue así como en la recta final del festejo, Sebastián, que había
estado muy entregado con el reservón primero, disfrutó el toreo a tope delante
de «Gacetillero”, un toro que fue un dechado de nobleza y embistió siempre a
más por ambos pitones, humillado y con clase.
De la forma de torear de Castella cabe destacar el pulso y el ritmo que
imprimió a los muletazos, con el objetivo de ayudarle al toro a desarrollar más
armonía en cada una de las embestidas, y ya cuando «Gacetillero” se afianzó por
completo a la arena, pues no estaba sobrado de fuerza, el torero francés le dio
varias series de naturales desmayados, tersos, rematados con muletazos de
terciopelo que calaron hondo en el tendido.
La algarabía del publicó creció a la par de la faena, que fue larga y sentida,
hasta que empezaron a asomar los primeros pañuelos en el tendido exigiendo el
indulto de «Gacetillero”. Y Castella se tomó todo con calma y supo
llevar su obra al extremo de la abundancia de buen toreo. Al juez de plaza no
le quedó más remedio que ordenar el indulto del toro ya cuando el público
estaba completamente eufórico con la obra del francés.
También El Payo se afanó en agradar a la gente e hizo dos faenas
dinámicas y de recursos ante dos medios toros que le dejaron andar a gusto,
sobre todo el primero de su lote que, en conjunto, conformó el lote más potable
de la corrida.
La oreja que le tumbó a este toro fue gracias a que le hizo una faena valiente,
cerca siempre de los pitones, y tratando de ligar los muletazos en un palmo de
terreno. De haber estado fino con la espada en el sexto, quizá también se le
hubiera premiado con otro apéndice. De cualquier manera, el queretano volvió a
demostrar que tiene buen ambiente en esta plaza y hoy hizo aumentar sus bonos
de cara a una futura actuación.
El lamentable percance de Alejandro Amaya fue la noticia negativa de la
tarde, luego de que había estado muy entonado, centrado y maduro, delante de
los dos toros de su lote a los que toreó con claridad de ideas y su habitual
elegancia.
Y fue entrando a matar al quinto, yéndose por derecho con mucha entereza, como
sufrió esa aparatosa voltereta de la que resultó campaneado y herido, en una tarde
en la que había demostrado su madurez y diversos detalles sueltos de calidad en
ambos ejemplares de su lote.
Así que después del gran triunfo de Sebastián Castella, bien se antoja
que la empresa vuelva a contratarlo para los meses de octubre o noviembre, ya
cuando culmine su temporada europea, y de esta manera regrese a Tijuana al lado
del propio Amaya, que durante toda la tarde mantuvo una encomiable
actitud ante el fuerte compromiso, el que supone enfrentar una corrida como la
que hoy se lidió en esta plaza fronteriza, cuya afición tuvo la oportunidad de
vivir la autenticidad del espectáculo en todo su esplendor.
Tijuana,
B.C.- Monumental de Las Playas. Corrida extraordinaria en homenaje al cronista Valeriano
Salceda «Giraldés”. Un tercio de entrada (unas 7 mil personas) en tarde
espléndida.
Toros de Los
Encinos, impecablemente presentados, de poco juego en su conjunto. Y uno deFernando de la Mora (7o., de regalo), de gran clase, que fue indultado.
Pesos: 571, 526, 514, 505, 614 y 523 y 470 kilos.
Sebastián
Castella (negro y
azabache): Ovación e indulto.
Alejandro
Amaya (rosa y
oro): Palmas y oreja.
Octavio García «El Payo” (grosella y oro): Oreja y
palmas.
Incidencias: Amaya sufrió una
cornada en el muslo derecho al entrar a matar al 5o., al parecer de una sola
trayectoria de unos 12 centímetros, que no lesionó vasos importantes. Fue
estabilizado en la enfermería de la plaza y trasladado al Hospital Ángeles para
ser operado. La oreja concedida a Amaya en el 5o., la paseó su banderilleroDiego Bricio. El toro indultado se llama «Gacetillero”, número 88,
ensabanado y capirote, con 470 kilos. El 4o. se despitorró en el tercio de
banderillas y no fue devuelto. Al finalizar el paseíllo, Giraldés dio
una vuelta al ruedo en compañía de las cuadrillas. Castella no quiso
salir as hombros. El picador Gabriel Meléndez sufrió un fuerte golpe en
la rodilla derecha.