No ha sido un año fácil para Juan del Álamo. Condenado al ostracismo, el salmantino ha dejado pasar el 2022 entero en blanco. Una temporada sin contratos, viviéndola en silencio, arropado por su familia, cobijándose en el campo y asumiendo tantas injusticias que muchas veces trae el mundo del toro. Tran cruel como real.
El traje de luces de Del Álamo sigue colgado desde la tarde del 13 de septiembre de 2021, en Tordesillas, cuando toreó la última corrida de toros junto a Manuel Escribano y a Román. Triunfó con un encierro de Garcigrande. En 2021, además de ese día, toreó en Vistalegre, con la que abrió temporada. Lidió un encierro de Adolfo Martín junto a José Garrido y Román. El mal uso de la espada emborronó sus dos buenas actuaciones. Después de esa, vino la tarde de Tudela el 14 de agosto; toros de Marqués de Quintanar junto a Uceda Leal e Imanol Sánchez en la que el salmantino cortó dos orejas. No hubo más contratos, solo dos festivales y estas tres corridas de toros. No logró entrar en San Isidro y “eso pasó factura”.
Si el 2021 fue difícil, más se presentó el 2022 cuando a principio de temporada rompió su relación de apoderamiento con los hermanos Valverde, lo que le llevó a tomar la decisión de apartarse a un lado, y replantearse “todo”.
Se sincera ahora en una entrevista para SALAMANCA AL DÍA. No pensó nunca en la retirada definitiva, asegura, pero sí reconoce que psicológicamente «han sido meses muy duros». “Decidir apartarme y ver como pasan los meses sin que mi nombre suene es muy difícil, no lo voy a negar. Me quedé sin apoderados, no logré el triunfo que necesitaba en Vistalegre y a partir de ahí todo se puso cuesta arriba. Es verdad que no perdí la ilusión al 100%, pero viendo como se presentaba la temporada de este año me planteé dejar un año sin torear, reciclarme y ver todo desde otro punto de vista. Creo que lo necesitaba, y ahora creo que acerté. Este año solo he toreado dos festivales porque me lo pedía la cabeza y el corazón. Necesitaba de esas tardes también para recuperar las ilusiones. Decidí no luchar por verme anunciado en corridas de toros porque estaba solo, descansé para para tener la motivación y la ilusión que un torero debe tener siempre cuando se pone el traje de luces. No quise engañarme a mí mismo, el año no estaba para mí, y decidí colgar el traje por un tiempo, reciclarme y volver a reencontrarme. El silencio del campo sí lo he disfrutado, y esos dos festivales para sentirme torero, que es lo que me da la vida”, explica.
Lo que más dolió, confiesa, fue no lograr torear en Madrid. Un zarpazo y un rechazo a una regularidad incuestionable y una puerta grande conseguida el 8 de junio de 2017. A ese rotundo triunfo, se suman ocho orejas más cortadas consecutivamente durante los años 2013 (tres), 2014 (dos), 2015 (una) y 2016 (tres), sin duda un bagaje que ha debido de tenerse en cuenta en los años posteriores.
Tras tomar la alternativa en Santander, 25 de julio de 2011, Juan del Álamo ha pisado cosos de gran relevancia tanto en España como en el suroeste de Francia, cosechando importantes triunfos en las más de 150 corridas de toros que ha toreado. “Quedarme fuera de Madrid me partió en dos, eso a nivel personal me afectó, me dolió mucho, y profesionalmente más. Los triunfos allí en toda mi trayectoria son los que me han abierto las puertas del resto de plazas, con esa afición tengo una buena sintonía, siempre he encajado, para mí era necesario estar en Madrid y creo que ese público también necesita toreros como yo. En Las Ventas he entregado todo, y por eso me he ganado el respeto de la afición, de ahí que me doliera tanto que me dejaran fuera a la primera de cambio, sin explicaciones. Llamé yo personalmente a la empresa y no hubo contestación, no lo merecía”, confiesa.
Otro zarpazo que recuerda también con dolor fue el verse apartado de La Glorieta, su plaza, la que tantos triunfos ha logrado. “Ya quedé fuera de la Feria en 2020, que hubo toros, habiendo triunfado en 2019, pero siendo sincero, lo de Salamanca puedo hasta entenderlo porque hay pocos días, y es verdad que venía de un año sin sonar fuerte y sin torear en las plazas importantes, pero eso no quita el dolor porque es una plaza en la que siempre he triunfado. Es mi plaza, mi ciudad, mi gente en los tendidos, es siempre especial”.
Nuevo apoderado y nueva etapa
Pese a tanta ausencia, del Álamo no ha perdido la fe. El año en silencio le ha servido para recomponerse, y vuelve a coger los trastos con la misma ilusión de años anteriores, y con fe para que su situación de un giro y vuelva a entrar en las ferias importantes. Para ello, ha confiado su carrera en el taurino Lázaro Carmona, el matador de toros ya retirado de Jaén. En el 2023 “están todas las esperanzas”. “Ahora me encuentro muy bien, motivado e ilusionado. He encontrado un apoderado con ganas de luchar por mí en los despachos, es una persona leal, profesional. Somos realistas de que no va a ser fácil, porque la situación está como está, para el toreo en general y para mi situación en particular. Va a ser complicado, lo sabemos, pero estoy ilusionado y renovado. Este parón me ha servido para saber quién soy, no he perdido la esencia de mi toreo, pero de cara a la próxima temporada se va a ver un Juan del Álamo con más aplomo delante de la cara del toro, sintiendo más cada muletazo. Se me va a ver con esa madurez que da los años y los palos que te da la vida. Si Dios quiere y hay oportunidad para poder demostrar cómo me encuentro creo que se va a ver un torero centrado, motivado y con muchas ganas de triunfo para volver a sentir esas sensaciones”, explica.
Así, con esa filosofía, el toro vuelve a marcar su día a día. “No entiendo mi vida sin esto, sin los entrenamientos físicos, sin el toreo de salón, sin la ilusión de pelear por verme anunciado, sin las jornadas de campo… mi día a día es el toro, es mi vida desde que tengo uso de razón. Asumo el esfuerzo y sacrificio que conlleva, lo conozco bien, y estoy dispuesto a todo por lograr los objetivos. No concibo mi vida sin torear, y ojalá pueda volver a disfrutar en las plazas. Estoy preparado”, concluye.