MÉRIDA (VENEZUELA)

Castaño y «Viudo Alegre» cierran en apoteosis una interesante tarde


miércoles 18 febrero, 2015

Extraordinario ejemplar de La Cruz de Hierro indultado con meritos suficientes

Extraordinario ejemplar de La Cruz de Hierro indultado con meritos suficientes

Tarde de toros de matices de interés, que a
pesar de su largo metraje, no perdió intensidad en el curso de su desarrollo.
Repito, cuando el toro se hace imponer en la plaza, con trapío y juego en los
engaños, los toreros, por muy mal que se encuentre, lucen mucho mejor de lo que
aparenta. Puede ser que sí, o puede ser que no, pero ayer, la afición taurina
merideña se ha dado el placer de ver en la arena una corrida de toros que no
perdió interés alguno, a pesar de lo larga de la función.

Astados de dos ganaderías de importancia
meridiana en el país. Los Aranguez y La Cruz de Hierro, correspondieron
devolver el orden lógico lo que implica el toro bravo ante el compromiso del trapío
y juego en una plaza que se dice ser de primera categoría en el papel, pero que
a veces, quienes son responsables de ello, entiéndase autoridades o
empresarios, desdicen de ello.

Poco más de un tercio de plaza, quienes
respaldaron con su presencia, un cartel al que muchos le hacían «asco”. Y vaya
por donde «salta la liebre” al ser testigos de una actuación importante de
cuatro espadas que sacaron a relucir lo mejor de sí, para tomar partido a una
corrida de notable juego.

Abrió plaza el diestro debutante salmantino
Javier Castaño, coleta precedido de un cartel avalado por lidiar lo que en
España se les llama «ganaderías duras”. Y solvencia fue la que demostraría ante
el bello de estampa ejemplar de Los Aranguez que rompió plaza, animal de corto
viaje, que se fue apagando en la poderosa muleta del mencionado coleta. El
espadazo entero, ligeramente tendido y el certero descabello, casi telegrafiado,
que recetó, dejo su labor en silencio de respeto por parte de los presentes.

Otro matiz fue lo que demostró desde su
alegre salida de toriles su segundo del
lote, de La Cruz de Hierro, que llevó por nombre «Viudo Alegre», en el tipo
Saltillo de esta divisa, rematando con bravura en los burladeros para en el
capote recrearse Castaño en saludo por verónicas, suaves y templadas. Buen
puyazo de «El Llanerito”, midiendo el castigo en el puyazo, con la que se
empleó el toro, recargando debajo del peto. Los buenos pares de Salvador Moreno
y Enzo Antequera, dieron pie a que Castaño dispusiera ya de un plan de faena
que se caracterizaría por «sobar” las nobles y codiciosas embestidas el
ejemplar, templándole a media altura, sacando partido al gran fondo y recorrido
que el toro vendría a desarrollar tanto por la diestra como por la zocata.

El momento de mayor impacto de su labor, el
toreo en redondo que rodillas en tierra se dispenso Castaño entre las rayas de
picar, en el tercio de matadores en el prologo de su faena, donde literalmente
metió en vereda una actuación pulcra de principio a fin. Con el toro visto, y
una plaza unánimemente entregada en la faena, la petición de indulto no se hizo
esperar, dejando ver Castaño en ceñidísimas bernardinas la bravura del toro, a
tal punto que sobre los cien muletazos se extendió el metraje de dicha labor,
de aquellas que se guardan en la memoria para la posteridad. Al final, toro y
torero hallaron el camino de la gloria. Uno regresando a la dehesa, el otro, ganándose
la admiración y el respeto de una afición que ha conquistado a primeras.

El merideño Leonardo Rivera, ha dejado
constancia que aún le queda «tela donde cortar” en su ambición y ganas de
triunfo. Sereno, relajado, como sí de esta tarde no dependiera gran parte de su
futuro como torero, salió al ruedo a juzgársela ante un noble, flojo, pero
agradecido ejemplar de La Cruz de Hierro, el cual por momentos le endilgó pases
de gran factura, en especial por la mano izquierda, donde se recreó en series
hondas, profundas, de gran empaque, aprovechando al ralentí la embestida del
astado. Todo esto valdría para que los presentes reconocieran su esfuerzo, que tras
dejar un espadazo caído, pero de efectos fulminantes, rodara «sin puntilla” el
burel en los bajos del palco medico, y con ello se le solicitara con fuerza la
oreja que jubiloso paseó por el redondel emeritense, el mismo que ha sido
testigo de sus grandes éxitos como torero.

Ante el sexto de la jornada, lo intentó el
diestro emeritense, pero otro era el talante en la embestida del pupilo de Los
Aranguez, el cual fue desarrollando corto recorrido y malas ideas, con el
transcurrir de su lidia. Tras dos pinchazos, sin soltar, y un bajonazo, se le
silencio, momento que dio pie a que tras la muerte del toro, el conocido banderillero
merideño Enrique Dávila se cortara la coleta, en emotivo acto al cobijo de la
cuadrilla de banderilleros y picadores que le acompañaron en la que ha sido su
ultima tarde vestido de torero. La vuelta al ruedo resumía la satisfacción por más
de 25 años dedicados como torero.

Una gran actuación también podemos señalar
del debutante en esta plaza diestro sevillano Esaú Fernández, quien con el
primero de su lote, de Don Orlando Echenagucia, literalmente se ha engolosinado
de toreo lento y encajado, sacando partido de la enorme bondad, nobleza, pero
escasas fuerzas del animal. Lo hizo en largo trasteo muleteril, labor preñada
de torería, parsimonia, entrega, deseos de triunfo. A tal punto llegaría su
trasteo que en dos ocasiones resultaría desarmado de muleta, tras dejarse pisar
el engaño de un toro, que a pesar de su poco transmisión de emoción al tendido,
el resto lo hizo el torero. La estocada trasera y tendida, además de la larga agonía
del toro, amorcillado en tablas, y del fallo con la puntilla ante este toro del
veterano Eliecer Paredes, dio pie a leves palmas tras dejar enfriar una labor
intensa no del todo reconocida.

Con el toro de Los Aranguez se las vio
difícil el torero, pechando ante el más complicado de la función, siempre
quedándose corto en el viaje, desparramando la vista, midiendo al torero las
zapatillas, lo que no dejaría estar a gusto el espigado torero hispalense.

Tras la estocada trasera y el golpe con el
descabello, solicitaría el sobrero de regalo, que no estaba en la plantilla de titulares
que había enlotado por la mañana los toreros, pues de de Los Ramírez el serio
«Arenero» vino a colocar en zozobra los presentes en el callejón a su salida,
pues tomaría vuelo para saltar al mismo, sin nada que lamentar a pesar de
encontrarse atestado de personas que poco o nada tiene que hacer en dicho
espacio. Tras cumplido los tercios previos, donde escasamente se emplearía, en
la muleta de Esaú hubo la firmeza y el temple para sacar provecho de la pequeña
rendija de nobleza que atesoraba el astado, animal que sobre la mano diestra se
dejó instrumentar par de series de gran merito a tal punto de meter en foco de
atención los presentes. El certero espadazo que recetaría, dejaría sentenciado
su labor para que se le concediera con meritos suficientes una oreja.

Cerraba cartel el merideño Jonnatan
Guillén, el cual así mismo muchos le tenía reticencias a su presencia en este
cartel. Y para sorpresa ha estado mejor de lo que se pensaba, en especial ante
el primero del lote suyo de los Echenagucia, demostrando disposición, corriendo
los brazos con autoridad y mando, frente al noblote y flojo astado que
correspondió en suerte. Estuvo a la altura del compromiso a tal punto que si no
llega a fallar con los aceros de seguro «toca pelo”. Tras dejar un espadazo
entero, ligeramente trasero y dos descabellos, se le silenció.

Más complicado lo tuvo frente al de Los
Aranguez, animal que le exigiría el carnet del rodaje que no ha podido tener
este joven espada, quien para ser sinceros ha estado muy superior a lo que muchos
pudieron haber pensado, en especial frente a este morlaco, falto de recorrido,
siempre defendiéndose y a la postre quedándose parado en razón de corto
recorrido. Tras dos pinchazos, una entera perpendicular contraria y tres
descabello, se dio por su cuenta la vuelta al ruedo, premio que esperemos no
haga desmayar en intención a este diestro en buscarse las oportunidades que le
han sido esquivas.

Culmina así una feria que deja muchos
detalles a reflexión… de las que hay que sentarse seriamente a discutir, pues
se está en riesgo ya no de desvirtuar la importancia y trascendencia de una
plaza, incluso el presente y futuro de un espectáculo el cual han querido –no
sabemos bajo qué interés o intenciones- desacreditar en fondo y concepto. Queda
a las autoridades políticas municipales desde hoy mismo, sin engaño alguno,
colocar coto a esta situación. La solución fácil y sencilla: una poda profunda
a los vicios que la aquejan.

FICHA DEL
FESTEJO

Plaza de
Toros de Mérida. Martes 17 de febrero de 2015. VI corrida de feria.

Con poco
más de un tercio de plaza en tarde soleada y ventosa durante la lidia de los
tres primeros toros, se lidiaron cuatro toros de Los Aranguez (1º), (6º), (7º)
y (8º), La Cruz de Hierro (2º), (3º), (4º) y (5º), además de un toro de regalo
(9º) del hierro Los Ramírez; los de Don Alberto Ramírez, bien presentados,
nobles en distintos grados, que en su conjunto se vinieron a menos en la
muleta; los de Don Orlando Echenagucia, bien presentados, en el tipo de la
casa, con nobleza y recorrido pero con el denominador de la escasas fuerzas,
sin maldad alguna, destacando el corrido en (5º) lugar de nombre «Viudo Alegre»
Nº 579 de 450 kilos, el cual merecidamente indultado. El sobrero de regalo, mansurrón,
que se dejó hasta que se rajó.

Pesos:
458, 492, 482, 490, 450, 469, 453, 449 y 508 kilos.

Javier Castaño: silencio y
dos orejas simbólicas.

Leonardo Rivera: oreja y
silencio.

Esaú Fernández: palmas,
silencio y oreja en el sobrero de regalo.

Jonnatan
Guillén: silencio y vuelta al ruedo.

Incidencias:
Destacaron en la vara William Hidalgo «El Llanerito”, en banderillas Salvador
Moreno y en la brega Mauro David Pereira. *** Tras la lidia del (6º) el
subalterno merideño Enrique Dávila se cortaría la coleta.