En el kilómetro 76 de la A-1, al lado de Buitrago del Lozoya, se encuentra la finca ‘El Bosque’, explotación donde se encuentra ganadería madrileña de Mª Antonia de la Serna. Una ganadería que tiene como base la sangre Santa Coloma, una vacada que ha sabido mantenerse a lo largo de los años pese a las dificultades propias de los tiempos y de un sistema que ha orillado a encastes de este cuño.
En esta finca se crían los animales de procedencia Santa Coloma vía Dionisio Rodríguez, con algún aporte de la rama Vega-Villar, astados que hacen de este hierro una joya genética que protegen esta casa dese los años 80. Una ganadería muy particular debido a las capas que componen a la misma, entremezclándose animales cárdenos, negros, mulatos o jaboneros. El punto que le dio la sangres de Vega-Villar le hace tener esas particularidades que no se encuentran en otra ganadería.
Una ganadería situada en la sierra de Madrid y en la que sus animales viven en un ecosistema único a pocos kilómetros de la capital. Hoy nos adentramos para conocer una de esas ganaderías que están fuera del foco de las grandes ferias y que, en silencio, sigue trabajando para mantener una sangre tan particular. Por eso queríamos hablar con José Ignacio Llorens, un ganadero cabal y con los pies en el suelo y que hoy nos habla sin pelos en la lengua del presente y futuro de esta divisa tan especial
Son momentos duros para ser ganadero de bravo, aquí pese a todo ello no se abandona la idea de seguir trabajando por una sangre única. La dureza que están viviendo los ganaderos hace que la luz no acabe de verse al final del túnel, pese a haber vendido gran parte de los animales que había en casa: «Como había mucho toro atrasado, se ha ido sacando poco a poco, pero los precios están muy mal. No hay subvenciones, la PAC está más mal hecha y mínima. Este Gobierno no da ayudas y te fastidia en cuanto puede».
Un gobierno que no ayuda unido a una subida altísima de costes está afectando sobremanera a unos ganaderos que luchan día a día por no morir en la orilla: «Los piensos están por las nubes, y hay que dar un buen pienso. Hay que dar la cantidad necesaria, no tirarlo; yo tengo mucho ganado, y la finca tiene hierba en la proporción del tiempo que hace. Estamos en invierno, y a ver si viene una primavera como Dios manda».
«Menos mal que la finca es propia, porque el que no tenga finca lo puede dejar, porque está arruinado. Y luego hay que tener un mayoral, que es caro, que tiene que ser bueno, y cuesta mucho trabajo encontrarlo. Tenemos seis hijos, uno de ellos se iba a dedicar, y al final tiene su trabajo y ha decidido que no» nos comentaba José Ignacio Llorens.