Por segundo año consecutivo los novillos de Achury Viejo abrieron la Feria del Café y, de nuevo, lo hicieron con nota, tanto por su correcta presencia, como por un interesantísimo juego. Siendo una novillada en Colombia, donde los nóveles apenas tienen oportunidades, siempre se desea que las virtudes de los utreros sean mayores que sus defectos, para que representen una verdadera oportunidad para los de luces. Y así fue. Pues los buenos (sobre todo tercero, cuarto y quinto) tuvieron fijeza, prontitud, repetición, alegría y nobleza, aunque tampoco fueron fáciles. Simplemente, exigieron un mínimo de gobierno, que se les hicieran bien las cosas y, entonces sí, entregaban sus embestidas con generosidad. Antes no. Mientras que los otros tres, siendo los más complejos los primero y sexto, no tuvieron maldad. Como mucho, alguna expresión geniuda, con mal estilo y algún arreón agresivo, pero sin mala intención.
Con ese material resultó que el que triunfador numérico de la tarde, el único que pudo obtener un trofeo, fue el más novato de todos: Felipe Miguel. El Bogotano, aún evidenciando su natural bisoñez, supo plantarse con firmeza y la decisión del que tiene algo entre ceja y ceja y no parará hasta conseguirlo. Se encontró primero con un novillo noble y bondadoso, de galope generoso que pidió mano baja y plantas asentadas. Felipe apostó con serenidad y, a pesar de no conseguir un muletazo de excelso trazo, sí que supo estirar las embestidas con temple, quedarse en el sitio y tocar correctamente para volver a motivar las embestidas. Por eso, tras una efectiva estocada, la oreja no se hizo esperar. Y quiso buscar un triunfo mayor con el sexto, pero esta vez la mansedumbre aquerenciada y alguna bravucona arremetida pedían una autoridad que sólo otorga la amplia experiencia.
Pero si hubo un torero con el que vibró la plaza fue con Lalo de María. El francés, que con el manejable segundo navegó en una faena movida y entonada, pero sin orden ni concierto, se asentó rápidamente con el buen quinto. Un novillo que agradeció el talón hundido y el rítmico temple que siguió a los toques suaves pero mandones. Si no encontraba eso, el novillo medía y se lo pensaba, pero cuando Lalo le entregaba lo que pedía, el buen Achury se rebosaba con calidad y fondo. Entonces sí se entregó la plaza. Los oles calentaron los tendidos húmedos por la lluvia y el francés relajó el brazo y el trazo. El gusto hizo su presencia. Pero la espada cambió un triunfo seguro por los tres avisos. La mala suerte quiso que un derrote del novillo, tras un pinchazo, hiciera dos cortes profundos en la mano derecha del torero que no pudo volver a empuñar el estoque con fuerza para hundirlo en las carnes del toro y cobrar su merecido premio.
Por su parte, Juan Gómez “Dinastía”, el más toreado de los tres, se encontró con un primero parado y sin humillar que terminó rajado y le dejó sin las opciones que el cuarto sí le entregó. Sin embargo, el antioqueño tardó un poco en encontrar el gobierno y el sitio necesario para que el noble entregara sus mejores embestidas y sólo consiguió algún muletazo suelto, de buena factura, eso sí, pero insuficientes y tan aislados que la sensación de conjunto se diluyó.
FICHA DEL FESTEJO
Lunes 2 de enero. Plaza de Toros de Manizales. Primera de abono. Alrededor de 5000 asistentes en tarde cubierta y con lluvia intermitente.
Seis novillos de Achury Viejo, correctos de presentación y juego variado. Los menos potables fueron los mansos primero y sexto, los demás se movieron con buen fondo, aunque sin regalar nada, exigiendo lo justo para entregar sus embestidas. El mejor fue el quinto, pronto, alegre, fijo y agradecido. Pesos: 422, 390, 376, 424, 400 y 422 kg.
Juan Gómez «Dinastía» (azul pavo y oro): Silencio y silencio.
Lalo de María (tabaco y oro): Palmas y silencio tras tres avisos.
Felipe Miguel (azul marino y oro): Oreja y silencio tras aviso.
Lalo de María fue atendido en la enfermería de dos cortes de 4 cm. en la mano derecha de pronóstico reservado.
FOTOGALERÍA: DIEGO ALAIS