Los tiempos, como todo en la vida, cambian. Pese a que el mundo del toro se ha sido reticente en muchos casos a salirse del conservadurismo, con el paso de los años muchos ganaderos han dado pasos adelante en la búsqueda de una mayor protección de los animales que pastan en su casa. Primero fue el corredero, luego el cambio de alimentación, posteriormente las fundas… una serie de pasos que han ido dando los ganaderos para conseguir el mayor cuidado posible para sus animales. Pero si hay una ganadería que siempre se ha caracterizado por aferrarse a las tradiciones es Miura, un hierro que ha mantenido un perfil bajo y que nunca ha querido salirse de aquello que le funcionaba.
Con el paso de los años, en la casa Miura han tenido que tomar ciertas decisiones que han derivado en salirse de ese redil del que parecían no querer moverse. Es una ganadería que muy poco a poco ha ido dando paso adelante y que hace algunos años tomó la decisión de enfundar a algunos animales determinados de la camada. Esto lo hacía con contados animales, toros que con el manoseo diario con la orografía del terreno estaban estropeándose los pitones, animales astigordos, astados, escobillados… una solución para no perder animales por el camino y evitar así una merma en la camada.
Aquí no pasa como en otras ganaderías donde se enfunda la camada entera; por la particularidad de estos animales no es bueno meterlos en el mueco, ya que se suelen orientar y se ponen muy complicados en el trato. Los ganaderos son poco amigos de manosear los toros: cuanta menos manipulación reciban y menor número de puertas tomen mejor, ya que el toro debe vivir lo más salvaje posible, algo que beneficia a la lidia.
En Miura no se corren los toros: los animales campean a sus anchas en el cercado, únicamente ven los caballos en el repaso diario, en el cambio de cerca o a la hora de llevarlos a los corrales para su embarque. Tampoco está permitido grabar los tentaderos en la plaza de toros, algo que sí se hizo cuando se hace a campo abierto. Con esta norma se intenta preservar la esencia del tentadero en la rectangular plaza de toros de Zahariche.
Aquí todo se hace a caballo, nada de vehículos a motor, porque las tradiciones se llevan a rajatabla en una ganadería muy particular por la que no parecen pasar los años. El manejo se hace siempre con una extensa parada de bueyes, los cuales ayudan a las labores diarias del ganado bravo, sin ellos todo sería mucho más difícil. Por tanto, en esta casa las cosas se siguen haciendo de una forma tradicional, usando las fundas de una forma puntual y en un número muy bajo de toros, siendo pocas casas ganaderas como Prieto de la Cal o Juan Luis Fraile las que aún siguen sin enfundar sus animales.
Zahariche, ‘el territorio del miedo‘
Los de Miura son animales que tienen un comportamiento muy definido tanto en el campo como en la plaza; son toros imprevisibles, que tienen un gran poder de jerarquía, de ahí que el trato tenga que ser siempre sin molestar al animal. Todo se hace con la voz, guardando la distancia correcta, de lo contrario tienden a «calentarse» y a arrancarse a los caballos. Muchos de ellos asustan por su mirada y su imponente arboladura, por eso Zahariche es conocido como ‘el territorio del miedo’, así lo bautizaron nuestros compañeros de Toros para Todos tras vivir muchas historias en esa ilustre casa.
Sin duda un tipo de toro diferente al resto, altivo, arisco, jerárquico, un tipo de toro que no contempla un no por respuesta, ese que la familia Miura y todos los vaqueros y mayorales conocen a la perfección por ese carácter indómito. Las querencias son fundamentales para andar con ellos, el conocimiento de sus reacciones salvó en más de una ocasión a aquellos invadir uno de sus cercados. Este vídeo grabado por Enrique Romero y todo su equipo es una prueba inequívoca de ello.