Los carteles de la próxima Feria de San Isidro aún no son oficiales pero lo serán dentro de unos días cuando se presenten a la aprobación pertinente del Centro de Asuntos Taurinos. Los distintos medios ya han adelantado las combinaciones oficiosas y, nada nuevo, se alzan voces que claman por ausencias y otras por determinadas presencias. Justificadas, injustificadas o injustificables.
De entre estas últimas, la de Rafaelillo clama al cielo. Creo.
La del torero murciano es, ya saben, una historia de superación constante que ya ha cumplido más de un cuarto de siglo desde que en 1996 tomara la alternativa en su ciudad natal. De niño prodigio a gladiador. Aquel chavalín que con diez años se presentó en la Escuela Taurina de Murcia y llamó la atención de todos por su privilegiada cabeza y desparpajo ante las becerras y al que había que poner cajas de cervezas en el callejón para que, alzado sobre ellas, pudiera ver cuanto sucedía en el ruedo y que debutó con picadores Nimes y, nada menos, con José Tomás en la terna. Novillero puntal, el signo empezó a cambiar tras la alternativa, se buscó la vida en Perú y de vuelta a España la confirmación de alternativa llegó en julio de 2003. A partir de ahí, con técnica, casta y pundonor como armas, se le abrieron las puertas de las ferias en el cupo de las “corridas duras” y con Pamplona como santo y seña y los Miura por bandera. Y en Pamplona , en 2019, un Miura que lo reventó por dentro estuvo a punto de poner un crespón negro con su nombre en el toreo.
Dos años de trabajo en silencio, dolores, sufrimiento, que tuvieron recompensa con su regreso en Jaén en marzo de 2021, ante una de Victorino, faltaría más.
Y en 2022, triunfos en Pamplona, Mont de Marsan, Linares, Murcia…Madrid.
En Las Ventas, el 4 de junio, ante la de Adolfo Martín, Rafaelillo reclamó para sí un protagonismo previo de Talavante. Y lo hizo (cortando una oreja) en una faena templada y maciza (una tanda al natural resultó sublime) y una estocada descomunal, que fue la de la Feria (así lo reconocieron las crónicas y los jurados).
Pues bien, ni la historia pasada ni la muy reciente parecen contar para Plaza 1 y Rafaelillo- de momento- no está anunciado en Las Ventas. Los criterios empresariales en el mundo taurino son inescrutables y en ellos la lógica y los méritos contraídos no suelen cotizar al alza, algo asumido por todos, también por la sufrida afición que, al fin y al cabo, es la que pasa por caja pero a menudo se ignora.
Así las cosas, insisto en que la presencia de Rafaelillo en Las Ventas sería un acto de justicia taurina y, por consiguiente, su ausencia una injusticia.
Hay (poco) tiempo para repararla.