La siguiente historia la protagoniza Guillaume Lautier, un joven francés que cambió su vida por el amor al toro bravo, una afición que le inculcó alguien muy especial para él, su padre. Este aficionado al toro francés decidió apostar por este animal tan emblemático, salir de su tierra y emprender un viaje sin retorno para convertirse en mayoral. Guillaume lo tuvo claro desde un principio: su sitio estaba junto a este animal.
Dejó atrás muy joven la comodidad de su casa y apostó por una profesión que implica un gran esfuerzo y sacrificio diario. Se apuntó a la escuela de mayorales de UMAVACAM, en Cáceres, y tras un año de duro esfuerzo consiguió entrar de prácticas en la afamada ganadería manchega de Alcurrucén. Allí la familia Lozano le abrió las puertas de su casa, un lugar donde Teo González, mayoral de la vacada, fue un hombre clave para ser lo que es ahora.
Tras salir de tierras toledanas se afincó en Salamanca: allí dio un nuevo paso en la ganadería de Montalvo, un hierro con un encaste bien distinto al que había conocido en Alcurrucén. Por suerte para él se topó con Paco, mayoral de la casa, quien siguió puliéndole hasta conseguir hacer de él un verdadero hombre de campo. Guillaume Lautier estaba ya preparado para ser mayoral.
Con ese tiempo de aprendizaje le llegó la oportunidad de entrar como mayoral en el proyecto ganadero que habían empezado Robert Margé y Philippe Pagès -fallecido en 2021-. Tas comprar la finca El Sardinero a la familia Molina, cambiaron todo el ganado que había en la finca por otro de procedencia Núñez del Cuvillo, pasando a llamarse la ganadería como Ave María. Ahí es cuando Guillaume Lautier se suma como mayoral a este nuevo e ilusionante proyecto ganadero en la provincia de Sevilla.
Una historia de amor por el toro bravo, una pasión inculcada de padres a hijos, esa que llevó a este joven francés a darle la vuelta como un calcetín a su vida y apostar por una nueva vida fuera de las grandes ciudades. Ahora vive feliz en una casa ganadera que siempre apostó por él, una vida entre toros, vacas y caballos, esa que eligió hace ya casi 10 años y que no cambiaría hoy en día por nada el mundo.