Madrid 6-6-2018 from Cultoro TV on Vimeo.
TEXTO: MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO
Una oreja. Ese fue el premio que Ginés Marín arañó hoy en Las Ventas, en su primera comparecencia en una corrida de Beneficencia, con la plaza hasta las tejas, una corrida de Alcurrucén perfectamente entipada en chiqueros y Ferrera y Perera completando el paseíllo de los meritorios del pasado año. Porque ese fue el argumento utilizado por la empresa para confeccionar el cartel; a falta de tradición de triunfadores de feria, tendrá que valernos la de lo mejor del año anterior. Y ese era Ginés, que hoy, sin embargo, no mordió la presa cuando más fácil estaba.
Dos toros de transmisora emoción, de seria presencia y de importancia en el comportamiento y la expresión. Dos toros que se acabaron pronto, es verdad, pero ya aprenderá el extremeño a dosificar sus recursos. Porque hoy lo cierto es que no mordió la presa cuando más para él estaba, y terminó la plaza agriando su trato hacia él. Es complicado el recinto con los que han mancillado el cerrojo de su portón, pero no parece que respete –en los últimos festejos- la seriedad en la concesión. Porque estuvo bien Marín, a nadie se le escapa. Pero su vuelo terso, su entrega aparente, su compuesta figura y su inteligencia para proponer hubieran agradecido un poco más de rotundidad para todo.
Porque hubo naturales pasmosos al tercero, un inicio de metros y quietud para asustar al personal, que ya había quedado encantado con los dos puyazos de Guillermo Marín, de raza, de sabiduría y de valor. Quiso ponerle el ritmo de samba con el pase de las flores, muletazos invertidos con el envés; quiso darle línea recta para se mantuviera erguido el toro, exigirle después en poco tiempo y traer a escena la mano zurda una vez presentada en sociedad por las numerosas presentaciones de junio. Todo se andará.
También lo andará Antonio Ferrera, que ya no es tan eléctrico para todo, ha ganado en poso y en peso –toreando, claro- y está en una parte del río donde no hay más que hacer que cuidarme. También Bolívar planteó las cosas así hace mucho tiempo, pero no todos los toreros tienen el tiempo o el ocio. Perera, por ejemplo, es consciente de que lo fácil de hoy en día no es como lo de entonces. Pero él es una figura del toreo que ha evolucionado como lo han hecho los tiempos. Y por eso sabía hoy, mientras lidiaba al segundo, que sin ligazón hay poco que hacer en esta plaza, por mucho que brille tu muleta en el poder.
Brilla la de Antonio Ferrera desde que el pasado año transformase su concepto para venir a Madrid, pero ha tenido Antonio tardes mejores en Las Ventas, con la nueva Tauromaquia y con la vieja también, porque sabe distinguirlas, usarlas y guardarlas para cuando el día esté mejor. Y hoy, desde luego, no era el mejor día para hacer que el diálogo surja.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Corrida extraordinaria de la Beneficencia. No hay billetes.
Seis toros de Alcurrucén, todos en los distintos tipos que se dan en la casa, pero bien presentados y en hechuras. Geniudo y emotivo el bravucón primero; insulso y sin entrega el mansurrón segundo; obediente y con fondo sin duración el noble tercero; defensivo y correoso por su falta de fuerza el cuarto; de buen embroque y feo final el mentiroso quinto; con transmisión pero muy a menos el sexto, muy justo de raza.
Antonio Ferrera (sangre de tro y oro): ovación y silencio.
Miguel Ángel Perera (gris plomo y oro): silencio y silencio.
Ginés Marín (purísima y oro): oreja y silencio.