TEXTO: MARCO A. HIERRO / ILUSTRACIONES: JUAN IRANZO
Y el clavel llega a la primera plaza del mundo. Tarde de compromiso de dos figuras del toreo como son José María Manzanares y Alejandro Talavante y de un torero que sabe lo que quiere como Antonio Ferrera. Los tres llegan en momentos distintos y los tres quieren el triunfo. No tuvo suerte en su triple cita maestrante Antonio Ferrera, sí pudo gozar las mieles del triunfo Manzanares y una oreja que supo a poco se llevó en su triple cita Alejandro Talavante. Hoy Madrid los juzgará de nuevo con la corrida de Núñez del Cuvillo.
El primero del cartel es Antonio Ferrera. La lesión en el brazo por tierras baleares supuso un parón demasiado largo para un torero que necesita el calor del tendido y que, afortunadamente, volvió a los ruedos en Olivenza el año pasado. Viene de pasar por tres tardes en Sevilla.
Torero de raza el extremeño de Ibiza, ha logrado ir evolucionando su manera de torear y acoplarla a la madurez que va alcanzando. Sin perder identidad en esa forma peculiar de lidiar y de banderillear, con ese saltito en la cara que supone su sello particular, Antonio ha sabido cambiar el comerse el toreo a dentelladas por paladear lo bueno con mucha más calma, con serenidad y con poso. Pero ahora ha dejado de poner palos.
A José María Manzanares se le asociará por siempre jamás con el ruedo de Madrid, la plaza que junto a Sevilla mejor ha sentido y ha entendido su forma de interpretar el toreo. Aunque tuvo épocas en las que no llegó a ser el consentido de esta plaza, ahora parece entender mejor el ruedo de Madrid lo que representa su toreo, especialmente después de su faena a Dalia.
De todas las figuras que hoy en día se anuncian en los carteles es Josemari, tal vez, quien menos responda -junto con Morante- a la tiranía del resultado, porque si los toreros alcanzan su caché según llenen las plazas, Manzanares es -o debería ser- el más caro. Tiene un carisma especial, llega al gran público y tiene planta para ser héroe popular, además de héroe de luces, lo que lo convierte -comercialmente hablando- en un producto sensacional para vender entradas.
Pero, además, se trata de uno de los toreros que mejor reflejan y plasman un concepto concreto de torear, basado en el empaque, la elegancia, el temple y sobre todo un manejo de los vuelos como hay pocos hoy por hoy. Josemari es un prestidigitador de los flecos, por eso es capaz de embarcar y soltar con una precisión que le hace estar siempre bien colocado para ligar el siguiente muletazo. Y Madrid lo sabe. Y Cuvillo también.
Un extremeño genial que llega esta tarde a Madrid es Alejandro Talavante, y es esta una plaza que le ha aportado momentos inolvidables, especialmente en sus Puertas Grandes o en sus cuatro actuaciones durante la pasada Feria de 2017.
Varios triunfos lleva este año en la espuerta de las corridas en las que trenzó el paseíllo: comenzó con gloria en Olivenza y Castellón, pero todo se volvió agrio cuando llegaron los silencios de Valencia y de Cieza. Además, Sevilla por tres veces o Valladolid han visto su presencia. Esa doble versión de Doctor Jekyll y Mister Hyde que siempre ha acompañado a Alejandro le señala como genio completo de la Tauromaquia, pero también hacen que regrese una irregularidad que parecía tener superada.
Es tan imprevisible el extremeño que ni siquiera él sabe por dónde va a salir cuando está en la cara del toro, pero también sabe -ahora que ya tiene la madurez alcanzada- entrenar esos momentos de inspiración para tirar de ellos cuando le hacen falta. Madrid siempre es un marco donde las figuras quieren triunfar. Y a él ya le toca en esta primera bala de las dos que tiene.
Al hierro de Núñez del Cuvillo lo miden hoy en Madrid. Está la vacada de Vejer en la élite máxima de la tauromaquia, y es una de las ganaderías más importantes de las últimas décadas. Por eso se anuncia con tres figuras. Será la primera tarde en Madrid sin que ejerza de representante Álvaro Núñez Benjumea, pero su mano estará presente en las próximas tres camadas.
Llega Cuvillo después de un invierno en el que las inclemencias meteorológicas han marcado el devenir de un hierro que acusa estas vicisitudes. Ha lidiado en cosos como Valencia, Sevilla o Valladolid.