Como dice el refrán, cada maestrillo tiene su librillo, y eso en el campo bravo es el pan nuestro de cada día. Hay ganaderías que separan a los toros en pequeños cerrados para evitar grandes peleas y otras que apuestan por tenerlos todos juntos para que se hermanen. Con la llegada de las fundas bajaron considerablemente las bajas por asta de toro, pero aumentaron dichas bajas por hernias o cornadas internas. En la ganadería sevillana de Partido de Resina —antes Pablo Romero— son conscientes de este problema, de ahí que estén muy encima de los animales.
Aquí en esta casa ganadera los animales pese a su nobleza muchas veces tienen un comportamiento altivo, y más si hablamos de sementales que ya van cumpliendo una edad, por eso el mayoral de la casa sabe que nunca debe perderle la cara a los toros, incluso en los momentos de mayor peligro. Es pleno verano y toca sanear a la tropa de vacas y los sementales, son las primeras horas del día y pese a adelantar la labor ya empieza a picar con fuerza el sol.
Una faena nada fácil en la que el mayoral y los vaqueros tienen que estar con los cinco sentidos puestos. Toca separar las hembras de un semental para sanearlo en los corrales de la finca. Éste es un proceso complicado, ya que el toro no quiere abandonar a su lote de vacas. Aquello que parecía una faena plácida al comienzo de la mañana, se tornó en complicada tras presentar batalla el semental. El animal no quería ir por donde le indicaba el mayoral, volviéndose hacia su querencia pese a tener el reclamo de las vacas.
Aquí la pericia del vaquero y el mayoral es importante: poco a poco tienen que ir convenciendo al toro para que salga de su querencia y llegue hacia una corraleta previa a los corrales donde ya no harán falta caballos. Son momentos de tensión, el toro está muy caliente y arremete contra todos y contra todo. El semental llega un momento que saliendo del cercado se aquerencia en una parte del mismo y no acepta ir contra querencia, de ahí que sean fundamentales los bueyes, esos que conoce desde chico y que le arroparán camino de los corrales.
Por la fuerza nunca se consigue nada delante de un animal bravo y todo hay que hacerlo usando la cabeza e intentando engañar al animal para que crea que va donde él quiere ir. Pero surge otro problema, huele a las vacas del cercado colindante y no quiere irse de esa zona. Gracias a la labor de los cabestros, el toro se tranquiliza y toma las puertas camino de los corrales. Una labor que tardó más de lo debido, pero que acabó bien. Ya se sabe que en el campo nunca 2+2 son cuatro, de ahí que las faenas sabes cuando las empiezas, pero no cuando las acabas.