Los toros bravos se parecen más de lo que creemos a las personas. Sufren patologías similares y cambios de ánimo y tienen un vínculo muy estrecho con sus crías, pese a que los sementales no tengan ese instinto de pertenencia que —por ejemplo— sí tienen las vacas madres. El toro no reconoce a los becerros como tal, llegando incluso a no gustarle la presencia de éstos en determinados momentos.
Los tiempos en una ganadería son fundamentales. Son fechas que el ganadero sigue a rajatabla para tener una organización de aquello que es realmente importante en la finca. Uno de los momentos más relevantes es la elección del semental y las vacas que irán con él; este es un instante crucial en una vacada, ya que el devenir de ésta depende de la elección correcta de las vacas y los sementales.
El periodo de gestación de una vaca es igual que el de una mujer, es decir, nueve meses, por ello los ganaderos para que le nazcan los animales en una fecha determinada elegirán una fecha u otra para echarle el toro a las vacas. Por todo ello, dependiendo de la zona geográfica; esto se hará entre los meses de noviembre o diciembre, procurando retirar a los sementales cuando la primavera da paso al verano.
Un toro de Millares, protagonista de esta historia
La comarca del Condado de Huelva es una de las zonas más taurinas de la provincia andaluza; allí pastan varias ganaderías de bravo, entre las que se encuentran hierros como los de Cuadri o Manuel Ángel Millares, este último un ganadero que lleva desde 1993. Por lo tanto, 30 años lleva consolidando sus tres proyectos bravos, cada uno, además, con un encaste distinto. El que se anuncia a su nombre, con sangre Jandilla; el que se conoce por Torremilla, de origen Núñez; y el de Los Millares, con sangre Atanasio.
El campo bravo siempre nos da sorpresas, y más si hablamos de genética. Aquí un nuevo semental abandonaba su hato de vacas para recorrerse caso 2 kilómetros en busca de ese cercado donde vivió de añojo.
Es el primer año que está con las vacas y no está aún acostumbrado a ellas, de ahí que tenga este comportamiento tan extraño con ellas. El toro desconoce con quien está, no sabe la función que tiene que hacer, de ahí que con el paso de los días se acostumbre a la labor que se le ha encomendado. Con el tiempo el nuevo semental se acostumbrará a estar con las hembras, e incluso cuando le toque descansar será difícil sacarlo de allí.