Hablar del hierro de Victorino Martín es hacerlo de una de las divisas más prestigiosas del campo bravo, una ganadería que desde su creación ha tenido claro el tipo de toro que necesitaba la Fiesta. En Las Tiesas de Santa María se cría un animal muy definido, con unas características distintas al resto. Su viveza en la mirada, su expresión de bravo, su finura de cabos y su comportamiento siempre alerta le hacen ser un toro impredecible en el campo por su comportamiento jerárquico.
La divisa de la A Coronada se ganó el respeto de la prensa, las empresas, los toreros y el aficionado gracias a una búsqueda de un animal que llevara la emoción a los tendidos. En esta casa son conscientes que el toro tiene que tener exigencia, codicia y no rendirse ante el castigo, pero también saben que la nobleza es fundamental, la fijeza, encontrar un toro agradecido cuando se le hacen las cosas bien es básico para el toreo de hoy en día.
Un animal al que nunca hay que perderle la cara
Como ya hemos contado en varias ocasiones, el toro bravo no es un animal dócil y sumiso; es decir, no es un perro o un caballo que se deja facilmente acariciar. Al animal bravo nunca hay que perderle la cara, hay que tenerle siempre respeto porque si te confías puedes pagarlo caro. Es verdad que en el campo su comportamiento es tranquilo, pero la chispa puede saltar en cualquier momento, algo que pone en serio peligro al que tiene cerca, un animal jerárquico, que lucha por el cetro del cercado y no le importa medirse con cualquiera de sus hermanos para conseguirlo.
Al contrario de los animales carnívoros, no ataca para alimentarse, sino para ser el líder único de la manada. Hay ganaderías de sangre caliente y otras más de sangre fría; esto quiere decir que hay toros más propensos a las peleas y otros que no lo son tanto, aunque cuando hay cambio de tiempo la tensión se palpa, sea el encaste que sea. El problema no viene en una pelea cuerpo a cuerpo entre dos astados, ahí ambos luchan en igualdad de condiciones, la gravedad viene cuando un tercero aprovechando el cansancio de uno de los oponentes entra en escena y resuelve la ecuación. Ahí existe el mayor de los riesgos de cara a una posible baja de uno de los contendientes. Al entrar de costado y no de frente desequilibra al su hermano, creando superioridad numérica y decantando la pelea.
La pelea de dos toros de Victorino se decanta por la fuerza del líder
En esta ocasión la pelea de dos toros de Victorino se decanta por la fuerza del líder y no por la entrada de un tercero en discordia. Tras perder la batalla el animal sale humillado hacia la parte opuesta del cercado, mientras que el líder sale en su busca para hacerle ver quien manda en esa cerca. Por suerte, pese a la terrible pelea no hay cornada de por medio, algo que seguramente alivia a un ganadero que sabe de la fuerza de un tipo de toro que no se caracteriza por dejarse ganar la pelea.
Este es el pan nuestro de cada día en una explotación de bravo, de ahí que vaqueros y mayorales deban estar atentos a los cambios de tiempo o a comportamientos que indiquen que puede producirse una pelea. Para ello son importantes los perros, esos que pueden en un momento determinado llegar a lugares donde el caballo ni se puede acercar. La pelea, por suerte, acabó con un ganador pero sin ningún vencido, seguramente vuelva a intentarlo.