La amenaza constante a la que está sometida la tauromaquia en Colombia vive sus momentos más decisivos desde que Gustavo Petro asumió la presidencia del país, apenas el verano pasado. Desde entonces, dos proyectos de ley que pretendían la prohibición de la actividad taurina en todo el territorio nacional han sido hundidos en el Congreso de la República, gracias a la oportuna y sensata intervención de los representantes que han demostrado su verdadero compromiso con las libertades. Y también, en este tiempo, se produjo la sentencia de la Corte Constitucional que obliga el retorno de los festejos taurinos (en su total integridad) a la plaza de toros de Bogotá, lo que ocurría la próxima temporada.
Pero a estos tres pequeños grandes triunfos se suma uno más, conseguido esta pasada semana. Ya que en el Plan Nacional de Desarrollo que se acaba de aprobar en las dos cámaras legislativas, y ahora pasa a sanción presidencial, se incluyó el Sistema Nacional de Protección Animal, que contiene un parágrafo que advierte que el sistema no podrá limitar, ni prohibir, ni suspender las actividades con animales que sea producto de la tradición, la costumbre de las prácticas populares de nuestros pueblos.
Así pues, todas las actividades taurinas, así como las corralejas, el coleo, las cabalgatas y las riñas de gallos quedan amparadas para salvaguardar el empleo de miles de familias que subsisten de estas prácticas, las cuales permanecerán ahora bajo el amparo del Ministerio de Agricultura.
Sin duda, este es un gran paso más en la defensa de la cultura taurina en Colombia. No obstante, no es el definitivo, pues en el Senado colombiano se ha inscrito un nuevo proyecto de ley que busca la prohibición del toreo, aunque también se ha iniciado el trámite de otro que pretende modificar la Ley Taurina 916, pero esta vez desde el mismo sector, pues existía ese compromiso para regular y modificar algunos aspectos de la lidia que pudieran ser susceptibles de mejora.
En este proyecto se propone, entre otras cosas, reducir el tamaño de puyas y banderillas, sustituir las orejas otorgadas como premio por otro simbólico (florrz, por ejemplo) y emilinar los avisos al limitar a dos los intentos con la espada y dos más para el uso del descabello. Veremos en qué terminan estos procesos, aunque es notable y de agradecer el trabajo de defensa realizado por el sector taurino en las altas instituciones colombianas.
Recordemos que Gustavo Petro había incluido en el programa de gobierno que le llevó a la presidencia de Colombia, la prohibición de los espectáculos taurinos como uno de sus puntales de campaña. Por lo tanto, cada una de estas pequeñas batallas ganadas es un gran triunfo para la actividad taurina en el país.