Noctámbulo llevaba por nombre el primero de la tarde, un animal de Santiago Domecq que nunca descolgó. Ya de salida embistió a media alturita y sin desplazarse. Dos veces fue al caballo en dos puntazos donde acudió desde la larga distancia pero sin emplearse abajo. Morante sabía que iba a estar justito de raza de ahí que tanto con el capote como con la muleta lo torease a su altura. Por estatutarios comenzó una faena con muletazos muy toreros por el lado derecho, por el izquierdo tendía a acortar el viaje y reponer. Anduvo inteligente el de La Puebla del Río aprovechando la inercia del animal en cada muletazo. José Antonio se gustó y gustó en varias fases de una faena que no pudo tener redondez por el juego del animal. Le puso mucho el sevillano a la embestida pasadora de un animal que nunca descolgó pese a humillar un punto más de mitad del trasteo hacia adelante. Tras un pinchazo y una estocada algo caída y atravesada tuvo que hacer uso del verduguillo en varias ocasiones escuchó palmas.
El segundo llevaba por nombre Morisco, un toro con el hierro de la R de Rincón que ya de salida embistió con cierto temple al capote de Castella. El de Carlos Núñez tuvo franqueza en el pero, acudiendo hasta tres veces desde la larga distancia. Un animal que tuvo prontitud y fijeza pero al que le costó irse más allá de los vuelos. Un animal que exigía que lo llevarás enganchado y no acompañado, de lo contrario tendía a quedarse debajo cuando llegaba al embroque. Castella buscó no apretarle en la primera tanda para más tarde intentar exprimir a un animal que acabó rajado. El de Carlos Núñez cogió más ritmo a zurdas, por ahí si humilló más, pero Sebastián pecó de quedarse en la distancia corta, y ahí el animal se desordenaba. El francés realizó una faena fría y desigual combinando medios pases con otros de mayor largura ante un ejemplar al que le faltó mayor entrega y raza para empujar de verdad en las telas. Tras un bajonazo trasero escuchó palmas.
Duró un suspiro el tercero de la tarde, un animal de Bohórquez que se dejó en el caballo la bravura que llevaba dentro. Justificado fue un toro largo de viga pero pegadito al suelo, un animal algo paletón que la quiso tomar con temple en un recibo capotero donde siempre tendió a pegar un tornillacito al final del capotazo. Tres veces fue al caballo de Mario a Benítez, dejando este una tercera vara en muy buen sitio. El animal tenía alegría, yendo de menos a más en el jaco. Pero ya en banderillas empezó a quedarse cortito y embestir a su aire. Pablo Aguado no le apretó, buscó torearlo en la media distancia con la muletida algo retrasada para aprovechar el viaje del animal, pero este duró un suspiro. Sosito y justo de fuerzas, el de Bohórquez no quiso tirar hacia adelante. Es cierto que tuvo nobleza, pero le faltaron finales. Porfió Aguado en una faena sin mayores apreturas ante un astado sin celo y agarradito al piso. Tras una estocada trasera y tendida fue silenciado.
Cuajó de cabo a rabo Morante a Velado, un sobrero de Juan Pedro que salió en sustitución del cuarto devuelto por falta de fuerzas. Un animal que desde salida no quiso entregarse, embistiendo con la cara a media altura y metiéndose muy por dentro. Un animal que nunca descolgó y que llegó a la muleta aún sin definir. Morante anduvo muy inteligente aprovechado las inercias en las embestidas del animal. José Antonio le puso alma a una labor de gran empaque y torería ante un animal que se movió con transmisión pero sin esa entrega por abajo que hace que la faena suba en enteros. Pero a Morante no le importa eso, poco a poco fue exprimiendo a un animal que embistió siempre a oleadas. Le puso el muslo en cada muletazo, le ofreció la femoral para llevárselo siempre detrás de la cadera en muletazos hondos y profundos pese a la embestida a media altura del animal. Se rompió la cintura, toreó con las yemas de los dedos para pulsar al irregular aunque agradecido animal de Juan Pedro. El animal pese a no tener excesiva clase si sacó fondo de ganadería buena para llegar con ritmo al final del trasteo. Dentro de una faena con muletazos de gran belleza destacaron dos pases de pecho y una trinchera al ralentí: no se puede torear más despacio. A pies juntos dejó una serie final toreando nuevamente con la cintura y las muñecas ante un toro que siempre tuvo mejor inicio que final del muletazo. Pero un pinchazo previo evitó el corte del doble trofeo para un Morante de la Puebla que siempre estuvo por encima de la condición de un ejemplar de embestidas desiguales pero con su punto de viveza.
El quinto de la tarde fue un exigente animal de Toros de El Toreo, un astado que ya de salida embistió con celo al capote de francés y que apretó en el primer encuentro. Castella no lo castigó en demasía en el jaco para que llegara con mayor fondo a la muleta. El francés dejó una faena de más a menos, un trasteo donde caló un ceñidísimo inicio por estatutarios y una primera serie a derechas donde entendió aquello que le pedía el animal. Barbecho sacó emotividad en unas embestidas donde tendía a soltar la cara al final del muletazo. Castella estuvo correcto ante un toro que acabó aburridote tras un trasteo largo e inconexo con muletazos al hilo del pitón y llevando al animal por fuerita. El de El Torero siempre exigió que lo llevarán empapado de muleta, de no ser así se quedaba a mitad de la suerte. Nadie discutió las ganas y la entrega del torero, pero sí que alargara en exceso un trasteo que languideció por la falta de conexión entre toro y torero. Tras una estocada caída tuvo que hacer uso del descabello, siendo silenciado tras escuchar dos avisos.
Se inventó Aguado una entintada faena ante el sexto de la tarde, un manso de Álvaro Núñez que sacó movilidad y transmisión en la muleta. Halcón no quiso saber nada del caballo en un tercio de varas donde cantó la gallina nada más sentir la puya. Antes Pablo había dejado un saludo capotero desigual pero con lances marcados por la cadencia. Se espabiló el animal en banderillas para llegar a la muleta aún con el temperamento patente en sus embestidas. Se inventó Aguado una faena donde aprovechó las inercias de un animal que mientras le aguantó la movilidad dejó al sevillano firmar series de derechazos con la raza y la entrrga como bandera. El de Álvaro Núñez nunca fue metido en las telas, siempre embistiendo a oleadas y sin humillar. Por el izquierdo había que llegarle al hocico y aguantar la primera arrancada, saliendo aburridito y con la cara alta al finalizar el muletazo. Aguado le tapó los defectos a un toro que no fue nada fácil por su embestida geniuda. Quiso finalizar la faena por naturales a pies juntos pero el animal acortó el viaje y a punto estuvo de cornear al sevillano. Lástima que pinchara su labor en la suerte suprema, cambiando una más que merecida oreja por una ovación cerrada desde el tercio tras sonar un aviso.
FICHA DEL FESTEJO
Viernes 12 de mayo, Plaza de toros de Jerez de la Frontera, Cádiz. Feria del Caballo, segunda de abono. Corrida de toros. Tres cuartos de plaza.
Toros de Santiago Domecq, Carlos Núñez, Bohórquez, Juan Pedro Domecq (4°bis), El Torero y Álvaro Núñez. De embestida pasadora a media altura el noblón primero; Con nobleza y cierto temple el rajado segundo; a menos el sosito y desrazado tercero de Bohórquez; con transmisión y emotividad el desigual sobrero que hizo cuarto; con emotividad y exigencia en sus embestidas el desigual quinto; de mansa condición el desigual y geniudo sexto.
Morante de la Puebla (manzana y oro): Palmas, oreja tras petición.
Sebastián Castella (malva y plata): Palmas y silencio tras dos avisos
Pablo Aguado (rioja y oro): Silencio y ovación tras aviso
Incidencias: Saludó José Chacón tras parear al quinto.
Catavino de Oro al mejor toro: Barbecho de Toros de El torero.
Catavino de plata al mejor picador: Desierto.