FRANCISCO MARCH
Un año más, el viajero taurino(exiliado temporal pero no huido) toma camino de Olivenza al encuentro de aquello que le niegan en su tierra.
Feria primeriza de la temporada taurina, en Olivenza se han dado desde el inicio de formato actual hace ya tres décadas, tardes (y mañanas) de toreo bueno; las figuras se anuncian complacidas; hay reapariciones y homenajes; las gentes acuden para quitarse la melancolía de los inviernos sin toros y estos, los toros, suelen ser de ganaderías propicias al triunfo sin sobresaltos.
Ocurre, sin embargo, que los aficionados fetén reniegan de ello como de la peste, aún sin haberse sentado jamás en los (incómodos) tendidos del, por otra parte, bonito coso oliventino.
No seré yo quien niegue razones a ese desafecto: toro a modo, público amable, exigencias las justas…
Sin embargo -y de ahí i7esta postal- hay motivos más que suficientes que justifican ponderar la llamada Feria del Toro de Olivenza y, a ser posible, repetir la visita.
Decir Extremadura es decir toro, omnipresente en su paisaje y en su historia. Olivenza, como tantas otras ciudades y pueblos de la geografía española,vive su fiesta con el toro en el centro y eso procura alegría y beneficios (no sólo) económicos que en más de un caso dan para el resto del año, o casi.
A Olivenza y a su plaza de toros acuden lugareños y aficionados de Madrid, Sevilla, Donosti, Valencia, Logroño, Barcelona…también de la vecina Portugal y franceses. Curioso (o sintomático) caso el de los franceses, tenidos como garantes de la seriedad , amantes del toro-toro y que no dudan en coger autobús y manta y plantarse en la frontera extremeña con Portugal. Ahí lo dejo.
Por las fechas del calendario, son más las veces de frios y lluvias que las de sol y bonanza. Sin ir más lejos la edición de este año, que ya desde muchos dias antes se anunciaba de vientos y lluvias permanentes, empujadas por una borrasca con nombre de mujer, con perdón.
Pero ¡oh milagro! la feria se dio en su totalidad y el público aguantó estoico huracanes y cataratas de agua bajadas de un cielo que iba del cárdeno oscuro al negro zahíno.
Hubo también otros milagros que evitaron males mayores a una novillera heróica , María del Mar Santos; a un matador muy nuevo y con muchos arrestos, Luis David;y a un banderillero experimentado, Julio López.
También se sobrepuso la Feria a la baja del torero que , haciendo doblete y conmemorando sus 20 años de alternativa, era argumento principal de la misma: El Juli.
De lo ocurrido en cada festejo ya se ha dado cumplida cuenta en los distintos medios y cada quien puede sacar su correspondiente opinión valorativa.
Por eso me detengo en otras cosas. Una de ellas, como decíamos, que en la ciudad , hermosa, limpia (en la medida de lo posible, con el gentío), con la rotulación de las calles, el adoquinado o las iglesias y monumentos recordando la influencia lusa, se » respira toros’ en tres dias intensos.
La Carpa municipal es lugar de encuentro cultural y gastronómico y en ella, por ejemplo, la Diputación de Jaén presentó los múltiples y variados motivos de atracción de la provincia andaluza, olivos ( y su oro líquido) y toros como emblema.
También hubo homenajes a El Juli ( que, convaleciente, no pudo asistir), a Victorino Martín y uno especialmente emotivo a Fernando Masedo, gran referente en el periodismo taurino extremeño en las últimas décadas y fallecido hace unos meses.
Y algo especialmente relevante en los tiempos que corren: la implicación , a todos los niveles y sin ambages, tanto de la Administración autonómica como provincial y local.
Gobierno de Extremadura, Diputación de Badajoz y Ayuntamiento de Olivenza, conscientes del compromiso con su tierra y su gente (los que les votan, los que no les votan y los que no votan) están ahí.
Tanto están que están también en la plaza, en cada festejo. Pero no ocupando un palco entre canapés y sonrisas de compromiso si no en la dura piedra del tendido, mojándose (literalmente) por la fiesta y , si se tercia, compartiendo bota de vino y jamón con el apretujado vecino de localidad.
Qué quieren que les diga. Cuando tantos de sus colegas (del mismo u otro color político) escupen contra la tauromaquia y legislan contra ella; otros la utilizan y manipulan al albur de su conveniencia buscando réditos electorales y alguno incluso abjura ( por esos mismos ‘motivos») de pasados fervores taurinos, ver, entre capelinas, forros polares y paraguas que se abren y cierran al compás de las nubes, al Presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara o al joven alcalde de Olivenza, dan ganas de tocarles las palmas y darles las gracias.
Por eso y más. Pese al frio y el agua. Y porque, además y entre otros muchos momentos y nombres, vi un sobrenatural de Talavante o un toro de Victorino que recordó ( salvadas todas las distancias de tiempo, lugar y protagonista) a aquellos con los que se las veían Andrés Vázquez, Ruiz Miguel o el propio Esplá, ahora, ya de regreso en la Barcelona sin toros y con toda la temporada por delante, proclamo que , mientras el cuerpo aguante y el bolsillo lo permita, volveré a Olivenza.
Post data
Para el lector suspicaz y tuiteros varios: ni la Empresa, ni el Ayuntamiento ni la Junta me han regalado nada. Ni siquiera jamón o técula mécula.