ENTREVISTA

Morenito de Aranda: «Cuando iba en el helicóptero con el pecho abierto sólo pensaba en volver a Madrid»


viernes 2 junio, 2023

El torero burgalés recibió un pitón en el pecho para quedarse a un centímetro de la pleura cuando recibía a portagayola a un toro de Baltasar Ibán en Vic Fezensac

Morenito De Aranda Philippe Latour (1)
Morenito de Aranda pasea el trofeo que le cortó, herido, al toro de Baltasar Ibán en Vic Fezensac © Philippe Latour

«Hoy estoy algo mejor», se escucha una voz al otro lado del teléfono que se esfuerza por mantener el tipo, «pero ayer me tiraban los puntos por todo el pecho que que me quería morir…». El que habla es Jesús Martínez Barrios, Morenito de Aranda en los carteles, que la pasada feria de Vic Fezensac recíbía un pitón en el pecho mientras un toro de Baltasar Ibán lo zarandeaba como un trapo al recibirlo en la puerta de chiqueros. El resultado: una cornada de 20 centímetros que se quedó tan sólo a uno de la pleura, y otra que, afortunadamente, chocó contra el cuello del húmero y no pasó a mayores. Pa habernos matao, que diría el otro…

Jesús es consciente de lo que pudo pasar, pero no es nuevo en esto. Ni es la primera que recibe. De hecho, no sólo continuó la lidia mientras la camisa se teñía de rojo por debajo de la axila, sino que le cortó una oreja de torero bravo y de buen trazo a un toraco de Vic cuyo pitón ya había hecho carne en su cuerpo. «Yo no pensé que tenía tanto», asegura el burgalés como quien explica un informe económico. «Sentía el dolor y me ardía el pecho, pero cuando me trasladaban en helicóptero, con el pecho todavía abierto, sólo pensaba en volver a Madrid, en que estas cosas tengan su recompensa, tal como está esto, y que donde merece la pena de verdad hacer los esfuerzos es allí».

Lo está echando de menos este año. Es como un vacío en la vida de uno de los matadores que más orejas lleva cortadas en la plaza de Las Ventas y más querido por la afición más exigente de esa plaza. «No te puedes imaginar cuánto lo extraño», subraya. «Al no verme en los carteles, supe que me afectaría y que lo iba a pasar mal este año, pero confiaba en rehacerme y buscar los sitios fuera de San Isidro, pero ni siquiera me imaginaba lo que lo echo de menos», explica a corazón abierto. Y sitios, los hay. Como esa corrida de Jose Enrique Fraile de Valdefresno que es segura para el mes de julio, donde la empresa ya ha anunciado tres corridas de toros.

El mes de julio, ideal para volver

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«Esa corrida sería excepcional para mí», reconoce al preguntarle, «pero todavía no sé nada. La de José Enrique es muy buena porque siempre le he tenido fe a ese encaste, siempre me he anunciado con él en los sitios de máxima responsabilidad y sé que es una buenísima corrida de toros», explica. Y es, además, de las que pueden venirle bien a su torero, porque comienza a estar ya maduro, con capacidad y con recursos para matar con facilidad cualquier corrida de toros, pero él donde luce es en las que embisten por abajo y se quieren ir hasta el final. Y el año pasado, por ejemplo, no fue así.

«Mira, Marco», dice con serenidad, «si hay un ruedo en el que yo estoy dispuesto a jugarme la vida a tumba abierta es Madrid. Lo he demostrado muchas veces. Pero también tienes que ver que los esfuerzos que haces valgan para algo, como estoy seguro de que va a valer el que he hecho en Vic. El año pasado, en Madrid, creo que estuve mucho más que entregado con dos toracos de Samuel Flores que no embistieron y la gentelo reconoció. Pero no sirvió para entrar en este San Isidro. Por eso me gustaría encontrarme en esa plaza de nuevo con uno que meta la cara de verdad y yo me pueda entregar igual que él. Porque el toreo es una pelea de entregas; el que más lo hace, gana. Pero puede que uno se entregue tan poco que tenga al otro a su merced. Y eso ya no es el toreo». La explicación es pura filosofía de vida.

Y ese concepto lo han entendido muy bien en Francia -a pesar de quedarse fuera de Aire Sur L’Adour después de cortar tres orejas el año pasado-. Pisará Bayona, Tyrosse, Burgos… plazas que ya comienzan a estar en su agenda fijas por la entrega demostrada en la hoja de servicios. Pero queda la espinita del lugar donde todos quieren ir a morir: Las Ventas. «Confío en que llegará y no me quedaré sin pisarla este año», augura. Méritos, desde luego, no le faltan, a pesar de todo.