Pablo Hermoso de Mendoza, Lea Vicens y Guillermo Hermoso de Mendoza trenzaban el paseíllo a partir de las 19:00 de la tarde con toros de Fermín Bohórquez en el penúltimo festejo de la feria de San Isidro.
Pablo Hermoso pincha una sobria y medida lidia al primero
Tuvo que trabajar pronto Pablo Hermoso para fijar al distraído primero, tan falto de celo, pero el fino «Regaliz» ajustó los círculos para encelarlo en los medios y dejó el rejón en todo lo alto. Basto sólo uno, pues el toro no prometió mucho poder tampoco. La lidia sobre «Talento» fue deliciosa, todo con pausa, jugando los terrenos para mantener la atención del toro en los galope de costado, cortos pero intensos, pues el toro arreaba cuando estaba seguro de hacer presa. Atacó Pablo al pitón contrario y clavó las banderillas arriba para salir con limpieza. Faena sobria, de perfecta ejecución a la que le faltó la emoción del toro. Lamentablemente, todo fue emborronado con el descabello.
Léa saluda una ovación con un segundo a menos
Otro fondo sacó el segundo, fijo desde sus salida en «Guitarra», la jaca con la que Léa Vicens paró al toro con suavidad y temple. Un rejón de castigo bastó para dejar al toro ahormado para la faena. Su equitación sobre «Diluvio» fue exquisita, tanto en los galpones de costado como en las entradas dando el pecho. Dos banderillas batiendo a pitón contrario cayeron arriba mientras que en las otras faltó un poco de ajuste en el embroque y los palos cayeron desprendidos. Más espectacularidad de cercanía alcanzó sobre «Deseado», con el que clavó más reunido las cortas. El efectivo rejón de muerte provocó la pañolada que no fue atendida por el palco.
Guillermo lo hace todo bien con el tercero pero falló con el rejón de muerte
La salida del tercero fue más mentirosa, pues llevaba un trote cocinero paralelo a «Jibaro», atento a todo menos al caballo, pero cuando lo tenía a tiro arreaba con poder a traición. Atento Guillermo Hermoso, siempre supo anticiparse y aprovechar para estirar las embestidas a dos pistas, hasta pararle los pies en los medios con un certero rejonazo. Descubierto el manso, optó por pararse y esperar, por eso la lidia con «Berlín» fue una construcción constante. Provocar en la cercanía para tirar del toro lo más que pudiera. Y tanto que lo hizo, que hasta pudo ejecutar la hermosina y cortó por los adentros los galope de costado, templados y ajustados. Duró muy poco el toro, que terminó parado y no ayudó nada en el tramo final de la faena, por eso el par a dos manos por los adentros con «Esencial» fue de máxima exposición y emocionó por su perfecta ejecución. Falló con el rejón definitivo y todo quedó en un silencio.
Pablo se estrella contra la imposibilidad del cuarto
También tuvo que trabajar Pablo con el manso cuarto, un toro al que el Navarro se apresuró en fijar, para tratar de aprovechar al máximo las escasas prestaciones de la corrida. Por eso con «Basajaun» tuvo que llegar mucho a la cara del toro para clavar, porque de tirar de él y provocar algún galope ni hablar. Era como ponerle banderillas a un sofá. Cierto es que sangró muchísimo y eso lastró aún más su nula movilidad. Incluso, Pablo renunció a clavar los palos cortos para abreviar y ejecutar la suerte suprema. Sin suerte el navarro.
Oreja para la buena faena de Léa Vicens al fijo quinto
Emocionante resultó el saludo al quinto con «Cleopatra», con la que se fue a la puerta de chiqueros para enganchar desde allí una trepidante carrera que duró casi dos vueltas al ruedo a fondo, cercana y templada, que iba subiendo con fuerza al tendido mientras más se prolongaba. Sin embargo, aunque el toro tuvo mejor intención, poco a poco se fue apagando también y se quiso aquerenciar cerca a las tablas. Léa, más centrada y precisa, lidió bien a lomos de «Aladín», jugando con las querencia y los terrenos para ayudar al toro, que cada vez fue perdiendo gas. Con el elástico «Bético» enganchó dos galopes de costado ceñidos y templados, pero serían las últimas embestidas largas del toro, que recortó notablemente su recorrido. La pena fue que Léa tuvo un par de entradas en falso pudieron ser el único borrón de su buena labor, porque entendió perfectamente al toro y le dio siempre la lidia que necesitaba, potenciando la virtud de su noble fijeza. El rejón cayó arriba y la oreja no se hizo esperar.
Guillermo firma una faena de altos vuelos y el pinchazo deja el premio en una oreja
Un quiebro ajustadísimo en los medios con «Martincho» levantó pasiones en el tendido como una explosión, para dejar el rejón de castigo en todo lo alto. El toro fijo, pero avaro en sus desentendidas embestidas, era perfecto para los cambios. Por eso Guillermo repitió la fórmula en banderillas con «Ecuador», dos quiebros imposibles de lo ceñidos que fueron, atacando de frente, dando el pecho con decisión y verdad, perfectamente resueltos. Recortó más las distancias con «Ilusión» y subió la temperatura con las rosas a lomos de «Esencial», con el que volvió a emocionar en un brillante par a dos manos. Supo Guillermo administrar bien al toro para estirar Sue acaso fondo y todo lo hizo con precisión quirúrgica. Lástima el pinchazo, porque el siguiente rejonazo fue fulminante.
FICHA DEL FESTEJO
Sábado 3 de junio. Plaza de toros de Las Ventas, Madrid. Feria de San Isidro, vigésimo segunda de abono. Corrida de rejones. No Hay Billetes. Tarde soleada.
Seis toros de Fermín Bohórquez, reglamentariamente despuntados. Serios y bien hechos en sus diferentes hechuras. Soso y desrazado el primero; fijo y a menos el segundo; manso y mentiroso el parado tercero; parado y vacío el manso cuarto; noble y fijo, pero a menos, como toda la corrida, el quinto; fijo y de escaso recorrido el sexto.
Pablo Hermoso de Mendoza: silencio en ambos.
Léa Vicens: ovación y oreja.
Guillermo Hermoso de Mendoza: silencio y oreja.
FOTOGALERÍA: EMILIO MÉNDEZ.