LA CRÓNICA DE MADRID

Casi nada la ‘juampedrada’


jueves 1 junio, 2017

Un encierro sin raza ni vida de Juan Pedro Domecq provoca el aburrimiento en una tarde de plúmbeo tono entre Manzanares, Cayetano y Joaquín Galdós, que confirmó sin gloria

Casi nada la 'juampedrada'

MARCO A. HIERRO / FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO

Vaya por delante que lo que aquí se va a exponer atañe única y exclusivamente a la corrida de hoy. Que luego te llaman los ganaderos para pedirte explicaciones de lo que les han dicho que tú has escrito, no de lo que han leído ellos. Porque luego ninguno lee nunca nada, pero todos conocen hasta la última letra que has dejado caer, y el titular de hoy es muy goloso para largar. Pero es que no fue casi nada la ‘juampedrada’ de hoy…

Luego, si nos ponemos a ver las descripciones que hablan en la ficha sobre el comportamiento de los toros no parece que haya sido tan mortecina la corrida. Es más, incluso parece que dio más opción de lo visto finalmente entre la terna. Pero no sólo no fue así a causa de ese denominador común que es la ausencia de raza -preocupante en Juan Pedro este año, el primero que lidia los productos ya seleccionados por él- que se ocupó de ir enterrando las virtudes que sacaron los animales de salida hasta dejarlo en pedrada de Juan Pedro. O sea, Juampedrada.

Sí, es cierto que tal vez si al primero se le hubiese tratado con un poco más de oficio, con algo más de rodaje y con cierta calma que hubiera sido impropia de un confirmante tal vez hubiera dado para una faena más compacta pero ¿es eso a lo que aspiramos? ¿Aspira Madrid, que celebra el mundial del toreo, a ver faenas ‘algo más compactas’? Para que aparezca el rito en su medida y su historia tiene que aparecer el TORO, y en Las Ventas eso se escribe con mayúsculas, que para las cursivas y góticas hay mucho gache bien resuelto. Por eso resulta ilógico que aparezcan hoy cinco toros de La Glorieta salmantina -con más cara, obviamente- para poblar una tarde de San Isidro. Como si fuera lo mismo una cosa que otra o te diera igual en el rédito. Así no se viene a Madrid. Y menos cuando has traído tres cercados enteros para que te aprueben cinco toros. Y resulta que es el remiendo, el toro de Juanma Criado que salió quinto, el de mejores prestaciones del encierro que salió hoy. De Juanma era ese, sí, aunque se equivocasen en chiqueros al sacar la tablilla con el nombre de Juan Pedro. No. Ese se queda fuera de la Juampedrada.

Porque ese fue el que le permitió a Cayetano lancear con aseo a la verónica y demostrar con el inicio de bello toreo a dos manos, el cambio de mano garboso y el de pecho bien trazado cuando había ganado los medios que se ha tomado muy en serio lo que significa Madrid, aunque luego se perdiese en la estructura, no acertase en la colocación y rayase durante el trasteo en una medianía que para él es avanzar, pero para lo visto en esta feria en otras manos y otras sapiencias es quedarse en el intento. Le pesa al torero haber llegado tan tarde al chocolate del toro, y a pesar de que su raza ha quedado patente sobre todo en los últimos años, le falta macizar el toreo fundamental. Hoy con ese toro saludó una ovación, pero el funo era de pelo.

Lo hubiera sido alguno más de los cinco que compusieron la juampedrada de hoy, pero fueron tan sosos, tan desrazados, tan ayunos de la mínima chispa y la exigible emoción -esto es Madrid- que su falta de trapío para este ruedo se impuso sobre lo demás. Y bastante poco pitaron un encierro de medias alturas, lenguas fuera, caminares mortecinos tras apenas dos galopes y fondos físicos casi inexistentes para soportar con decoro la lidia que se exige hoy. Y en Madrid. Porque que el chochón que le salió cuarto a Manzanares tomase el trapo con docilidad lo hace todavía más molesto para el que se sentó en la piedra a sudar. Y que el pasador segundo le morrase un poco a Josemari para que le dejase algún muletazo de cierta entidad y dos naturales soberbios resulta casi insultante para el que vino a recrear lo vivido hace hoy un año en esta misma arena. Pero es que no hubo más.

Ni siquiera en el animoso Joaquín Galdós para ofrecerle un buen trato al sexto, porque se le quedó la poca vida en el trancazo severo de Romualdo Almodóvar y les dio la razón a los miles de personas -textual, oiga- que abandonaron el tendido a la muerte del quinto. Y eso es lo más peligroso de que salga una juampedrada: que echamos al cliente y atentamos contra la afición. Y no estamos como para permitirnos esos lujos.

Pero termino volviendo a lo dicho al comenzar: hablamos de esta juampedrada de hoy, porque a nadie se le escapa que este hierro guarda la historia más importante de cuantas pueblan el campo bravo, porque es el tronco de la mayoría. Y muchas de las grandes páginas de este ruedo se han escrito con la pluma de esta vacada, pero desde luego hoy no se escribiría casi nada con esta juampedrada

 

 

FICHA DEL FESTEJO

Plaza
de toros de Las Ventas. Decimosegunda de la Feria de San Isidro. Corrida de
toros. No hay billetes.

Cinco toros de Juan Pedro Domecq, justos en la
presencia, chicos y bien hechos, y uno de Juan Manuel Criado (quinto) con algo más de entidad y mejor cuajo. Noble,
repetidor y con ritmo el primero; pasador de raza justa y justo empleo
el segundo; de movilidad humillada y codiciosa pero muy a menos el bello
tercero; noblón y sin maldad el feble y sosísimo cuarto; humillado,
franco y con clase el buen quinto; defensivo y aplomado el desrazado
sexto.

José María Manzanares (sangre de toro y oro): palmas y silencio. 

Cayetano (celeste y oro): silencio y ovación. 

Joaquín Galdós (caldera y oro) que confirmaba su
alternativa:
ovación tras aviso y silencio. 

Saludó Iván García tras banderillear magníficamente al tercero, un toro que bregó Joselito Rus con auténtico primor.