Una de las ganaderías más míticas de Pamplona recorrió el tramo de casi un kilómetro que se corre en Pamplona en 2.23 minutos. Pero la extraordinaria nobleza con la que se comportaron los toros de Jandilla dejó el balance de heridos en dos, y sólo uno por asta de toro, pero todo quedó en un puntazo corrido del que el toro seguramente ni se enteró. Todo ello porque hubo puntos mujy concretos en los que se produjeron instantes de peligro.
El primero se produjo en la misma Cuesta de Santo Domingo, donde una caída múltiple de tres corredores propició un momento de tensión que, afortunadamente, quedó en nada. Tal vez porque cuando la manada enfilaba la Plaza del Ayuntaminento aún se mantenía la manada reunida y cobijada por los cabestros de El Uno, que fueron perdiendo a los toros pasada ya la curva de Mercaderes por la que se accede al tramo de Estafeta.
Una manada que se estira en el tramo más mítico
Y fue allí, en la calle más mítica, quizá del encierro de Pamplona, donde no hay asideros ni cobijos para los corredores en los 20 metros escasos de ancho que tiene la vía, donde parecieron desaparecer los bueyes y los toros fueron los que protagonizaron la carrera con algunas escenas de verdadero peligro. Como la que se produjo en mitad de la calle, con un corredor que había caído y trató de levantarse cuando pasaba por allí un pitón que le golpeó en la cabeza con la pala, mandándolo de nuevo al suelo.
Lo mismo pudo pasarle a otro corredor cuando ya se acercaba el tramo de Telefónica, pero libró, por fortuna, el golpe y todo quedó en un tremendo golpe contra el corpachón del Jandilla. Uno de los tres que se habían ido por delante cuando ya se encaraba el callejón de entrada a la plaza de toros, donde los mozos entraron pegaditos a los toros pero sin incidentes de riesgo, sino con carreras de gran belleza que concluyeron cuando los tres toros que se habían ido por delante y los que quedaron por detrán entraron sin incidentes por la puerta de los chiqueros de la plaza de toros.
Detrás habían dejado una carrera limpia, tremendamente veloz y con el capotillo de San Fermín tendido a lo largo del recorrido para que todos los que hoy corrían pudiesen hacerlo también mañana.