Este lunes contábamos cómo Cayetano Rivera Ordóñez debía parar su temporada a causa de un percance en Socuéllamos donde un animal de Apolinar Soriano le dio una tremenda voltereta, cayendo éste sobre su muñeca derecha. De urgencia, el espada madrileño puso rumbo hacia Santander, donde sería operado el pasado lunes. Un contratiempo en la temporada de un espada que tenía importantes compromisos como los de Huesca, El Puerto de Santa María o Málaga.
Cayetano es un torero de vocación tardía que pese a pertenecer a dos de las sagas más importantes de la historia de este rito, Rivera y Dominguín, no sintió la llamada hasta pasados los 25 años. Como curiosidad, los festejos sin caballos que necesitaba los haría a puerta cerrada, debutando con los del castoreño el 26 de marzo de 2005 en la plaza de toros de Ronda. Torero, que tomaría la alternativa también en Ronda el 9 de septiembre de 2006.
Una saga familiar torera
Un espada con una forma muy personal de interpretar el toreo, y que pese a no haber cosechado triunfos rotundos con salidas a hombros, sí cortó orejas en plazas tan relevantes como Sevilla o Madrid. De todos los cosos de primera, Málaga ha sido donde mayor número de triunfos ha conseguido, un coso que tiene grandes lazos con su familia y donde siempre se ha sentido uno más, algo que le hace dar un plus cada vez que trenza el paseíllo en este emblemático coso donde Luis Miguel Dominguín, Antonio Ordoñez, Paquirri o incluso su hermano Francisco triunfaron tantas tardes.
También tiene lazos muy estrechos con Pamplona, una plaza muy unida a su familia y donde Cayetano también ha conseguido salir en hombros. El menor de los Rivera también consiguió conectar con el aficionado de otras plazas tan importantes como Valencia o Zaragoza, dos aficiones que siempre le han respetado y le han demostrado su cariño más allá de los triunfos o las tardes aciagas que tuviera durante su carrera.
Cayetano coloca un plato de aceite con velas para rezar
Los toreros son supersticiosos por regla general, y Cayetano no lo iba a ser menos. Un espada al que le gusta que respeten aquella capilla que monta en el mismo hotel de la plaza de toros. El menor de los Rivera es particular hasta para eso, colocando un plato de aceite donde enciende unas velas para rezar. Lo hace solo, sin compañía de nadie, algo que repite a la vuelta de la corrida de toros para dar gracias por llegar al hotel sin tener que lamentar ningún percance.
Otras de las curiosidades de este torero es que junto a la capilla de imágenes que coloca en una mesita del hotel raras veces pueden faltar tres cosas: dos cadenas de oro, una regalada por su padre y otra traída por su hermano de América, así como un carné de socio, que le hicieron cuando era niño, de una peña taurina de su abuelo Antonio Ordóñez.