JAVIER FERNÁNDEZ-CABALLERO
Domingo, 26 de junio de 2016. Once y media de la noche. El teléfono caliente de llamadas. Un día
después de que JT partiese al natural Alicante, esa misma baza había partido
físicamente la safena y la femoral a Manuel Escribano en el mismo ruedo que
había vivido la gloria horas antes. Era verano. Sobre los poros de la piel del
torero de Gerena merodeaba la muerte que, media naranja levantina del equipo
médico y la otra media de fuerza moral del protagonista, consiguieron reventar
a puñetazos ácidos.
Domingo, 12 de marzo de 2017. Nueve y media de la noche. 259 días después de aquella calurosa tarde.
Distinto clima, misma orografía. Se confirmó que vivió el torero que hoy echó
de nuevo el dado al diablo por ver si la apuesta salía cara. Y lo hizo con dos
compañeros que sellaron con sangre y fuego la esencia de la Fiesta. Un Padilla
al que la sangre le vino a visitar y un Curro Díaz al que su toreo reivindicó
para las grandes citas.
Aquella noche exponía en una difícil crónica lo que no sabía
la gente normal. Esa que no conoce a Datilero, ni por qué estaba hoy Escribano
en Valencia ni cómo indultó a Cobradiezmos en La Maestranza. Esa que sabía que
un toro le sesgó la safena y femoral aquel día, que le evisceró un testículo.
Esa que aquella noche buscó en Google lo que significaba un shock hipovolémico
para saber que a Manuel le bajó a tal punto el volumen sanguíneo circulante que
el corazón se volvió incapaz de bombear suficiente sangre al cuerpo. Y no
respondieron algunos órganos. Ni Datilero ni Cobradiezmos. Esa que recordaba someramente
La Adrada y, por supuesto, el shock hipovolémico de aquella tarde. Y que hoy le
bailó a la muerte aquel hombre que ha vuelto a la vida para torear.
Tampoco sabe la gente normal la lucha interna del linarense
que hoy tiró de raza en detrimento del pellizco. Lo que ese inicio de faena
lleva consigo… la lucha en despachos y comisiones de un hombre independiente,
su apoderado, que quiere y puede llevar a lo alto el concepto del Curro
jiennense. Porque en ese toreo entregado al quinto, en esa lidia suprema de
Castellanos para que le aguantasen las fuerzas al de Gallardo, en ese morirse
toreando al natural, en esa ligazón –aunque sin acople por momentos- que dejó
Díaz radica todo el sueño irreal que no sabe la gente normal. Ni siquiera los
taurinos. Tan sólo el propio Curro y su gente.
Tampoco sabe la gente normal que más allá del Padilla al que
el pueblo adora está el torero que recuerda cada tarde el tributo que deben –no
solamente tienen- que pasar los toreros para conseguir la gloria. Esa de la que
el sufrimiento es parte y que cada día recuerda el ciclón. Porque hoy reiteró
el jerezano una tarde más el sino de sus días: dolor y triunfo para alcanzar el
sueño que Olivenza comenzó.
Lo que no sabe la gente normal es que, de aquel 26 de junio
a este 12 de marzo, el toreo ha recuperado a un hombre y está intentando
devolver la gloria al torero. Tampoco que hoy ha intentado sin éxito mermar a
otro y que esta tarde ha exigido sitio para el jiennense que todo este tiempo
ha predicado con toreo lo que los despachos no le han otorgado.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Valencia. Segunda de la Feria de Fallas.
Corrida de toros. Más de media plaza.
Seis toros de Fuente
Ymbro.
Juan José Padilla,
vuelta al ruedo tras aviso y oreja.
Curro Díaz,
ovación y oreja.
Manuel Escribano,
ovación y palmas.
PARTE MÉDICO de Padilla
«Durante la lidia
del 4º toro ha ingresado en esta enfermería Juan José Padilla Bernal, el cual
presenta cornada en cara anterior externa del muslo derecho con dos
trayectorias. Una transversa de unos 15 cm que perfora y sale por cara externa
del muslo y otra ascendente de unos 20 cm que discurre entre músculos sartorio
y recto anterior, lesionando fibras longitudinales del sartorio dejando íntegra
la fascia lata. Otra cornada en tórax izquierdo que diseca el pectoral mayor
sin lesionarlo, de unos 15 cm de longitud que llegó hasta región axilar.
Auscultación pulmonar:
normal
Pronóstico: grave
Se traslada al herido
al Hospital Casa de la Salud de Valencia»
Firmado: Dr. Cristóbal
Zaragoza