José María Manzanares, Roca Rey y Francisco de Manuel hacían el paseíllo, en la tarde de este 29 de agosto, en la cuarta de abono de la localidad madrileña de Colmenar Viejo. Se lidiaba un encierro de Zacarías Moreno.
Manzanares pasaporta sin mucha historia a un buen primero de Zacarías Moreno
El primero de Zacarías Moreno, el que más cerca estaba de los seis quintales, tuvo desliz y voluntad de tomar las telas, pero acusó mucho el desgaste en una vara dura que le restó recorrido y acometividad en la muleta. Por eso Manzanares se limitó a componer la figura mientras el toro pasaba y a muletear con facilidad por ambos pitones y pegado a tablas pero sin transmisión alguna. Incluso se escuchó algún pito desde el tendido. Mucho más cuando le hizo guardia en el primer encuentro. Desprendida cayó también la Segunda, pero esta fue letal.
Roca Rey templa una faena de suavidad a un enclasadísimo segundo de Zacarías
El segundo, muy protestado desde el tendido, tuvo menos franqueza en el capote de Roca Rey, que tuvo que enfrentarse a su carácter huidizo pero ya en el capote de Antonio Chacón, en banderillas, donde ya mostró celo y obediencia. En el inicio embistió hasta con chispa en la muleta de Roca Rey, que le dio su tiempo y le administró la exigencia para que sacase el fondo. Y lo sacó en una faena larga, bien cimentada en la distancia media y en el cambio constante de pitones para que el derecho, el mejor de los dos, aún tuviese un final que le diese una vuelta más a la faena. Tuvo desliz, entrega, celo y obediencia, pero sobre todo clase el gran toro de Zacarías, que pudo llegar al centenar de muletazos y nunca dejó de embestir. Lo que no se merecía el animal fue que se le fuese la mano a los blandos al peruano a la hora de matar. Una pena, después de lo logrado.
Una asentada y brillante faena de De Manuel al tercero queda sin premio por el acero
El tercero, un toro de bella estampa y acusada movilidad, lo saludó Francisco de Manuel con una larga cambiada en el tercio y un ramillete de verónicas que resultaron más lúcidas a diestras porque había menos viaje en el pitón izquierdo del toro. A penas un picotazo se llevó en el caballo para conservarle él espíritu vivo. Y para soplarle un quite por saltilleras que dejase bien claro a qué venía. Comprometidísimo fue el primer par de Daniel Duarte, y pausada la lidia de Juan Carlos Rey, siempre a favor del toro. Le vio condición De Manuel al animal y lo brindó a sus vecinos -él vive en Colmenar- para dejar un inicio de toreo por alto con sabor añejo y distinto. También este tenía desliz, y lo aprovechó cabalmente Francisco, aunque muy molestado por el aire en ocasiones. Aún así, quiso ponerse siempre puro y asumir las consecuencias del viento sin levantar las zapatillas. Dúo trazar con mucha fe y andar con seguridad por la cara, incluso cuando se agrió un punto el temperamento del toro después de una serie muy exigida. La lástima fue el pinchazo inicial, porque se tiró a matarlo con el alma. Algo más de media al segundo intento fue suficiente para despenarlo, pero no para pasear trofeos.
El viento condiciona a Manzanares en el cuarto acto y abrevia
El cuarto fue el menos aparente de toda la corrida, y tampoco se definió en el saludo capotero de Manzanares porque el viento se empeñó en hacerle un gurruño el capote. Extraordinariamente medido en el caballo por Óscar Bernal, cumplió la cuadrilla con el tercio de banderillas con celeridad para quebrantar al toro con capotazos o pasadas de más. Pero fue una lástima que Manzanares y Ceniciento se encontrasen esta tarde con el viento como asistente inesperado, porque hubo varios sustos para el alicantino provocados por éste. Intentó el toreo en redondo, intentó ayudarse con el estoque simulado a zurdas, pero siempre hubo un momento en que quedaba descubierto y en inferioridad. Horrible con la espada, escuchó silencio.
Roca Rey y el quinto no terminan de entenderse y el silencio los valora
Al quinto le dieron de verdad en el penco después de que se hubiera comportado con cierto desentendimiento en el capote de Roca Rey. Embestía a arreones el animal, pero cuando iba no paraba hasta que se lo ordenaban con el trapo. No lo brindó Andrés, porque acudía el animal, pero soltaba la cara en los embroques, fruto quizá de su falta de fuelle. Con la muleta no hubo demasiada historia entre el inicio de doblones para probar la condición y la estocada baja que despenó al animal en unos segundos. Por eso el silencio valoró la actuación del peruano.
De Manuel gana la batalla con el sexto y le corta las dos orejas
El sexto, de perfecta hechura, salió mansurroneando en el capote De Francisco de Manuel y de baja en el penco que cubría el turno, donde se llevó luego el castigo correspondiente. Fantástico en banderillas Juan Carlos Rey, obligado a saludar por dos pares en la misma cara. Sobresalió el inicio genuflexo de Francisco, imponiendo su gobierno a un animal que o rompía a embestir o se rajaba. Y rompió con fondo por el pitón derecho, humillado y emotivo por la chispa que le daba la incertidumbre de no ser un toro de carril. Inteligente De Manuel con la zurda, por donde no era claro el de Zacarías y por donde logró, en línea recta, dejar dos series de mucho mérito. Pero fue a diestras donde sobresalió la seguridad serena De Francisco, siempre por encima del animal, que cuando arrancaba no dejaba de embestir. Por eso había que imponerse como lo hizo el torero, que terminó con manoletinas ceñidísas que terminaron en susto, incluso. Perfecto de actitud y de estructura, se tiró a matarlo o de la estocada o del propio puñetazo, y logró un espadazo hasta las cintas que valió el doble trofeo.
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de La Corredera, Colmenar Viejo. Cuarta de la Feria de los Remedios. Corrida de toros. Unas 5.000 personas en los tendidos.
Toros de Zacarías Moreno. Noble, obediente y con desliz el primero; enclasado, obediente y con mucho fondo el gran segundo; de gran clase y celo el franco y buen tercero; noble y con movilidad el humillado cuarto, condicionado por el viento; bravucón y de arreones el castaño quinto; Bravucón con emotividad el sexto.
José María Manzanares, silencio y silencio.
Roca Rey, oreja y silencio.
Francisco de Manuel, ovación y dos orejas.
FOTOGALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO