Desde el 18 de junio hasta el 27 de agosto van dos meses y nueve días. También es exactamente el tiempo que pasó entre que Fernando Adrián abría su segunda Puerta Grande de Las Ventas y sonaba el teléfono de su apoderado -con acuerdo cerrado en ese periodo-. Fue para sustituir a El Cordobés en Arenas de San Pedro. Una plaza de tercera, una corrida sin demasiada trascendencia en el global del toreo. Es cierto que antes había sonado para que Maximino Pérez escuchase una pantomima sobre el interés para que el torero estuviese en Otoño, pero esa no la podemos ni contar.
Pero en esa corrida, la siguiente ocasión en que Fernando se vestía de luces después de haber protagonizado la machada de la temporada, se entretuvo en cortar dos rabos. Escuchen: dos rabos. Es que no recuerdo cuándo fue la última vez que eso sucedió. Pero es que al día siguiente se entretuvo en pegarles un ‘repaso’ a un Morante y un Manzanares aún tullidos por diferentes lesiones. La siguiente parada fue Cuéllar, donde se llevó al esportón las dos orejas de los dos toros de su lote. Y al día siguiente, con Morante fuera de juego en Palencia, cubrió su hueco indultando a un toro extraordinario de Zacarías Moreno. Es decir: Fernando Adrián no falla.
Me gustaría haber vísto al madrileño con la corrida de El Pilar que ahora el Ayuntamiento de Sanse quiere apuntillar en los corrales. A ella llegaba también por la baja de Roca Rey en un festejo en el que también Manzanares necesitó reemplazo. Al final se suspendió el festejo, dejando a Diego García sin alternativa, pero los datos expuestos sobre los últimos días arrojan algunas conclusiones que no deben pasarse por alto.
En primer lugar, que el final de agosto y el principio de septiembre son temporadas a las que las figuras, que torean a diario, llegan con el gancho. Le sucede a Roca Rey, que es el más joven de todos; imaginen lo que sucederá con los cuarentones, por muy fuertes que estén. Son ya muchas ocasiones en las que lo he/hemos escrito en CULTORO.
También implica que Adrián es, hoy por hoy, el torero más seguro para contratar en una sustitución, pero eso le coloca en una posición de privilegio no sólo para la siguiente temporada, sino para las siguientes que vengan. Porque dicho está que el toreo necesita toreros fiables sobre los que descargar una temporada completa, y para eso hay que promocionarlos. Para eso hay que cambiar la forma de hacer las cosas.
Es curioso que las sustituciones que ha cogido el torero madrileño las hayan propiciado empresarios con la juventud, la pujanza y la ambición necesaria como para hacer que todo esto vaya cambiando paulatinamente, pero no es que tengamos mucho tiempo para organizar un tinglado que hoy descansa sobre cinco patas que pueden desaparecer en cualquier momento. Y, por ahora, Fernando Adrián le ha dado la vuelta a la moneda: señal de que la tenía…