El pasado viernes 1 de septiembre tuvo lugar en la emblemática finca de ‘Las Tiesas de Santa María’ el embarque de los toros de Victorino Martín para la plaza de toros de Daimiel, un encierro serio, de muy buenas hechuras y proveniente de varias de las mejores reatas de la casa. Una corrida que se embarcó a últimas horas de la tarde, por lo que los últimos animales entraron prácticamente de noche en los corrales que les daban acceso al camión.
Una labor que fue conducida de forma magistral por bueyes de la raza Blanca Cacereña, un tipo de animal que cuidan con mimo al estar clasificada como raza autóctona en peligro de extinción según el Catálogo Oficial de razas de ganado de España al conservarse únicamente en España 987 cabezas en las explotaciones ganaderas de Extremadura. Unos animales de gran nobleza y alzada que llevan años bregando con el toro bravo.
Dicho embarque se hizo en tres bloques para evitar que la corrida entrase completa a los corrales. Esto se podía deber a que no todos los toros han compartido cercado, o que prefieren hacerlos en varias tandas para evitar llevar un volumen alto de animales camino de la manga. Una faena que se hace a caballo, algo que facilita enormemente una labor no exenta de sobresaltos. Son momentos donde hay que mantener la calma y confiar ciegamente en el caballo que montas.
Una vez en los corrales hay que extremar la precaución para que ninguno de los astados reseñados se estropeara los pitones, por ello es fundamental hacerlo todo despacio, arropado por los mansos y teniendo mucho cuidado con las sombras. Por la forma de ser de estos animales, puros de raza y altivos en su comportamiento, el embarque no resultó sencillo, viviéndose momentos de tensión en el mismo.
Los animales llegaron bien a la correlata, pero una vez reducido su espacio empezaron a ponerse nerviosos, de ahí que el movimiento de las puertas debiera de ser el correcto para evitar que algún animal golpeara las mismas. Una faena extremadamente complicada, más si cabe con la caída de la noche y con el comportamiento de unos toros que no lo pusieron fácil. Poco a poco la faena se fue haciendo sin lamentar ninguna baja, los toros pese a sus reticencias fueron entrando en el cajón que los llevaba al camión.
Para la última tanda, prácticamente de noche, se tuvieron que utilizar linternas, algo que complicaba una faena, que por suerte, acabó finalizando de forma exitosa con la noche ya cerrada. Una corrida que partió para Daimiel (Ciudad Real) pasadas las diez de la noche, llegando de madrugada a los corrales de la plaza. Allí fueron desembarcados y sorteados a la mañana siguiente por las cuadrillas de Rafael Rubio ‘Rafaelillo’, Curro Díaz y Sergio Serrano.