Todo ocurrió el pasado viernes en la plaza de toros de Albacete; allí se anunciaba una corrida de Daniel Ruiz -remendada con dos toros de Jandilla- para una terna conformada por Julián López ‘El Juli’, Paco Ureña y Andrés Roca Rey. Un festejo que servía como despedida del espada madrileño del coso manchego, ese que se aseguraría la salida a hombros en el primero del festejo. Pero la tarde estuvo marcada también por la entrega de un Roca Rey que sufrió una espeluznante voltereta cuando toreaba de muleta al castaño tercero de Daniel Ruiz.
El animal, desigual en sus hechuras y sin entrega hasta ese momento en las telas, se lo echó a los lomos cuando Andrés andaba construyendo su faena. Un volteretón del que pareció recuperado nada más recuperar el aliento, ese que también le faltó a una afición que quedó -por momentos- en shock por lo sucedido. Un torero que volvió a la cara del animal para intentar pulir los defectos de un astado con aristas para más tarde pasear el doble trofeo.
Roca Rey, como muchos de sus compañeros, conoce su cuerpo como nadie, y pese a ni mirarse si llevaba cornada, sabía que el golpe podía traer consecuencias, más si cabe tras venir de un verano donde los percances de Santander, Huelva y El Puerto habían mermado su capacidad delante del toro. Por unos segundos se pensó que podía ir herido, o que aquel golpe podía entrañar más consecuencias de las previstas, algo que por fortuna no sucedió.
Fue una tarde con muchos matices, esa en la que Ureña sacaría a relucir su gran concepto con el rajado segundo, ese al que le pasearía una oreja tras una labor firme y compacta. Julián cortaría tres orejas, dos a un primero de vuelta y una al cuarto, un toro más noblón y apagado. Por su parte Roca Rey sería ovacionado con el cierraplaza tras una faena que comenzó rodilla en tierra, esa en la que la espada dejaría todo en ovación. A su primero le cortaría las dos orejas, una faena que nos contó de la siguiente manera nuestro compañero Luis Miguel Blázquez.
Saltó al ruedo el tercero de la tarde de nombre Pescadero, de aspecto anovillado y bizco de pitones. No se arrugó el peruano y demostró su valía realizando un quite por gaoneras. Brindó la faena al Juli y de rodillas comenzó la faena, sobre el pitón derecho, cambiándose al pitón izquierdo y pasándoselo por la espalda. Tras dos tandas sin prodigarse mucho a diestras cambió al pitón izquierdo para torear al natural. Fue en la segunda tanda cuando el animal lo prendió y le dio una voltereta, aparentemente sin consecuencias. Roca Rey se armó de coraje y volvió sobre el pitón derecho para acabar la faena en los pitones del toro. Bernadinas ajustadas y estocada caída. Dos orejas para Roca y ovación para el toro.
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Un festejo donde compartió cartel junto a Julián López ‘El Juli‘ y Paco Ureña, dos espadas que llegaban a la Chata buscando ese triunfo que le siguiera manteniendo en boca del aficionado. Un festejo donde la afición manchega pudo disfrutar de tres conceptos del toreo, de tres espadas que buscan llegar a los tendidos gracias a su personalidad, esa que les hace diferente al resto. Una tarde donde la plaza colgó el ‘No hay localidades‘, esa donde Julián se despidió de una afición que le ha visto en plenitud en innumerables ocasiones. La tarde del pasado viernes fue un cúmulo de emociones hacia la figura de un torero que dirá adiós el próximo 1 de octubre en Sevilla.
Una tarde que también sirvió para que tanto Ureña como Andrés se despidieran de un torero que ya ve cerca el fin de esta etapa. Han sido 25 años de matador de toros en activo, unas Bodas de Plata donde ha conseguido rendir a sus pies a las plazas más exigentes, esas donde el aficionado mide con severidad al que sabe que tiene condiciones para ser figura. Fue la última tarde compartida en los ruedos por estos tres espadas. Andrés lo haría cortando dos orejas del sexto, mientras que Paco no podría acompañarles a hombros tras únicamente cortar un apéndice.