Tuvo el toreo una Fundación que nació hace ocho años queriendo “salvar” su Fiesta… y al final terminó montando su propio festín.
Tuvo el toreo una Fundación que quería salvar jurídicamente este espectáculo, y terminó justificándose a diario para salvarse ella sola. Porque lo primero no le traía rentabilidad.
Tuvo el toreo una Fundación con puestos grandilocuentes -sólo se salvaba su digno presidente, un señor ganadero-, que tenía planes para todos y para todo, pero quería que se implicasen los demás sin volcarse con ellos. Como los toros mansos. Y acabó nadando y queriendo guardar la ropa de su salvaguarda económica.
Tuvo el toreo una Fundación que empezó velando por el toreo, por lo toreros, por los novilleros, por el futuro, por la afición, por las empresas… y al final terminó haciéndose una de ellas, montando novilladas subvencionadas con sólo unos cientos de personas cada una -en las mejores-, quitando puestos a empresas que debían ganar dinero en las fiestas con las ayudas consistoriales. Y si no, no las montaba.
Meses llevamos sin saber de una Fundación que sigue pidiendo a diario donativos a través de sus redes sociales pero olvida la razón por la que unos cuantos locos la pusieron en marcha. Tuvo el toreo una Fundación…