JAVIER FERNÁNDEZ-CABALERO
La tragedia ha inundado esta mañana los
corazones de todos los aficionados que ayer nos emocionábamos con Juan del
Álamo en Las Ventas. El novillero Renatto Motta, al que menos del 10 % de los
que leen esta columna conocía –inclusive el que la escribe- fallecía después de
que un novillo le partiera la femoral. Tenía 19 años…. ¡19 años! ¡Dos menos que
José Cubero!
Lucho Herencia, con quien compartía ayer
localidad en Las Ventas en su corta estancia en España, me comentaba las
vicisitudes que tienen que pasar los que quieren y no pueden llegar a ser
toreros en el Perú. «Yo ya dejé el sueño
y soy un simple aficionado práctico en el Perú, y me siento mal cada vez que
puedo darle unos pases a una becerra porque sé que esos muletazos no me
pertenecen, que le pertenecen a un chaval que de verdad quiere ser figura en
este difícil mundo”. Eso acrecienta la tragedia.
Hoy, la lucha sin final feliz de Motta se
merece un minuto de silencio de las figuras en la primera plaza del mundo. Que
al novillero que las dificultades del sistema en un país con afición pero sin
medios le quitaron el sueño, no le quiten la gloria de trenzar el último
paseíllo hacia el cielo en el primer escenario taurómaco del mundo. ¡Por un minuto de silencio! ¡Vamos a tener
memoria e historia no sólo de nuestro pasado, sino de la realidad de un
presente que hoy es trágico!