A los aficionados de nuevo cuño que -afortunadamente- han decidido acercarse a las plazas de toros en los últimos años y comienzan a conocer hazañas que van logrando los toreros nuevos les parecerá una auténtica barbaridad lo de Fernando Adrián, que se tiró parado desde sus dos puertas grandes de Madrid en mayo y junio hasta finales de agosto, cuando comenzaron las sustituciones y los triunfos. Les parecerá una barbaridad porque lo es: 17 puertas grandes de 17 festejos toreados es una hazaña que no está al alcance de cualquiera.
Pero los ya talluditos y con memoria taurina recordarán que la trayectoria de Fernando está siendo muy análoga a aquella que firmó Miguel Ángel Perera en 2007 y que le sirvió para encumbrarse como figura del toreo. Por aquel entonces el extremeño, que llevaba tres años de alternativa, fue cogiendo las sustituciones de Cayetano, muy castigado por los toros aquel año, y se convirtió en un huracán que llegó a la portentosa cifra de 37 puertas grandes consecutivas, pero eso fue la siguiente temporada, cuando intervino en 88 festejos y culminó aquella temporada para enmarcar con la mítica encerrona de Madrid.
Es verdad que son conceptos distintos, que son personalidades distintas, y que una de las pocas cosas que tienen en común es que Perera fue su testigo de alternativa, aquella tarde calurosa de Ávila en la que El Juli lo doctoró con toros de Capea. Pero es evidente la analogía entre ambos para alcanzar la gloria. Además de que, entonces, a Perera lo apoderaba Fernando Cepeda, independiente y sabedor de que había que ganarse la siguiente con la de hoy; a Adrián lo apodera Maximino Pérez, que es verdad que dirige Cuenca y que dirige Illescas, pero no es un taurino al uso que vive de esto y ha sabido colocar al torero en los escaparates donde tenían que verlo y decir que no cuando había que decirlo.
Hoy en día Miguel Ángel Perera es, tal vez, el torero de la técnica perfecta, del temple absoluto, del muletazo eterno; pero también un hombre con la carrera hecha que no tardará en decidir un día que se va a dedicar a su familia y a olvidar el miedo, los kilómetros, la presión, las horas fuera de casa. Sin embargo, Fernando Adrián es el presente, el que tiene la hierba en la boca porque en sus años de alternativa casi no ha toreado y no estaba visto en casi ninguna parte hasta que llegó la Copa Chenel de 2021. Él es quien debe relevar a toreros como Perera tomando el peso del toreo y reventando el sistema.