Se me hace tan raro escribir esta crónica sin que la leas, Jorge, como se le hizo hoy a Fonseca darse la vuelta y que no estuvieras en ese burladero 16. Sin hablar. Sin vitorear. Sólo mostrando que estabas allí, con él. Esa despedida del domingo hasta el jueves anunciaba las ganas que tenías de ver a Isaac saboreando el premio que ganó en aquella final de la Copa Chenel que se celebró en Colmenar -tu Colmenar- porque tú te empeñaste en ello. Te fuiste esta madrugada sin saber lo que pasaba en el último festejo de este año en Las Ventas, pero te lo voy a contar yo ‘de manera que lo comprendas’, como tú solías decir.
Esa vuelta de El Cid a Las Ventas -a mi también me sorprendió, no te creas- se produjo con el lleno en los tendidos más desangelado que recuerdo en una plaza de toros. La concurrencia sacó a saludar a Manuel en su vuelta al Foro, pero quiso que salieran también sus compañeros y allí se puso cada uno a silbar y a mirar para otro lado. Habían cambiado la corrida -eso ya lo sabías tú- y al final se lidiaron dos de Garcigrande, un de Toros de Cortés y cuatro de Victoriano del Río, y excepto el vulgarón segundo, al que le faltó transmisión, y el noblón sin chispa sexto, todos los demás fueron toros tan feos como de triunfo en esta plaza. A ver, Jorge; lo que quedaba. Bastante es que encontraron como arreglar el desaguisado…
Pero, a todo esto, voy a comenzar diciéndote que seguramente sea la tarde que mejor he visto torear a Isaac en todas las tardes que le visto, pero aún le queda margen de mejora. Ese tercero, tan en las hechuras de Atanasio como los otros dos de Toros de Cortés lidiados en esta feria, se lió a embestir y a embestir de forma que había que andar muy seguro, muy preciso, muy técnico para no destemplar ese ritmo de salirse de la suerte si no lo embarcabas con redondez. Ya sabes, Jorge, que Fonsequita le pone el corazón a cualquier cosa que hace, pero a este no siempre lo supo embarcar como le gusta al sanedrín madrileño, y se metieron con él hasta que consiguieron destruir ante los demás la ilusión de lo creado. Fue asqueroso, Jorge, peor aún que las últimas veces, cuando no puedes contar ya los tontos que balbucean gilipolleces que ni siquiera comprenden.
Con el sexto, un colorao de otra línea y con el hierro de Victoriano, le hubiera hecho falta algo más de motor, de picante, de chispa, de emoción al mexicano de Colmenar para que su inicio de estatuarios y regiomontanas llegase más al tendido. Le faltó empiuje y transmisión al animal en una primera parte de faena que concluyó cuando se confió Isaac en uno de pecho y lo agarró el colorao por el pecho, arrastrándolo media plaza trinchado por la chaquetilla. Con la cara ensangrentada, Fonseca le solpló tres cambiados de rodillas que fueron de lo más emocionante de la tarde, pero no hubo más con qué. Bueno, sí lo hubo: Juan Carlos Rey. Ese camino de figura que sabíamos que llevaba cada vez se consolida más.
Los mejores, como siempre, se los había llevado El Cid. Mira que hablamos de la suerte que tenía el sevillano en los sorteos; pues regresó con la misma nata, aunque esta vez no la pudo montar con solvencia. Ni el primero de Garcigrande -el de más clase del encierro-, ni el cuarto de Victoriano -el de más transmisión y chispa- le valieron a Manuel para pasárselos despacito por la barriga mientras se derrama Madrid. Por eso a Madrid se le olvidó derramarse con el natural y medio que dejó en ambos toros y con el esfuerzo denodado de acoplarse a la embestida del cuarto sin que pareciese destemplado. A ambos los mató de estocada, pero ambas necesitaron de descabello y de avisos. Y nadie le cantó nada.
Tampoco debieron hacerlo con un Talavante que saludó la única ovación por bajarle los humos al quinto, un animal que mejor hubiera hecho en quererse morir en cada trazo, como hacía cuando aún tenía hambre de toreo. Trazó correcto, anduvo con solvencia, no pasó fatigas con ninguno de los dos toros y nadie recordará por mucho tiempo cuanto pasó esta tarde en Madrid. La tarde que te perdiste, aunque tenías tu entrada.
Pero cuando se iba Fonseca, camino de la puerta de cuadrillas, y alzó la montera al cielo, como vislumbrando tu presencia, comprendí que tenía que contarte lo que había pasado hoy. No vaya a ser que sea mentira eso de que en el cielo tenéis también OneToro…
FICHA DEL FESTEJO
Plaza de toros de Las Ventas (Madrid). Corrida de La Hispanidad. Casi lleno en los tendidos (22.218 espectadores).
Toros de Garcigrande (1º-2º), Toros de Cortés (3º) y Victoriano del Río (4º-5º-6º). De humilladora y noble condición la del buen primero; Sin emoción y venido a menos el segundo; De prontitud y viaje largo el tercero, pero con cierta condición mansurrona; Con motor, chispa, fijeza y celo el cuarto; Con celo y fijeza el quinto; Pasador el duradero sexto.
Manuel Jesús ‘El Cid’ (azafata y oro, en sustitución de Morante de la Puebla): Ovación y palmas tras aviso
Alejandro Talavante (tabaco y oro): Silencio y ovación con división tras aviso.
Isaac Fonseca (hueso y oro): Ovación tras aviso y ovaciñon
INCIDENCIAS: Manuel Jesús ‘El Cid’ saludó desde el tercio tras finalizar el paseíllo.
GALERÍA: LUIS SÁNCHEZ OLMEDO